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Enfoque | Tragedia de Santiago

Lecciones para una buena estrategia de seguridad ciudadana

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Rafael Guillermo Guzmán FermínSanto Domingo, RD

El caso de la muerte del menor en Santiago es una lección dolorosa de la necesidad de elaborar buenas estrategias de seguridad pública que permitan devolver la confianza ciudadana a la Policía Nacional.

Para la elaboración de una buena planeación de estrategias de seguridad ciudadana que satisfaga las necesidades de protección de los ciudadanos, es necesario que estas se proyecten de manera racional, adecuada, preventiva, garantizadora de los derechos individuales y colectivos, siempre ceñida a la ley, con alto grado excelencia y un elevado nivel de bienestar que estimule a los ciudadanos el fomento progresivo de convivencia social debido a la reconstrucción de la confianza.

Para lograr estos objetivos se necesitan cinco principios fundamentales, el primero de ellos es definir y aplicar los tres conceptos básicos para una administración exitosa, que son: eficiencia, eficacia y efectividad. Y para una mejor compresión definiremos cada uno.

1. Eficacia: capacidad de una organización para cumplir los objetivos ya indicados en condiciones preestablecidas. «Hacer las cosas correctas».

2. Eficiencia: el logro de dichas metas, pero con la menor cantidad de recursos posibles. «Hacer bien las cosas».

3. Efectividad: grado de cumplimiento de los objetivos planeados. «Hacer bien las cosas correctas».

El segundo, es el Principio de Transparencia: cuya finalidad es obtener las mayores cuotas de legitimidad, que se traduzcan en buenos niveles de confianza ante las actuaciones institucionales, y a la vez, estimulen a los agentes policiales a realizar sus labores ceñidos a la implementación de los procedimientos policiales de acuerdo con los planes estratégicos en la búsqueda del respeto a los derechos humanos. Además, contribuirá al fomento de la cultura de la legalidad, de los valores institucionales y la cero tolerancia a la corrupción.

Tercero, Enfoque de Resultados: es el proceso de gestión de las personas en una organización, que se basa en la apreciación y valoración del rendimiento, comportamientos, actitud laboral en la medición la ejecución de sus funciones y logro de sus objetivos. Esto contribuirá a mejorar la efectividad en el combate a la propagación y agravamiento del fenómeno de la criminalidad y la violencia.

En este sentido, el diseño de las estrategias de seguridad ciudadana, al ser proactivas y preventivas, deben de ser integrales, que abarquen las necesidades humanas de desarrollo social, de libertad y de progreso humano del individuo en todos los ambientes sociales, bajo la supervisión articulada de las autoridades, para garantizar la reconexión de la red social dentro de un ambiente de convivencia pacífico y seguro.

Desde este contexto, cualquier política integral de seguridad ciudadana debe de abarcar los siguientes aspectos:

a) Involucrar a las autoridades político-administrativas provinciales y locales (alcaldes, gobernadores, etc.) en la elaboración de los planes de seguridad en sus localidades.

b) Estos planes deben tener necesariamente las características propias de cada provincia o región.

c) Establecimiento de lazos fuertes y confiables de comunicación en que participen los jóvenes, por ser un segmento numeroso y vulnerable para los efectos de la violencia y el delito.

d) Implementación de una estrategia definida contra los delitos de baja intensidad.

e) Retomar de nuevo las operaciones de monitoreo, interdicción y control del microtráfico, los cuales se han apoderado de los barrios en todo el país.

f) Con la participación integral de las instituciones estatales regionales atacar las causas generadoras de violencia y delincuencia.

Cuarto, Integralidad Coordinada: entre el Ministerio de Interior y Policía y la Policía Nacional es fundamental que existan ejecutorias interagenciales articuladas con todos los actores que inciden en la elaboración de una convivencia ciudadana pacífica, a los fines de aunar esfuerzos para el logro de los objetivos de seguridad que la sociedad demanda.

Y, por último, que sea Sustentable: Todo plan estratégico integral que sea exitoso deberá disponer de los medios y recursos necesarios para desarrollar su contenido a largo plazo sin interrupciones, tomando en cuenta las frecuentes evaluaciones de resultados que garanticen su correcta aplicación.

RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS COMO CONSOLIDACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD CIUDADANA.

Cualquier plan estratégico integral de seguridad ciudadana que se centre en la protección de las personas debe desarrollarse dentro del ámbito del respeto a la Constitución, las leyes y los derechos fundamentales, por lo que el tema de la seguridad ciudadana se erige como la columna vertebral para el libre ejercicio de los derechos humanos, especialmente cuando se actúe en el ataque contra las causas de la criminalidad, priorizando la prevención del delito y la investigación criminal, logrando de paso, la reducción de los altos niveles de impunidad.

En términos de consolidación de la Política de Prevención y Criminal del Estado, la seguridad ciudadana será siempre un pilar central sobre el cual se cimentarán los esfuerzos para la protección de la población dominicana y los millones turistas que nos visitan.

En este sentido, hay que reconocer en todo momento, el derecho irrenunciable de los ciudadanos a sentirse seguros, tranquilos y protegidos en el desarrollo de sus actividades diarias, pues actualmente hay que admitir que, a pesar de los grandes esfuerzos del Estado, los ciudadanos vivimos en condiciones de temor, incertidumbre y desasosiego ante el impacto del crimen, los conflictos sociales y el incremento de la violencia, los cuales están afectando directamente la calidad de vida de la sociedad, la democracia y el desarrollo nacional.

Por consiguiente, la tragedia de Santiago, que es una responsabilidad compartida entre un mal diseño de estrategia policial y un grave irrespeto del ciudadano a la autoridad, nos deja una dolorosa lección para que el Estado asuma sus responsabilidades de implementar planes de educación cívica a la sociedad y el diseño de buenas estrategias de políticas de seguridad interior consolidada, enfocada en la protección de las personas y preparando a sus instituciones democráticas para enfrentar exitosamente los desafíos que afectan la sociedad, arrancando las raíces de las causas del fenómeno criminal y la violencia social.

El autor es miembro del Círculo Delta.