Ciudad

Víctor Méndez Capellán, ejemplo de vida

Víctor Méndez Capellán.

Estamos acostumbrados a escarbar elogios de los fenecidos para lanzarlos cuando ya no pueden escucharlos.

Me hace feliz saber que, todo lo que quise decir de él, lo hice en vida, inspirado única y exclusivamente en su increíble historia de hombre exitoso que comenzó como limpiabotas en los campos de Tenares, y por la sencillez que no le abandonó nunca, incluso hasta para aplicar la férrea disciplina en sus empresas y sus familiares-colaboradores.

Su libro, “Si yo pude, tú también”, el cual ayudé a escribir, debería ser lectura obligatoria para todos los jóvenes, en especial los que, por no haber nacido en cuna de oro, están destinados a crecer gracias a sus propios esfuerzos.

Nos llamábamos hermanos y nos comportábamos como tales, porque muchas veces me confió cosas y me consultó sobre otras que solo se comparten con un ser íntimo.

En los tiempos de la crisis económica del 2003, enterado de la posibilidad de un atentado en mi contra, por ser presidente ejecutivo de la Asociación Dominicana de Empresas Remesadoras de Divisas, Víctor ordenó que dos guardaespaldas s su servicio me acompañaran permanentemente, hasta que pasó la crisis.

Solía decir que por un amigo era capaz de quitarse la camisa y regalársela. No fue una frase más, porque sé que protegió a muchos necesitados con aportes económicos, de los cuales no hacía alardes. La lista es larga.

Cuando murió su querida Fineta, fruto de una hermosa historia de amor descrita en el libro de su biografía, supe que sería el inicio de su descenso hasta el final.

Por suerte, sus hijos y nietos están ahí, preparados académica y filosóficamente para mantener en alto el pedestal de un emporio llamado Vimenca, fruto de un hombre que trabajó de lunes a lunes, desde las cuatro de la madrugada hasta que fuera necesario.

El Rey ha muerto… ¡larga vida a su legado!