Reválida de una Reminiscencia

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Marino Vinicio Castillo R.Santo Domingo, RD

En mi entrega de La Pregunta de esta semana me dediqué a esbozar el principio de lo que llamo “Mi tesis acerca de los desenlaces posibles en la Isla.”

Tomé como punto de partida una especie de atrevimiento que tuviera a principios del año ´77 del siglo pasado, cuando sugerí la necesidad de un “Pacto sin Precedente” entre el Dr. Joaquín Balaguer y el Partido Revolucionario Dominicano, a fin de que el primero pudiera optar por un nuevo y último período, acompañado en la vicepresidencia de alguno de los dirigentes de aquel poderoso partido político de entonces.

Mi tesis al respecto era que el triunfo electoral del PRD era previsible, porque el régimen de los doce años, en contexto de Guerra Fría, tenía un desgaste enorme en la cuestión relativa “a los derechos humanos y un tercer período del presidente Balaguer era difícil digerirlo por juventudes y nuevas generaciones deseosas de cambio”, que obraban bajo ofertas prodigiosas acerca de cómo eso se produciría.

Mi Pacto no fue aceptado, claro está, porque la advertencia que hacía de que una victoria del PRD en las elecciones podría ser objetada con violencia por las Fuerzas Armadas, estaba montada sobre un supuesto “especulativo”, “temerario”, cuando no “malicioso”, porque gobernaba en el Norte un ciudadano del mundo, como se le llama hoy al expresidente Jimmy Carter, que se caracterizaba por su énfasis en la “protección de los derechos humanos y la limpieza de los procesos democráticos.”

Recuerdo estas cosas movido por el interés de resaltar que mis presentimientos no fueron enteramente infundados, pues, se vio en la noche misma del 16 de Mayo del año ´78 cuán frágil podía resultar la victoria electoral del Partido Revolucionario Dominicano, ya que estuvo a punto de zozobrar y de manera sorprendente se pudo contener el exceso y se le abrió paso a las “nuevas esperanzas de que habría cambios fundamentales y profundos” que, luego, fueron en el otro período subsiguiente, definidos como” el papel que desempeñarían las generaciones jóvenes y capaces del Cambio Sin Violencia.”

Como se puede advertir, mi Reminiscencia de hoy la necesito como una manera de contribuir al fortalecimiento de mi nueva tesis acerca de los desenlaces de los sucesos por venir en nuestra Isla, los cuales vislumbro llegando a esta conclusión: Si en Haití se logra una toma de poder de las pandillas criminales, idealizadas ya como “guerrillas revolucionarias”, en razón de que controlan la totalidad de su territorio, bajo el palio de ser la Nueva República Democrática del Socialismo del Siglo XXI, China y Rusia, que ya están presentes en la Región, experimentarían satisfacciones sobreentendidas; sobre todo porque han contado con los Vetos en el Consejo de Inseguridad de ONU para impedir formalmente que esas pandillas puedan ser antes desarmadas y desarticuladas, porque “eso no es lo que el pueblo haitiano aspira y quiere”, según su parecer ya expresado.

Así las cosas, pretendo que la Reminiscencia de hoy sobre el “Pacto sin Precedente”, una de mis amadas derrotas, venga a probar mi actitud fundamental de siempre por la unidad nacional, algo que fuera brutalmente combatido cuando tuve oportunidad de representar entonces al Partido Reformista en las impugnaciones de aquel tumultuoso proceso.

Ha pasado el tiempo y se han ido apagando las pasiones generadas por aquel trauma, y yo me pregunto: ¿Ocurrió lo mejor, como se prometía? ¿No ha terminado por debilitarse la República, a la postre?

Hoy, se pueden ver mejor los nuevos peligros, porque no se puede negar que el poder político nuestro se ha reblandecido, y en ocasiones se ha degenerado, para descuidar ese tema tan esencial que es la conservación de nuestra Independencia como Estado Soberano.

No era un dislate unificarnos desde entonces, como yo proponía. Y tuvimos que pasar por el fango de la crisis del año ´94 y el estupro constitucional. Un “Frente Patriótico” sobrevino, una nueva esperanza. Después, el caos y ochos año ignominiosos. ¿Y la Patria?

Por ello, hoy, cuando me acerco al tiempo final de mi vida, no he querido silenciar mi enorme preocupación por lo que pueda sobrevenir como desgracia.

Es, pues, esta Reminiscencia de hoy, una excavación que puede resultar útil para columbrar los riesgos abismales a que estamos expuestos.

Es innegable que se han producido transformaciones en nuestro medio social en muchos sentidos. Lo que falta es hacer balance de cuáles han sido perniciosas y cuáles han podido ser útiles.

Pero eso no es lo que me corresponde tocar. Lo que pretendo es referirme al inmediato futuro de nuestra suerte, que está desguarecido considerablemente, y la unidad parece una quimera más.

Un proceso geopolítico, como el que hoy atravesamos, no se puede asumir con los simples y manidos argumentos de siempre, porque las proporciones del ataque son mayores y provienen de una escalada de la Geopolítica hacia disputas de espacios geográficos entre Superpotencias.

Por ello, cerraba mi Pregunta de esta semana señalando que las dos extra continentales están aventajadas frente a la del Norte, que tan desorientada está, increíblemente, y persiste en sus torpes errores, acerca de nuestra suerte.

No podremos ser nunca pivote único de apoyo a soluciones imaginarias de una de las tragedias mayores del mundo: la anarquía y la pobreza inmensas de Haití.

El cinismo de la Geopolítica, anidada en la cueva de trampas de ONU, no respeta los colmos, pretende nuestro hundimiento. Paradójicamente, China y Rusia podrían modificar los torpes enfoques tradicionales.