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Madre pide a la Virgen por respaldo a la discapacidad

Cientos de peregrinos agradecen a la Virgen por superar una enfermedad devastadora, pedirle que prolongue la salud de algún familiar u otros motivos

Ana Rojas tiene ocho años acudiendo a la Basílica para pedir por los discapacitados.

Ana Rojas tiene ocho años acudiendo a la Basílica para pedir por los discapacitados.

Son muchos los motivos que movilizan a decenas de peregrinos hacia la Basílica de Higüey, cada 21 de enero, Día de la Virgen de La Altagracia.

Uno de ellos y posiblemente el más predominante, es el agradecimiento a la Virgen luego de superar una enfermedad devastadora o pedirle que prolongue la salud de algún familiar después de sobrevivir a situaciones sumamente difíciles.

Pero para Ana Rojas, la razón de su visita es muy peculiar. Tiene ocho años visitando el templo religioso y su deseo es que la “madre protectora” les conceda fuerzas a todas las familias que tienen hijos con discapacidad, para que puedan seguir adelante.

La petición de Ana no es fortuita. Desde que decidió ser madre ha tenido que lidiar con el poco apoyo que reciben las familias que tienen un pariente con algún trastorno físico o cognitivo, a quienes les exhortó que no abandonen sus criaturas, independientemente de la condición que padezcan. “Aunque están así, saben y sienten igual que otros”, dijo.

Mayra Anyi Valdez Rojas, su primogénita de 21 años, padece de condiciones asociadas a la microcefalia y paladar hendido, dos malformaciones congénitas con las que nació y desde entonces para la madre procurarle asistencia “no ha sido fácil”.

Tampoco habla ni puede caminar, solo llora cuando tiene hambre y sus ojos reflejan cuando se siente mal, contó Ana. Durante estos años ha permanecido postrada en una silla de ruedas siendo asistida por su madre, quien tiene otros tres hijos sin ningún tipo de anomalías de 13, 16 y 18 años.

Junto a ella se encontraban otras tres personas, que esperaban abordar un autobús en la terminal de transporte público, APTPRA, para trasladarse a la Basílica de Higüey, donde pasarían la noche en el área verde, hasta hoy, Día de la Virgen de la Altagracia.

Un poco nerviosa, pendiente a su hija que estaba arropada con mantas y sin quitarle importancia a la fe con la que muchos asisten al templo, dijo que su presencia no es en busca de un milagro (debido a la complejidad de las enfermedades), pero sí para pedir que las personas con condiciones similares reciban atenciones dignas y con más frecuencia.

Con los ojos llorosos, vigilante de todo su equipaje y desconcentrada por el bullicio del entorno, Ana dijo estar consciente de que es difícil que su hija se pueda levantar, por tal razón, especificó que su presencia se centra en orar por las demás familias que están pasando por la misma situación.

Es madre soltera y se desempeña como vendedora particular de ropa de segunda mano, mercancía que ofrece desde la casa donde reside en la calle Quinta del sector Cancino Adentro, en el municipio Santo Domingo Este.

Con el dinero que genera de la venta de ropa puede completar los gastos de la casa y pago de servicios, además, de los medicamentos, pañales y otras necesidades que requiere la joven especial.

“Uno pasa mucho con los niños así. Yo anhelo tener un techo propio y todas las madres que tienen la misma situación. Lo que uno consigue se va en la comida y no alcanza para nada”, dijo pensativa.

Mientras esperaba que el autobús se posicionara y que todos los pasajeros abordaran luego de formar una fila para poder acceder, en tono agotador, indicó que en varias ocasiones acudió al Plan Social de la Presidencia en busca de ayuda, pero sus súplicas fueron en vano.

Ilusionada dijo que este año, a través del Consejo Nacional de Discapacidad (Conadis) solicitó una ayuda. Allí pudo conseguir una pensión de aproximadamente seis mil pesos, monto que aún no ha cobrado y pronostica que no le solventará los gastos que solo tiene con la joven de 21 años.

Aunque la visita de Ana Rojas es particular y exclusiva, junto a ella desde ayer cientos de peregrinos se movilizan hacia la Basílica a honrar a la Virgen y agradecerle por cosas que se le han concedido a través de las peticiones cada año, así como otros motivos propios y de tradición de la religión católica.