Panorama político.
Leonel hace labor de zapa para conquistar adeptos
El ex presidente Fernández está haciendo un trabajo de zapa para conquistar adeptos que provengan de los otros partidos que lo creen su tabla de salvación o de figuras no partidistas que no estaban en las filas de adversarios ni en los juicios de la plaza pública de hace pocos años.
El doctor Fernández no tiene otra cosa que hacer. Mientras le lanza fuego al régimen del presidente Abinader y no reconoce una sola obra que hace su gobierno, su misión por ahora sería crecer lo más que pueda ignorando el qué dirán sobre sus tres mandatos acusados porque creció la corrupción.
Se dijo de gobiernos anteriores que no habían hecho ni una letrina y algo parecido los adversarios radicales le quieren endilgar al presente. La realidad es que todos los gobiernos han hecho cosas grandes o pequeñas hasta el que solo agotó un período en los últimos 20 años, el de Mejía.
Del de Mejía (2000-2004) sus adversarios dijeron que no había hecho nada. Pero, un hombre prominente que ha servido a varios gobiernos dijo a unos amigos años atrás, que luego de recorrer algunas provincias del sur en viaje de turismo, se sorprendió de las obras edificadas en ese período.
En ese período de 4 años, el régimen de Mejía construyó edificios para escuelas y hospitales que podían resistir temblores y albergar a los damnificados de los huracanes. Muchas de esas obras dirigidas a favorecer a la gente más vulnerable no son apreciadas como las de relumbrón de las ciudades.
A un amigo que reside en el exterior, le oí comentar que el gobierno actual no había hecho nada. Comparados los últimos gobiernos, Abinader saldría sobresaliente respecto a las obras iniciadas o concluidas desde su asunción el 16 de agosto del 2020 hasta la fecha, es decir casi 2 años y medio.
Se podría alegar que lo que aterra a Fernández y a otros políticos que aspiran a ganar las elecciones del 2024 es la gran cantidad de obras que pudiera exhibir el presente mandatario si se decidiera a la reelección en los comicios de ese año. Y peor todavía su manejo del presupuesto.
No puede pensar el opositor ni ningún otro que surja que el presidente en ejercicio va a detener su obra, ya sea que vaya o no a la reelección, por lo que le grite un adversario o le “aconseje” un político que si algo quisiera es que el régimen al cual espera reemplazar no haga nada y cometa errores.
Abinader en el Cibao
Los adversarios de Abinader le están contando los días en que ha viajado últimamente a la región del Cibao y particularmente a la ciudad de Santiago. Algunos atribuyen esos viajes a que quiere desmontar temprano el altar del aspirante presidencial Abel Martínez, del PLD.
Los partidarios creen que esos viajes forman parte de su rutina y que, en cualquier caso, buscan fortalecer la presencia del Partido Revolucionario Moderno, PRM, en la región y la segunda ciudad, desde donde el candidato Martínez quisiera hacer lo nunca visto.
En los lejanos certámenes electorales los cibaeños como el doctor Jorge Blanco y Mejía, ganaron sus elecciones en 1982 y 2000 desde la capital. Aunque los dos políticos eran cibaeños, el primero de la ciudad de Santiago y el segundo de Gurabo, desde temprano plantaron sus campañas en Santo Domingo.
El parte de prensa presidencial está lleno de obras que Abinader inaugurará. El lunes pasado el presidente Abinader viajó a Puerto Plata y dejó inauguradas nueve obras en los municipios del sector oeste de la ciudad, incluyendo un Centro Tecnológico Comunitario en el municipio de Imbert.
El ministro José Ignacio Paliza le entregó a la alcaldesa de Imbert el certificado de apropiación de fondos para la construcción del estadio de beisbol de dicho municipio, ascendente a RD$14,710,370.00, una obra que era reclamada desde hace tiempo por moradores de la zona.
En horas de la noche del lunes el presidente concurrió a una cena privada con empresarios de diversos ramos de la región. Con un estómago de hierro, Abinader no rechaza su sitio en ninguna mesa, aunque en los salones del Palacio Nacional rara vez ofrece recepciones, que no sean impuestas por el protocolo.
Transporte escolar
Una de las noticias palaciegas de la semana fue la puesta en marcha del transporte gratuito escolar, lo que el gobierno hizo mediante un Plan Piloto de Movilidad Escolar. Confieso mi alegría por esa iniciativa que tardó más de 60 años. En mi niñez mientras cursaba la primaria disfruté ese servicio.
A pesar de la seguridad que llevará a las familias cuando el servicio abarque a todas las comunidades, el transporte escolar gratuito será un aumento de salario para los padres. En mi niñez el autobús me lleva desde casa a la escuela Perú, que estaba en la antigua calle Braulio Álvarez, del Mejoramiento Social.
Esperaba bulto en manos hasta que pasara el autobús y Licofrén, nombre del cobrador que nunca he olvidado, me subía cargado porque a los 6 años cuando cursaba el segundo de primaria, no alcanzaba el primer peldaño del bus. “Licofrén súbeme”. El noble empleado venía raudo en mi ayuda.
Al servicio de autobuses, le seguirá el transporte escolar en motoconchos. Como los motoconchistas se le escaparon a la mano férrea de un diablo imaginario, ya tienen su tajada en el movimiento del transporte escolar que dejará muchos empleos entre hombres y mujeres.
Como ese servicio, desapareció también el desayuno escolar que consistía en leche o chocolate, pan, queso y a veces frutas. El desayuno se restableció y con sus alzas y bajas todavía se sirve. El ex presidente Medina se afanó para que los niños recibieran desayuno y merienda.
En Washington, DC, el distrito federal del país, el desayuno y la merienda se establecieron en los años de 1970, comenzando con un plan piloto en los barrios pobres circundados por el río Anacostia. A pocos años de implementado, los investigadores encontraron que entre los múltiples beneficios estaba su contribución a desalojar el crimen y la mejoría de la tranquilidad familiar.
Si algo le falta al régimen, ya sea que esté sembrando las bases para su reelección en el 2024 o simplemente cumpliendo su programa, es favorecer más a los pobres, desprenderse de alguna riqueza para que la misma “se desparrame” hacia los sectores menos pudientes como pidió hace algún tiempo y en otro gobierno, el gobernador del Banco Central, Valdez Albizu.