Vendedores se quedaron con gran parte de los juegos
No se puede. “Yo me pongo a comprarles reyes y el mes que viene no tengo dónde vivir. Se fueron sin nada este año”, afirmó Leidy Silva, junto a sus sobrinos.
En las calles de Santo Domingo no se sintió el día de ayer la cabalgata de Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres Reyes Magos.
El trío de Oriente, que siempre abarrota de juguetes en forma de regalo a los niños en los distintos lugares de la República Dominicana y el mundo, este año parece que caminó bastante lento entre los sectores del Gran Santo Domingo y no llegaron a explotar el dinamismo comercial que acarrea la fecha.
“Aquí no se ha sentido nada. Está súper lenta la cosa. En años anteriores para esta fecha ya a mí no me quedaba nada o era poco lo que había”, relató Rodrigo Minaya, dueño de Pedaleando RD, en el sector de Villa Juana, próximo a las 11:00 de la mañana.
En presencia de periodistas del Listín Diario que se encontraban en el lugar, Minaya aseguró que se estaba “rogándole a Dios para que la gente empiece a desesperarse y salga a comprar”.
Minutos después, un cliente potencial se acercó al lugar a preguntar el precio de una de las patinetas que el negocio exhibía en la acera, recibiendo del vendedor una oferta de momento de un dos por uno que puso en evidencia su necesidad de explotar la venta de los juguetes móviles.
En los barrios 27 de Febrero, Villa María y Ensanche La Fe, tampoco se notó el excesivo movimiento y diversión del 6 de enero, llamado “Día de los Reyes Magos”.
Muchos juguetes
Los niños jugando en la calle o con juguetes al hombro, en el Día de los Reyes fueron limitados a la vista, si acaso uno que otro con una bicicleta o una muñeca. “Todavía los Reyes no han dejado nada aquí no; estamos esperando a ver cómo van los días”, dijo Carlos mientras jugaba junto a sus niños en un parque en la calle Pedro Livio Cedeño con avenida Duarte.
No obstante, en el sector 27 de Febrero, en distintas intersecciones y en una que otra muy seguida, se vislumbraron los puestos de venta de los objetos recreativos infantiles, pero en ninguna había una masa poblacional prudente que se encontrara haciendo compras para los más pequeños de la familia.
“Esto nosotros lo hacemos cada año… y sí, se ha vendido algo, hemos vendido bicicletas, muñecas y muchos carritos, pero no es lo mismo cuando tú te pones a pensar en años anteriores”, apuntó Sheila Mota. Algunos padres, tíos y abuelos de niños que caminaban con ellos en la ciudad, expresaron que la carencia de dinero impedirá que en la intimidad de sus hogares se escuche la emoción de los niños.