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La biblioteca de Rafael Herrera

Legado: Un retrato suyo da la bienvenida. Vestido con un traje a cuadros, una camisa clara y una corbata roja y azul, en perfecta combinación, Don Rafael Herrera Cabral disfruta el placer de un puro, mientras convida al visitante a que entre en su mundo bibliográfico.

Hace 18 años, muchos libros de Rafael Herrera entraron en la biblioteca del recinto Santo Domingo de la PUCMM por la puerta grande.

Don Rafa, como le decían sus amigos, vivía para los libros. Además de ser cliente fijo en “Librería Dominicana” y “El Instituto del Libro”, aprovechaba sus viajes internacionales para hacer escala de Nueva York para acudir a diversas librerías, sobre todo las pequeñas, en busca de diversas publicaciones para enriquecer su ya enriquecido acervo cultural. En esos sitios ya era una persona conocida y los libreros siempre hallaban la pista de sus exigentes solicitudes. Además, le gustaba escudriñar. El olor a polvo lo atraía. Pasaba las horas husmeando aquí y allá dentro de aquellos espacios llenos de tesoros. Leía tanto en inglés como en español.

Al momento de su muerte, su biblioteca debió tener 18 mil títulos. De esa cantidad, 8 mil fueron a parar al recinto académico que por aquel entonces tenía como Rector Magnífico a monseñor Agripino Núñez Collado.

La entonces directora del arsenal universitario, María Núñez, se esmeró en preparar el espacio asignado para su colección. Allí también se albergarían muchos de sus objetos personales, entre ellos, su “famosa” maquinilla mecánica, en la cual escribía sus antológicos editoriales que cada noche redactaba con sabiduría.

La biblioteca está en el tercer piso del Recinto de Santo Domingo de la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Allí se puede observar, el debido orden reinante por causa de la pandemia, Hay un riguroso distanciamiento y el uso de mascarillas es obligatorio.

Allí se acumulan trofeos, distinciones, las butacas de su hogar, su escritorio, mecedoras, fotos de él con su esposa, Rosa González de Herrera, muebles, junto a esa gran cantidad de libros que están desde el año 2002. .

Después de recibir el donativo, el primer procedimiento a que fue sometida la biblioteca fue el de fumigación para librarla de microorganismos que pudieran atentar contra la colección, proceso que se extendió por un año. Luego se inició el trabajo más arduo: el análisis, catalogación y codificación de los siete mil volúmenes, para el cual contrataron el personal externo por el cúmulo de trabajo que implicó. María Núñez Collado, entonces directora del sistema de bibliotecas de la PUCMM, reveló que para identificar cada uno de los libros diseñó un exlibris, que consiste en una etiqueta que funciona como un sello de propiedad de esa colección. Cada título fue identificado con las siglas FRH (Fondo Rafael Herrera).

Cualquier persona, vía internet, puede acceder a ese tesoro tan valioso: “Viendo la dimensión de don Rafael, entendemos que su biblioteca debe conocerla el mundo entero”, manifiesta.

Sobre los trabajos de adecuación y preservación de este legado, el actual director de la biblioteca, licenciado Víctor Belén, afirma que una vez llegados los documentos a la biblioteca, se realizó un análisis de estos, luego se procedió a su clasificación utilizando el sistema de Clasificación Decimal Dewey (también llamado CDD).

En sus primeros 18 años de vida, miles de estudiantes han consultado las obras de este prominente periodista, lo cual es motivo de satisfacción tanto para el nuevo director de la entidad como para los empleados encargados de su custodia.

El acto histórico

El lunes 16 de diciembre del año 2002 ocurrió el donativo en presencia Su Eminencia Reverendísima, Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, el Rector Magnífico de la PUCMM Monseñor Agripino Núñez Collado, la familia del fenecido periodista, sus colegas del Listín Diario y una amplia representación de personalidades del país.

En aquella ocasión, el Cardenal López Rodríguez lo definió como “Un verdadero apóstol del libro”.

Dijo además que, los títulos pertenecientes a su colección privada no fueron un adorno de exhibición en los estantes de su biblioteca, ni tampoco la simple pasión de un coleccionista, sino “el tesoro de sabiduría acumulado por un hombre que nació para ilustrar a los demás”.

“El leyó cada volumen que atesoró”, indicó López Rodríguez, quien precisó que dicha verdad era fácilmente comprobable por la profundidad y pertinencia de los enjundiosos editoriales que escribió para este diario y la elevación intelectual que fluía en una simple charla.

En aquella ceremonia una frase se repitió con insistencia y convicción: “Don Rafael era un lector voraz”, Primero, la dijo Monseñor Agripino Núñez Collado; luego, el director de LISTÍN DIARIO, Miguel Franjul y posteriormente, muchos de los presentes al constatar en la sala que hace homenaje póstumo a Herrera Cabral la rica variedad de volúmenes que contiene. En el salón de lectura y estudio aún se preservan documentos y objetos personales del fallecido exdirector del Listín Diario (1963-1994). La decisión de honrar su memoria a través de este salón fue por decisión de la Junta de Directores de la academia de altos estudios en aquel entonces.

Recuerdos banilejos

Miguel Franjul citó sus tres pasiones: los tabacos, los libros y el periodismo. Su padre, Fabio Florentino Herrera, a principios del siglo XX era propietario de la única librería que existía en Baní, así como de dos importantes periódicos: “Ecos del Valle” y “El Ciudadano”.

Su formación autodidacta fue “una de las más sólidas del País”

Después de abandonar la escuela, al terminar el sexto grado, don Rafael “se afeito la cabeza para obligarse a permanecer leyendo en la biblioteca y así evitar la tentación de las fiestas y otras actividades”.

Tan pronto llegó a ser su inmersión en la lectura, que cuando le tocaba estar al frente de la librería de su padre, ni siquiera atendía a los clientes, escritores, artistas, estudiantes para no distraerse de la lectura a que estaba sometido.

El Editorial:

El homenaje a don Rafael

La PUCMM ha dado otra demostración de reconocimiento al finado director de LISTÍN DIARIO, don Rafael Herrera, al bautizar con su nombre la biblioteca de su Recinto Santo Tomás de Aquino.

Si hay una institución que ha enaltecido, como se debe, a don Rafael Herrera, ha sido la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

Dio otra prueba de su reconocimiento y aprecio, al bautizar su biblioteca del Recinto Santo Tomás de Aquino con el nombre del ilustre director de LISTÍN DIARIO.

Dentro de la misma biblioteca, enriquecida con más de seis mil volúmenes que pertenecieron a Herrera, se inauguró una sala que exhibe sus pertenencias.

Su vieja máquina de escribir, desde la cual se elaboraron enjundiosos y orientadores editoriales en favor de la sociedad y de sus mejores causas.

Fue por más de tres décadas el guía visible del LISTÍN.

La PUCMM cultivo una gran relación con él, brindándole un espacio permanente en su directorio, y ocupándose de publicar una serie de libros con sus editoriales, los únicos que nos legara, y concediéndole, justicieramente, un doctorado honoris causa.

En reciprocidad a tales distinciones, la viuda de don Rafael, doña Rosa de Herrera, donó su valiosa biblioteca y algunos importantes objetos de su uso personal, para que se utilizaran como elementos que perpetúan la memoria de tan egregio comunicador.

Esta biblioteca y esta sala inaugurada ayer constituyen una importante fuente de conocimiento para los estudiantes y otros interesados.

LISTÍN se siente honrado con esta disposición y expresa sus agradecimientos al rector y demás autoridades de la PUCMM. (Martes 17 de diciembre del 2002).