Enfoque

República Dominicana y Haití en trance histórico

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Jean Garry DenisPuerto Príncipe, Haití

Después del artículo en el Listín Diario del Embajador titulado: La República Dominicana está en Guerra con Haití, quise realizar un debate esencialmente académico, con respetos y cordialidades para los lectores que deseen profundizar en la historia común de los dos países, según nuestros criterios respectivos.

Lamentablemente el Embajador consideró una legítima reacción como una ofensa al presidente Luis Abinader y aprovechó para tildarme de racista.

No puedo dejar pasar esta oportunidad para aclarar este hecho no solo al Embajador, sino también a los lectores encantados con su verbo seductor.

Aun siendo minoritario, siempre he mostrado valentía y honestidad en mis posiciones.

Solo utilicé una metáfora de niños turbulentos y coléricos para exteriorizar mi reacción, lamento la lectura del Embajador que envenena la serenidad de este productivo debate.

De todos modos, reitero mi posición de protesta por las brutalidades del proceso de repatriación, la irreverencia y falta de respeto de declaraciones de algunos funcionarios dominicanos sobre Haití y la declaración del presidente diciendo que Haití sería sumamente rico si su magia funcionara.

Señor Embajador, si en su lógica mi reacción constituye una ofensa, en la mía es sólo un simple reclamo de respeto para este pueblo.

Debo recordarle como es el caso para muchos políticos que no estoy buscando ningún capital político.

Mi objetivo es el acercamiento sincero y el restablecimiento de verdades sobre la historia común de los dos pueblos que comparten la isla.

Señor Embajador, con toda su ciencia, en su próxima intervención sobre el vudú, le aconsejo que amplíe sus horizontes sobre la historia de las religiones y las sutilezas que rodean los conceptos de espiritualidad y religión.

El vudú no es creación de los haitianos

Más que una religión, el vudú es una espiritualidad animista que busca la armonización entre las fuerzas de la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire.

Esta cosmogonía cree en el principio de la materialidad del espíritu y la espiritualidad de la materia.

Con la Física Cuántica sabemos hoy que las partículas de la materia no son inertes, tienen un alma, una intencionalidad y una gran capacidad de influir sobre nuestra espiritualidad.

El simbolismo del vudú siempre ha sido abordado desde el ángulo de los fenómenos de observación de la naturaleza.

Toda esta literatura pretendía levantar el velo sobre el vudú, hablar de su recorrido y de su filosofía, pero sobre todo oponerme a su afirmación de que el vudú es una creación haitiana centenaria formada por ritos africanos y cristianismo.

Naturalmente, no se puede negar el sincretismo resultante del encuentro de las civilizaciones africana y europea, pero no es una creación haitiana.

Es una civilización milenaria muy fuerte en países con orígenes africanos como la santería en Cuba, el candombe en Brasil y los palenques en Colombia.

Boric reconoce a los mapuches

En este contexto, aprovecho para saludar al presidente Boric, quien destacó la cultura de los mapuches chilenos durante su investidura.

En cuanto a la historia común de los dos países, hago la precisión que no soy ese tipo de nacionalista, prisionero del pasado que ignora la realidad de miseria en que vive el pueblo haitiano.

Mi objetivo es restaurar verdades históricas sin aureolar ni minimizar el papel de Haití en esta historia compartida.

Con eso, agradezco su recordatorio sobre la preferencia de Núñez de Cáceres por una alianza con la Gran Colombia que no altera en ninguna manera los datos sobre las divergencias de la población del Este sobre la orientación política a adoptar.

La solidaridad haitiana con la Gran Colombia

Le recuerdo que la Independencia de la Gran Colombia fue adquirida gracias a los valores de solidaridad del movimiento de 1804 con Francisco de Miranda y Simón Bolívar, quienes vivieron respectivamente en 1805 y 1816 en Haití.

Lamentablemente el triunfo de los movimientos no eliminó la esclavitud y paradoja desconcertante, en 1826 Haití no fue invitado a participar en el Congreso de las Naciones Americanas en Panamá.

Con respecto al aporte del Estado haitiano durante la Guerra de la Restauración de la Independencia dominicana, no considero esta la solidaridad de los dirigentes haitianos con los patriotas dominicanos, especialmente, Francisco del Rosario Sánchez como una negación de su nacionalismo.

Se puede diferenciarse sin discriminar, además la exaltación de la diferencia es una riqueza en este mundo globalizado.

La Revolución Haitiana fue una lucha de clases que tomó la apariencia de una guerra de razas, ya que los amos eran blancos y los esclavos negros.

En este sentido, nunca pensé que la esclavitud fuera una cuestión de color, ya que los blancos llamados 36 meses o comprometidos también estaban sujetos a la misma opresión en la colonia francesa.

Agradezco una vez más tu recordatorio de la esclavitud blanca en la historia de la humanidad y me parece más como una forma para restar importancia a la Revolución Haitiana del 1804 que calificó de noche de cucharas.

Ninguna abolición por medio de una revolución de esclavos fue exitosa, a pesar de la fama de Espartaco, es un vencido de la historia.

En verdad, la Revolución Haitiana es el triunfo de la libertad y dignidad humana y pertenece a la humanidad.

Nunca hubiera imaginado acusarle de izquierdista, este duelo mencionado en el marco de su precedente artículo, nunca hubiera sucedido.

Sin embargo, sufre que le recomiendo el método del materialismo histórico, si quiere usted entender mejor la Revolución Haitiana.

La encrucijada del presidente Luis Abinader

El presidente Luis Abinader se encuentra en un cruce histórico para jugar un papel destacado en la problemática haitiana y esto, en la lógica de los intereses estratégicos dominicanos.

Él puede fortalecer su liderazgo al aplicar las sanciones internacionales en contra de los oligarcas corruptos que han destruido la economía haitiana y dinamizar una cooperación con la policía haitiana para combatir las bandas criminales.

El desarrollo de Haití ciertamente contribuirá a la prosperidad de la economía dominicana y viceversa.

Lamentablemente, las violaciones brutales y flagrantes de las convenciones internacionales relativas a los derechos de los migrantes han reducido el prestigio del presidente Abinader.

Todavía está a tiempo.

El autor es director ejecutivo del Instituto Haitiano de Observatorio de Políticas Públicas (INHOPP)

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