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Enfoque

Maleficio mediático

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo, RD

Mi padre, el vicealmirante Luis Homero Lajara Burgos (1920-1994), militar de carrera con vocación, posteriormente escritor y político idealista, fue un dominicano honesto que creía en lo que hacía.

Este diciembre, en el 102° aniversario de su nacimiento y tras 28 años de haber dado la vuelta de campana, sigo perseverando en mi odisea contra el maleficio mediático inventado en su contra, el que amputó algunos hechos y distorsionó otros.

Se desconoce que Lajara Burgos fue cancelado de las Fuerzas Armadas en 1959 por orden directa del generalísimo Rafael L. Trujillo y posteriormente encerrado en una cárcel del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) el día después del tiranicidio del 30 de mayo de 1961.

Ese mismo año (1961), tras salvar su vida milagrosamente, se incorporó al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) apoyando la candidatura presidencial del profesor Juan Bosch, derrocado del poder a los siete meses de asumir la presidencia. Su accionar para reponer a Bosch derivó en otro injusto encarcelamiento de mi padre (1963).

Ante la acefalía constitucional (1963-1965) y al no haber vicepresidente de la Nación ni presidente del Senado, el Dr. Rafael Molina Ureña debió asumir la primera magistratura (1965) por ser el presidente de la Cámara de Diputados.

En abril de ese icónico 1965, durante el efímero gobierno del doctor Molina Ureña, perteneciendo al grupo constitucionalista, el entonces ex contralmirante Lajara Burgos fue designado jefe de Seguridad Nacional.

Mi padre acompañó al legítimo presidente constitucional hasta el último minuto y entonó las estrofas de nuestro himno nacional junto a él y un reducido número de perredistas en el sótano del Palacio Nacional mientras una fragata de la Marina de Guerra lo cañoneaba por órdenes inconsultas. Ver libro: Guerra, revolución y paz del Dr. Salvador Jorge Blanco.

Ya en el poder desde 1966, ciertos hechos alteraron el ánimo del presidente Joaquín Balaguer. Uno de ellos fue el explosivo movimiento de masas anti-reeleccionista de 1968 y otro la estrecha relación —en ese entonces— entre Lajara Burgos y el doctor José Francisco Peña Gómez.

Es oportuno mencionar que Lajara Burgos lanzó su precandidatura presidencial por el PRD (1969) con encendidas alocuciones diarias, entonces bajo el auspicio del Dr. Peña Gómez, en el emblemático programa “Tribuna Democrática”.

La relación cordial Peña-Lajara se vio abruptamente cortada como consecuencia de las instrucciones dadas por Bosch próximo a su retorno al país en 1970. Ver artículo bajo la firma de Felipe Ciprián, intitulado: “Tras regreso de Europa Bosch llegó a Ocoa y comparó al PRD con un automotor”, (diario digital acento.com del 11 de marzo de 2013).

En cada nueva mención sobre las elecciones de 1974, como si fuera “copiar y pegar”, se repiten las imprecisiones de antaño pregonando que el presidente Balaguer había fabricado la candidatura de Lajara Burgos por el Partido Demócrata Popular (PDP).

Voces que pretenden ser propaladoras de la verdad absoluta, como el Museo de la Resistencia, también se equivocan al afirmar que el PDP “fue fundado para la ocasión”, refiriéndose a las elecciones de 1974.

El PDP fue fundado el 23 de mayo de 1970 y solicitó su reconocimiento el 23 de mayo de 1973 (un año antes de las elecciones), el que fue aceptado por la Junta Central Electoral (JCE) el 10 de diciembre de 1973, según figura en un documento oficial firmado por el doctor Manuel Díaz Adams, secretario de la JCE de entonces.

Hoy en día algunos periodistas y comunicadores abusan de la retórica para aumentar sus audiencias aprovechando que para el público es imposible exigir fundamentos detrás de cada afirmación sensacionalista.

Lajara Burgos, según me decía, aceptó presentarse en las elecciones de 1974 bajo la presión de altos jefes castrenses de la época, tratando de evitar un baño de sangre entre dominicanos y no por negociaciones políticas, aunque otros intentaron pescar en río revuelto.

En adición, llegó a creer de forma ilusoria —inducido por simpatizantes— que podría canalizar el descontento del país con Balaguer. Lo hizo a través de un partido político reconocido, aunque el cálculo le falló porque pensó como militar y no como político. A 48 años de esas elecciones y como su albacea, no me he tropezado con los beneficios personales de Lajara Burgos respecto a esa supuesta negociación con Balaguer. Mi padre fue injustamente estigmatizado por algo que jamás sucedió. Nunca obtuvo rédito económico en el ejercicio de la política.

Nótese que un militar que fue jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra y jefe de la Policía Nacional durante una dictadura, jamás fue acusado de peculado ni de cometer abusos contra algún ciudadano.

Lajara Burgos fue un militar íntegro, quien posteriormente como político siempre auspició la vía electoral para cambiar los gobiernos, apegado a la Constitución en pro de un ejercicio partidario decente.

Fácil resulta alzar la voz en medio del desconocimiento y la ignorancia, pero ante el retruécano de la historia se deben aportar pruebas. Los historiadores están invitados a investigar mejor esos hechos de 1974.

Los retos actuales no son para distraerse con falacias y resentimientos, sino para empeñarnos en mejorar la educación, fomentar valores para formar líderes y ciudadanos honestos, administrar correctamente la cosa pública con gobiernos cada vez más eficientes y una clase empresarial con un compromiso social corporativo.

Sugiero leer y reflexionar sobre “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, obra que derrama un mensaje de fe, optimismo y vínculos entre las clases sociales, para así, al compás del manípulo remar en una misma dirección, progresar y lograr la unión nacional.

¡Salud, paz y desarrollo nacional en 2023!

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