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Picadura de recordatorio al embajador Ángel Lockward

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Jean Garry DenisPuerto Príncipe, Haití

No me sorprendió el articulo Listín Diario el 28 de noviembre de 2022 de Ángel Lokcward : estamos en guerra contra Haití, donde describía las relaciones haitiano-dominicanas con muchas tergiversaciones y falsas interpretaciones. La Revolución Haitiana conocida como la única revolución antiesclavista exitosa de la humanidad, se reduce a una noche de navajitas. La lengua criolla, símbolo de resistencia cultural, es un patois. El vudú milenario, anterior al cristianismo, que influye sobre la cultura dominicana, es una creación haitiana.

No condenó la esclavitud, prefirió criticar a los seres desarraigos que rompieron las cadenas de opresión. Napoleón Bonaparte sin duda debe alegrarse de este alegato contra esclavos mal vestidos y desnutridos que le infligieron su primera derrota. Cabe señalar que el Embajador, alto ejecutivo del régimen de Balaguer, es formado en el molde de la extrema derecha dominicana que cultivó la haitianofobia como valor.

Las relaciones sociales y económicas del colonialismo francés y español del siglo XVIII constituyen el fundamento de la historia entre los dos pueblos. En esta época, España que comenzaba a ser decadente, desarrollaba una colonia de asentamiento con una esclavitud paternalista. Su desarrollo fue inferior al de la parte francesa. En el Oeste, fue una producción de gran plantación muy próspera con el séptimo de la economía francesa y los tres cuartos de la producción mundial de azúcar. Fue también un laboratorio de miserias humanas, de ahí el carácter violento de la Revolución Haitiana.

La revolución haitiana fue fundamentalmente antiesclavista, aunque no negamos el factor racial omnipresente en la visión del Embajador. Las relaciones de producción y luchas sociales son los verdaderos motores de la historia. Las represalias de las potencias contra Haití se deben a las amenazas de la revolución en la geopolítica esclavista que no podía aceptar la existencia de un Estado gobernado por antiguos esclavos.

Otro punto controversial fue la anexión de Santo Domingo a Haití en 1822. Habló de este evento sin mencionar la divergencia de los habitantes de la parte del Este sobre la orientación política donde el grupo mayoritario quería vincularse con Haití. Esta anexión se logró sin derramamiento de sangre el 2 de febrero de 1822 donde el Presidente Boyer fue recibido triunfalmente por el alcalde de Santo Domingo, Núñez de Cáceres. Antes de retornar a Puerto Príncipe, abolió la esclavitud hasta entonces vigente en esta parte como fue el caso con Toussaint Louverture después de tomar posesión de esta parte en 1801 en virtud del Tratado de Basilea.

Los valores universales de libertad de la Revolución de 1804 conllevaron toda una oleada de solidaridad hacia otros pueblos. Cualquier esclavo pisando el suelo haitiano era libre, pagaron a todo barco que transporta un esclavo en Haití, etc. La anexión de 1822 no tuvo ningún motivo imperialista, sino proteger la Revolución Haitiana de las pretensiones coloniales de las potencias.

La Parte Este proclama su Independencia el 27 de febrero del 1844 con puntos muy legítimos. Sin embargo en 1861, el presidente Santana volvió con la tutela española que constituyó una amenaza para Haití. Patriotas dominicanos solicitaron apoyos del presidente haitiano Nicolás Geffrard y tomaron armas en contra de los españoles. Los valores haitianos de solidaridad estaban aún vigentes. El 18 de abril del 1961, el Presidente haitiano declaró: “¡A la lucha! La dominación de España en América debe terminar.

Lo expulsaremos de Santo Domingo”. Francisco del Rosario Sánchez, junto con compatriotas y soldados haitianos cruzaron la frontera para combatir las tropas españolas. El presidente Geffrard brindó un apoyo diplomático determinante teniendo en cuenta el estado de ánimo de España para librarse del embrollo dominicano. Delegó al coronel Ernest Roumain ante los insurgentes para convencerles de dirigir una petición a España para pedirle la paz en nombre de la humanidad. La petición redactada por Geffrard y firmada por los insurgentes fue la base de la decisión que España retire sus tropas y facilite la restauración de la independencia en 1865.

Nadie se opone a las repatriaciones del presidente Abinader, infelizmente se realizan en un ambiente de violación de derechos humanos y tensiones innecesarias. Funcionarios dominicanos compiten en declaraciones irrespetuosas e irreverentes sobre Haití. Incluso el Presidente en su infantilismo declaró que Haití sería sumamente rico si su magia funcionara, como si este tipo de creencias no existieran en otros países. Es el comportamiento clásico de un niño turbulento y colérico, hasta poner en juego los intereses de su propio país. Una mejor gestión de las repatriaciones hubiera evitado la desafortunada decisión americana de pedir a sus ciudadanos negros que evitaran visitar República Dominicana, muy negativa para el turismo.

La economía dominicana soporta un enorme costo de la inmigración ilegal y los haitianos deberían estar agradecidos por el disfrute de muchos servicios, incluidos los de salud en la frontera. Pero, no podemos considerar la presencia de los universitarios y la emigración de familias afortunadas como simple solidaridad sin beneficio para la economía dominicana. La quiebra de Haití contribuye en gran medida al crecimiento de la economía dominicana, en particular el sector agrícola que depende de exportaciones a Haití. La explosión de la balanza comercial a favor de la República Dominicana es una clara muestra.

La relación de los dos pueblos es una historia de solidaridad más allá de las divisiones de las clases dominantes. Los oligarcas haitianos objetos de sanciones internacionales por actividades delictivas son recibidos con ramas de olivo en República Dominicana tras destruir la economía haitiana, mientras esta tierra constituye un infierno para los trabajadores haitianos.

La búsqueda de la estabilidad en Haití habría sido una respuesta más estratégica que las salvas racistas. Lamentablemente, el presidente Abinader está descalificándose para ser un actor creíble en la solución de la crisis haitiana en la lógica de defensa de los intereses dominicanos. Ante la escalada bélica de los ideólogos de la extrema derecha, los sectores progresistas deben oponer la desescalada de la solidaridad por un desarrollo armónico de los dos pueblos.

El autor es Director

Ejecutivo Instituto Haitiano de Observatorio de Políticas Públicas (INHOPP)