“Footnote”, otro tesoro del cine de Israel
Función Especial: El pasado miércoles 30 de noviembre, la embajada de Israel en Santo Domingo proyectó esta laureada cinta cuya historia mantiene una gran vigencia.
Joseph Cedar sabe dar en el blanco cuando hace cine. Se ha especializado en trascender el humanismo porque humanista él es. En mostrar la cultura como un vehículo de paz
Tiene en su haber una obra que habla por sí sola.
Con “Beaufort” alcanzó el Oso de Oro en Berlinale (2007) y una nominación a los premios Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Fue el filme más aclamado en Israel. La propuesta de Cedar estremeció a todos.
En “Footnote”, Cedar se involucró en un argumento distinto. Aquí no hay disparos, ni muertos, ni solidaridad entre uno y otro bando.
Este filme navega entre malos entendidos, casualidades y ambiciones. Estas perspectivas adornan una temática basada en la compleja relación padre-hijo, narrada con pulso seguro y mirada profunda.
La producción se nos presenta dividida en capítulos que funcionan como enunciados o entregas en apariencia independientes, pero muy vinculados entre sí. Nos llevan de la mano a un conflicto donde el sentido ético tiene que luchar en desventaja contra los resentimientos, envidia y mala fe.
El drama se centra en las relaciones antagónicas entre dos intelectuales, padre e hijo. Desde un inicio, ambos representan polos opuestos, ya sea por la vestimenta, la personalidad, el desprecio y la falta de pertenencia a los gupúsculos colegas.
Cedar escribe un guion donde explota las disyuntivas morales, ya bien cuando el padre, por un error recibe la noticia de haber alcanzado un premio que él mismo había criticado o cuando su hijo duda en defender la injusticia para con su padre. El filme alcanza momentos inolvidables dentro de una pequeña habitación, cuando un grupo de personas convoca al hijo para discutir cómo proceder contra el sabio linguista que los ha venido fustigando por décadas enteras, luego de conocido el error.
“Footnote” no es un duelo entre intelectuales, tampoco una controversia interpretativa sobre los misterios del Talmud, el compendio cultural básico del judaísmo. Es una exploración dentro del mundo de las ambiciones humanas y los conflictos personales donde se mueven tres personajes que representan distintos tipos de conductas: un padre “rosca izquierda”, su hijo “bohemio” y un intelectual resentido.
Las actuaciones no insinúan: Convencen. La mano de Cedar cuidó los detalles histriónicos. Aunque es bueno aclarar que los actores de cine de Israel gozan de una excelente salud interpretativa, algo que nace de la extraordinaria preparación profesional que reciben. En Israel, cualquiera no puede ser actor de cine. Hay que estudiar y formarse en teatro, danza, letras, ballet, y en el arte en sentido general, tanto para hacer drama como para los comedias “para toda la familia”.
Destaco el trabajo de Eliezer Shkolnik en el papel del padre y la de Yehuda Grossman en el rol de su enemigo intelectual. Para captar el rostro de ambos, la cámara se esmera. Saca a relucir fantasmas análogos (la criticidad versus la frustración) gracias a esos primeros planos semejantes a las viejas leyendas judías donde las miradas captaban los movimientos de los labios al hablar, las marcas en el rostro, la manera de fruncir el entrecejo y las contracciones musculares.
La música y la banda sonora complementan la puesta en escena. A Cedar solo le interesa adecuarlas al momento de cada cuadro y no se preocupa al dejar de escucharlas. Todo momento es matizado por algún detalle interesante: la fotografía con tics propios del género de acción (se trata de un thriller psicológico); el narrador en off; los “efectos visuales”; la ubicación de la cámara, siempre atenta a los puntos de atención, ya bien sean objetos físicos o recuerdos; la difusión de la sorpresa e indignación ante fantasmas del pasado, e incluso la representación de los créditos finales a manera de microfilms. La historia posee ritmo y suspenso ejemplares.
“Footnote” tal vez se acerca a los clásicos del mal llamado “cine de autor” donde señorea la versión de la novela de Umberrto Eco “El nombre de la rosa” (1986).
Sin embargo, y a diferencia del filme de Jean-Jacques Annaud, la obra de Cedar presenta la rivalidad padre-hijo acentuada por el hecho de dedicarse ambos “casi” al mismo oficio.
Sin embargo, en el final, el espectador entenderá que el tema medular es la actitud del investigador, la metodología científica como ética al servicio del conocimiento. Y con ello entenderá que siempre prevalecen los principios éticos.
El director no oculta su ludismo. En algunas subtramas acude a la música y a la comedia para suavizar el drama por cuestiones inherentes a conducir la tensión, así como por conflictos de relación filial.
¿Lentitud inicial?: El lector merece ser ilustrado sobre la vida y milagros de los protagonistas. Después, el filme mantiene un intenso ritmo donde las emociones y el ambiente de alta tensión se dibujan en una cinematografía notable, una edición casi perfecta, unos encuadres inolvidables y una estructura narrativa que respira cine de arriba a abajo.
Yo inclino me testa ante este nuevo tesoro del cine de Israel, hoy por hoy, sin nada que envidiarle a nadie.