Migración

Enfoque

Sin misterio: triángulo para cuadrar un negocio redondo

Karina Sánchez CamposSanto Domingo, RD.

Aprender en cabeza ajena, sin perder la propia, es signo inequívoco de sensatez y fundamento para una brújula exitosa. Las lecciones sin aprender, se repiten en una impuesta fórmula de miseria y delincuencia, con caminos trazados que han dejado como saldo un callejón sin salida. Suecia era uno de los países europeos más seguros; hoy, los altos índices de delincuencia, pasan facturas impagables a ese paladín del multiculturalismo, una moda que incomoda; bajo gobiernos de izquierda, no logró integrar a la gran cantidad de inmigrantes recibidos en los últimos veinte años (una quinta parte población sueca) y ha provocado sociedades paralelas reconoció este año la entonces Primera Ministra, Magdalena Andersson, siendo el país europeo con más muertes por armas de fuego, atribuido a bandas criminales de origen extranjero. Incluso, a finales de 2021, millares de policías reclamaban al gobierno que se ocupara de los “barrios prohibidos”. De las palabras a los hechos, la integración ha sido suplantación y destrucción. Sea en Europa o en el Caribe, da igual y no es igualdad, con la diversidad de una agenda única. No se construye libertad y prosperidad, destruyendo la identidad y la soberanía nacional. Fronteras abiertas equivale a soberanía cerrada.

En el contexto haitiano, todo crisis, nada espontáneo, algo detonado para presionar oleadas migrantes ilegales, en su argucia de eludir la propia responsabilidad como ajena y endilgársela al buen vecino. Haití es una bomba de tiempo cronometrado, convierte a sus nacionales en apátridas al desconocer sus derechos, teniendo una Constitución que establece el principio de Jus Sanguinis, por lo que hijos de haitianos son haitianos sin importar donde nazcan. Entretanto, la Comunidad Internacional personifica el dicho popular “hacerse el sueco”, mirando hacia otro lado sobre su rol en la crisis humanitaria propiciada, con histórico fracaso de las misiones de paz y estabilización de la ONU, que desencadenaron mayor violencia e inestabilidad, incluyendo graves denuncias de abusos sexuales, calculando en 2017 que 3,300 pedófilos trabajan para las diversas agencias del organismo. Asimismo, escandalosa depravación encabezada por el director de la ONG Oxfam en Haití, para explotación sexual con sobrevivientes del terremoto de 2010 por sexo; cruel y vulgar corrupción de la digna esencia como personas, pisoteada por quienes debieron protegerla, pero que, tomando ventaja en su estado más vulnerable, se lucraron de su pobreza, además de beneficios que no llegaron a su destino. Connivencia de misiones humanitarias deshumanizantes. Mientras, sus fuentes de financiamiento reciclan el ciclo de ganancias.

Fomentar ilegalidad, solapada en otro nombre, sólo altera la forma, no el fondo: en República Dominicana no hay refugiados, sí ilegales, aunque con derechos garantizados que no disponemos los ciudadanos. Ojo avizor con las caravanas migrantes, ahora “caravanas humanitarias”, normalizando violencia como justificación de derechos humanos, con turbas que transgreden leyes y seguridad de países a los cuales reclaman libre entrada, o sea, huyen de violencia validando violentamente su entrada en otros países. Refieren problemas de pandillas acogiendo métodos pandilleros, y para trabajo bien remunerado, aunque, ¿cómo estarían mejor remunerados ilegalmente y sin conocer el idioma? Contraproducente.

En el “Triángulo de las Bermudas”, el misterio es porque desaparecen, sin embargo, aquí no hay misterio, porque aparecen intenciones malsanas de desaparecer las identidades nacionales para crear masas sin soberanía, con una mezcla de culturas antagónicas. Los indocumentados haitianos no son responsabilidad del Estado ni del pueblo dominicano. La ilegalidad no genera derechos. Las migraciones ilegales masivas corresponden a caos y borrón de identidad, una jugada para propiciar el arma geopolítica que supone el NOM en la instauración de un gobierno global, totalitarista y plutocrático, cuya etapa previa se agota con la figura del “Papá Estado”, a la sombra de modelos socialistas. La esclavitud del siglo 21 está en marcha con la bandera de la igualdad, pero no iguales en dignidad, sino, en una masa inerme, y por tanto manejable, cosificados bajo el pseudónimo de “ciudadanos del mundo”, hacia la deshumanización para controlar, sin Dios, ni patria, ni libertad, literalmente una amalgama esclava sin conciencia, como dispone el lema de esta deshumanizante agenda: “No tendrás nada y serás feliz”.

Los tres puntos del triángulo para cuadrar un negocio redondo, parten del Pacto Mundial para Migración de la ONU (fronteras abiertas), continúa con Plan de Contingencia para Flujos Masivos de Inmigrantes en República Dominicana (tipifica de refugiados a haitianos indocumentados o ilegales), cierra con Censo Nacional de Población y Vivienda, sin documentar nacionalidad e introduce concepto “residente habitual”. ¿Será que nos habituaremos a violar las leyes como nueva norma? La irregularidad deja de ser tal si es habitual, ¿cierto? Al centro del triángulo, quienes mueven los hilos a través de las ONG.

En 2018 advertí acerca de una amenaza, entonces en ciernes, de migrantes con derechos dados a ciudadanos sin derechos garantizados, que se aprestaba a caer por su propio peso. Tras fuerte presión popular de los dominicanos, en vísperas de confirmar la voluntad expresa del Gobierno Dominicano y su expresidente Medina, se vieron precisados a rechazar públicamente la firma del Pacto Mundial sobre Migración; lo que genera derechos es vinculante, “contiene disposiciones contrarias al interés nacional”.

“Por el hilo sacarás el ovillo y por lo pasado lo no venido”. En 2016, los Estados Miembros de la ONU consensuaron mediante la Declaración de Nueva York, la finalidad del Pacto Mundial sobre Migración, con voluntad política de aplicar una respuesta integral basada en un NUEVO MARCO, crónica de un leonino fardo en nuestro contexto y realidad histórica, procurando establecer variables legales, mas no legítimas, para definir distinciones entre migrantes y refugiados. Además, nuevas viviendas para refugiados que el ACNUR (entendía apátridas hijos de haitianos en R.D. de manera irregular, al margen de la ley) considere necesitan reasentamiento y de paso movilidad de la mano de obra (sustitución local), educación (Ideología de Género) y fortalecer gobernanza mundial migratoria (Nuevo Orden Mundial). ¿Se entiende quiénes pagan el pato por el pacto?

Del Pacto al Plan: mansos y cimarrones. El 11 de Diciembre de 2018 no firmamos en Marrakech, pero sí en 2019 el Plan de Contingencia para Flujos Masivos de Inmigrantes en R.D., empujando escenarios que activan tal plan para una fusión de matices solapados, a los fines de colapsar la sociedad dominicana entre las falacias haitianas de “apátridas”, “refugiados” y “residentes habituales” que faciliten el control global.

En el marco del censo nacional sin nacionalidad, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los DD. HH., pidió autoridades de R.D. detengan deportaciones a Haití; a su vez, el coordinador de la Mesa Nacional para Migraciones y Refugiados, considera lo propio “hasta que Haití supere la crisis que atraviesa”... calculen las décadas de crisis eternamente cotidiana, para entender apuesta en ese sentido: conculcar nuestras leyes y soberanía nacional al dictado de injerencia extranjera. Bien hizo el presidente Abinader en calificar “inaceptables e irresponsables” tales declaraciones; continuarán e incrementarán repatriaciones de haitianos ilegales. Enfatizó: “Juré cumplir las leyes y lo estoy haciendo”.

A seguidas, Embajada de los EE.UU. emitió alerta a sus ciudadanos de piel oscura sobre supuesto “trato desigual”, porque autoridades dominicanas aplican sus leyes; la respuesta nacional fue el repudio ante la andanada contra nuestra soberanía para presionar la imposición de una solución dominicana a la situación haitiana. Distracción estratégica poner a perder el tiempo con la cuadratura del círculo (problemas inexistentes o falaces) en una serie de infundios instantáneos como racismo, repatriaciones de niños solos, trabajo forzoso de haitianos y discriminación, mientras se cuadra un negocio redondo.