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Enfoque

La ganadería puede ser más eficiente y contaminar menos

Rodrigo CastañedaSanto Domingo

En el medio de las negociaciones de la COP27, lo que está claro es que el mundo está muy lejos de mantenerse por debajo de los objetivos de temperatura del Acuerdo de París. Según el informe de ONU Cambio Climático, el incumplimiento de los compromisos actuales por parte de los países aumentaría las emisiones en un 10,6 % para 2030 y pondría al mundo en camino hacia un calentamiento de 2,5 ºC más para finales de siglo.

A pesar que los países no industrializados no son grandes contaminantes, sino más bien receptores de los efectos del cambio climático, como es el caso de República Dominicana, deben también identificar sus propias formas de reducir las emisiones de efecto invernadero, y producir una proteína de forma más amigable con el medio ambiente.

Esto requiere transformaciones en los modelos productivos, en las bases técnicas de la producción, en el comportamiento del consumidor y, por tanto, en los propios mercados.

La ganadería es un pilar tradicional que contribuye a la seguridad alimentaria, el empleo, la generación de divisas y la creación de materias primas para otras industrias.

En República Dominicana, el sector agropecuario es considerado un motor para la reducción de la pobreza en las zonas rurales del país. Según el Banco Central Dominicano y el Banco Mundial, la agropecuaria (que incluye la ganadería, la silvicultura, la pesca y la agricultura en sí) representa el 7,6% del PIB, de los cuales el 3,9% corresponde a actividades ganaderas y el 3,6% a la agricultura.

Como enla mayoría de los países, los sistemas agroalimentarios de la República Dominicana, incluyendo el sector ganadero, ejercen presión sobre los recursos naturales. La producción bovina tradicional se ha centrado en el uso no regulado y extenso de los pastos, lo que se traduce en degradación, compactación y erosión de los suelos, especialmente teniendo en cuenta que más del 67% de las fincas ganaderas practican pastoreo libre, basado en sistemas de producción con niveles bajos de productividad y eficiencia.

La FAO junto al Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio de Agricultura y con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés), implementan un modelo de Ganadería Climáticamente Inteligente, que se basa en la mejora de la productividad y los ingresos de la finca, promoviendo la resiliencia al cambio climático y la reducción de su impacto en el medio ambiente.

La iniciativa piloto desarrollada entre 2019 al 2022, prioriza seis provincias de la cuenca del río Yuna (Monseñor Nouel, La Vega, Duarte, Sánchez Ramírez, Monte Plata y Samaná), beneficiando a 700 productores y productoras de 16 organizaciones ganaderas con incidencia en esta zona, con la participación de instituciones socias del sector ganadero, tales como: DIGEGA, CONALECHE, Banco Agrícola, IDIAF y FEGACIBAO.

Los resultados generados son positivos, evidenciando un aumento de la producción de pastos y forrajes en un 38% por finca, incremento de la producción de leche en 31%, lo que representa un aumento de 1.7 litros/vaca/día, incremento de ingresos por venta de leche en 35% y reducción de las emisiones de CO2 por litro de leche producido en 22%.

El éxito de este modelo, se basa en la transferencia de tecnologías, el uso de variedades de pastos y forrajes adaptadas a las condiciones agroclimáticas, el manejo eficiente del pastoreo, integrando la rotación de potreros con el uso del cerco eléctrico, desarrollo de sistemas silvopastoriles (cercas vivas, bancos forrajeros, árboles para sombra, otros), así como también la mejora de la alimentación del ganado a partir de insumos locales, conservación de forrajes, mejoramiento genético del ganado, conservación de suelos y aguas, aprovechamiento de residuos sólidos para producir biofertilizantes (Biodigestores), buenas prácticas para mejorar la calidad de la leche y uso de registros en fincas.

Estos resultados evidencian que el productor ganadero, puede ser técnica y económicamente más eficiente, y a la vez jugar un rol importante en la adaptación y mitigación de las causas y los efectos del cambio climático.

Como diría Joaquín Sabina, “Nos sobran los Motivos” para buscar modelos de producción más sostenibles y eso incluye la ganadería y en general la alimentación. Un reciente artículo de Ricardo Abromavay publicado en el periódico brasileño Valor Económico (Professor Sênior do Programa de Ciência Ambiental do IEE/USP) menciona que La Guía de Alimentos Chinos anuncia una reducción del 50% en el consumo de carne para 2030.

Las nuevas generaciones tienen mayor conciencia de la relación entre alimentación y salud, además de sus preferencias por consumir alimentos producidos que no dañen el medio ambiente. Los propios mercados están reaccionando a las amenazas que plantean las formas convencionales de ganadería, con alternativas tecnológicas que han ido ganando fuerza entre los inversores globales (Institute for Sustainability Leadership de la Universidad de Cambridge).

El país ya tiene los aprendizajes necesarios en relación a la contribución que hacen este tipo de modelos inteligentes.

Con el liderazgo de las instituciones públicas junto con el apoyo del sector privado, se podría avanzar en el diseño de una estrategia nacional de ganadería climáticamente inteligente, que busque la priorización y articulación del sector, para impulsar así una real transformación del sector ganadero que lo vuelva más eficiente, resiliente y bajo en emisiones de carbono.

El autor es Representante de FAO y Daniel Valerio. Especialista FAO, Ganaclima