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Plumas de oro del Siglo XIX: Alejandro Dumas y Julio Verne

Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo

“ Hubo verdaderos príncipes !!Personas que vendían su talento y hasta lo revendían !! Hacían antesala en casa de los grandes señores, muchos de los cuales no desdeñaron poner tarifa a los elogios; y pagaban y siguieron haciéndolo hasta que un suceso imprevisto vino a terminar radicalmente con estos sumos sacerdotes”

Fragmento de: “París en el SXX”(1860), Julio Verne.

Con la racionalidad argumentativa que despierta la inquietud intelectual, motivamos a las presentes y futuras generaciones a disfrutar el tesoro de la lectura de mentes brillantes que con sus plumas surcaron los mares del conocimiento y la imaginación con talento y creatividad.

Inicio con el novelista y dramaturgo francés, Alejandro Dumas, padre, (1802-1870) , autor romántico, hijo del general mulato del ejército napoleónico, Thomas Alexandre Dumas, de quien unos dicen es oriundo de la zona de Montecristi y otros de Haití.

Su abuelo fue Antoine Alexandre La Pailleterie, noble francés que viajó a la isla de Santo Domingo en los años 1700s, buscando oro, y su abuela, haitiana, Louise Cesette Dumas, una esclava. Escribió obras famosas que se han convertido en clásicos de la literatura universal, como: “Los tres mosqueteros” (1844), que resalta a través de la figura del mosquetero D’Artagnan: la lealtad, la valentía y la importancia de la unidad y la solidaridad para las buenas causas.

“El conde de Montecristo”(1845) , que narra cómo la intriga manipulada y la injusticia llevan a un inocente, Edmond Dantés, a la ergástula, y al salir, años después, el mismo se dedica a tramar la venganza perfecta, para después perdonar.

Hay relatos que afirman que Dumas, padre, para escribir el Conde de Montecristo, se inspiró en el Morro de Montecristi, y en la heroica y meteórica carrera militar de su padre.

Creando la trama de la siniestra prisión del Castillo de If, pequeña isla francesa del Mediterráneo, cuando visitó con su madre la tierra de su abuela en el Caribe (1840).

Esa lectura enseña a dominar el pesado lastre del odio y el resentimiento, aprendiendo del dolor para superarse; y a “confiar y esperar”.

Su hijo, que también se llamó Alejandro Dumas (1824-1895), inspirado en la vida real, escribió la reconocida obra: “La dama de las Camelias” (1848), base de la ópera: “la Traviata”, de Verdi.

Con su protagonista, la cortesana, Margarita Gautier, alecciona que cuando no se controla la ambición del dinero se pueden cometer todo tipo de actos indignos, sobre todo el robo y el engaño.

Otra pluma brillante del siglo XIX, lo fue el también francés, Julio Verne, (1828-1905), considerado el padre de la literatura de ciencia-ficción, con una visión que predijo algunos inventos del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos y las naves espaciales.

Sus obras poseen una prosa ligera, amena y científica, reflejando fe en el progreso, donde el valor, la inteligencia y la bondad siempre triunfan sobre la ignorancia y la estrechez mental .

Entre sus libros de aventura y fantasía, figuran: “Viaje al centro de la Tierra” (1864); “De la Tierra a la Luna”( 1865), el cual despertó el interés por los viajes espaciales; y, “Los hijos del capitán Grant”(1868).

También se destaca: “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1870), novela que narra el periplo de una fragata americana en busca de un monstruo marino de gran tamaño. El mismo resultó ser el submarino Nautilus, con su capitán Nemo, en un viaje fascinante al fondo del mar, buscando tesoros sumergidos en la Atlántida, con luchas contra caníbales y pulpos gigantes.

Su obra: “Miguel Strogoff” (1876), presenta un capitán de los correos del zar que recibe el encargo de llevar un importante mensaje a la lejana ciudad de Irkutsk, en Siberia oriental, a orillas del lago Baikal, amenazada por una revuelta tártara, los descendientes de Gengis kan(mongoles). En la misma se resalta el valor, la devoción y la lealtad.

El libro: “París en el siglo XX”, que aunque escrito en 1860, por severas discrepancias de Verne con su editor, Pierre Jules Hetzel, se publicó 130 años después, en 1994.

Ahí, destaca la vida en París (1960) con el joven artista Michel Dufrenoy, reflejando preocupación al devaluarse al arte y la cultura por el progreso mecanizado, sin humanismo.

Sólo interesaría la producción y el monopolio. “El demonio del dinero los empujaba sin descanso y sin piedad”, creando una anomia y relaciones sociales en base a “lo que el otro nos puede beneficiar materialmente”.

En ese libro predijo el uso del internet y del fax, y que los edificios altos llegarían a reemplazar las casas en una sociedad industrializada.

Julio Verne, escribiría: “Ya nadie leía, pero todos sabían leer ”, intuyendo también la contaminación ambiental; que el mar iba a inundar Europa; y que los polos se iban a derretir por el cambio climático provocado por el hombre.

Visualizó los molinos eólicos, el ascensor y la silla eléctrica para matar condenados a muerte.