“Le gané el pleito a Fiona, pero no pude con el río”

Ni colchones, ni zinc. Personas afectadas por el paso del huracán Fiona, a orillas del río Duey, se quejan porque no ha llegado la ayuda oficial.

Inundaciones.  La crecida del río Duey, en Higüey, afectó las viviendas de los alrededores en el sector Los Platanitos. JORGE MARTÍNEZ/LISTÍN DIARIO

Inundaciones. La crecida del río Duey, en Higüey, afectó las viviendas de los alrededores en el sector Los Platanitos. JORGE MARTÍNEZ/LISTÍN DIARIO

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Shaddai Eves / Eliana LedesmaHigüey, La Altagracia

“ Le gané la pelea a los fuertes vientos de Fiona, pero no pude con ese río”, comienza a narrar Rodolfo Núñez, conocido cariñosamente como “El Moreno”, por sus vecinos en el sector Los Platanitos, en el municipio Higüey, sobre la travesía que vivió junto a ellos con la entrada del huracán Fiona por el Este del país.

Rodolfo la describe como “la noche larga”, debido a que, específicamente a las 2:00 de la madrugada, fue cuando empezaron a arreciar las fuertes ráfagas de viento de Fiona y los techos de zinc de algunas casas comenzaron a volar por los aires.

Lo primero que vino a su mente y lo que se le ocurrió al ver esto fue “recoger a los vecinos que estaban en la parte baja (muy en la orilla del río Duey) y brindarles un refugio seguro en su casa”.

“Las hojas de zinc volaban y cuando vi que las matas de coco se cayeron”, señala donde estaban, “recogí a los vecinos que estaban en la parte baja”.

Rodolfo, de 37 años, cuenta que no aguantaba los gritos de otros residentes de allí que, cuando se les iba una hoja de zinc de sus techos, se alarmaban y pronunciaban oraciones, “pidiendo a la virgen que los protegiera”.

Ante ese, para él, desgarrador panorama, lo segundo que decidió hacer fue subirse por los techos y colocar blocks en los techos de hojalata de todas las casas y amarrar con sogas. Pasaron una, dos, tres, cuatro horas y ahí estaba él, bajo lluvia, trueno y viento.

“El instinto humano siempre cuando uno ve a una persona mayor que uno, lo que uno hace es socorrerlo. Gracias a Dios no hubo pérdida humana, pero pasamos la madrugada entera socorriendo a los vecinos para que no se les fuera el techo de zinc”, narra.

Sube el río Duey

El siguiente día, específicamente, a las 6:00 de la mañana, cuando empieza a amanecer, y las lluvias han cesado un poco, Rodolfo nota “un sonido extraño proveniente del arroyo”.

Cuando se percata ya el afluente comienza a tocar una puerta tras otra y a penetrar por las ventanas de su vivienda.

“Ese río subió y no pudimos recoger nada. Lo vivimos en carne propia y hoy lo estamos sufriendo”, dice tras precisar que nuevamente tuvo que socorrer a sus vecinos, sobre todo, a los adultos mayores y convalecientes.

“Empecé a evacuar a todos del lugar que estaba siendo consumido por el Duey”, manifiesta. Se gana el título de “héroe” y así lo confirmó Rufina, una de sus vecinas.

Lo perdió todo

Rodolfo lo perdió todo. Vive del día a día. Está ahora sin un mueble o un cómodo colchón, y contrario a otros, que todavía buscaban las pocas cosas que se escondían debajo de los pedazos de concreto, tablas y zinc, a diez días de Fiona, él estaba desprendido de todo.

“Ni ropa tengo, pero gracias a Dios no hubo pérdidas humanas. Hay un Dios más grande que todo y estamos vivos con deseos de trabajar”, expresa.

Anhelo por sus hijos

El hombre, que se dedica a la instalación de música a vehículos, reveló que “desde que Fiona se fue no he vuelto a dar un golpe”, porque no ha conseguido clientes.

Contó que tiene dos hijos, uno de 14 y otro de 16 años que aún no han podido entrar a la escuela y ese es su deseo.

“En los momentos de la catástrofe y en los momentos difíciles es que uno los necesita a ustedes (se refirió a las autoridades y los funcionarios del gobierno). No nos dejen huérfanos. Le gané el pleito a Fiona, pero no al río, no pude y mis vecinos y yo necesitamos una mano”, dijo el rescatista.

Se sienten ignorados

Colchones, muebles, ropas a la intemperie, y los martillazos de quienes insistían en recuperar las pocas tablas y planchas de zinc que aún quedaban dispersas en todo el entorno de las que fueron sus viviendas, así estaban los moradores en la comunidad de El Matadero en San Rafael del Yuma, una de las localidades de Higüey afectadas por el paso del huracán Fiona.

A 11 días, aún no llegan las ayudas de materiales de construcción para el arreglo y remozamiento de sus casas, que quedaron afectadas debido a la crecida del río Yuma, por las lluvias generadas en la última semana.

“Esto se llenó de agua por el río Yuma y aquí no ha llegado nada, ni colchones, ni zinc, señor Presidente (Luis Abinader). Es a un grupito y se lo reparten entre ellos y los pobres somos gente”, decía indignado uno de los damnificados, Roberto Espinal Castillo, quien casi fue arrastrado por el caudal de un arroyo cuando Fiona se alejaba del país. Cerca del mediodía, muchos de ellos se encontraban, además, lavando a mano algunas ropas sucias del lodo del afluente que encontraron debajo de los escombros, mientras otros, que estaban refugiados en las iglesias de esa zona, se les veía reconstruyendo y levantando sus viviendas ellos mismos.

Aunque los lugareños confirmaron que recibieron ayudas de alimentos, tanto cocidos como enlatados, fueron enfáticos al alegar la ausencia de asistencia en cuanto a la entrega de planchas de zinc, madera y materiales de construcción para mientras tanto asegurar sus viviendas.

Excluida

Olga Lidia de Mota, una de las afectadas, narró que fue a inscribirse en una lista para recibir ayuda, pero al final no pudo y terminó siendo excluida debido a que le dijeron que “no le entregaran nada a los que viven próximo a la orilla del río”.

“Mi casa se la llevó el río y cuando me fui a apuntar para buscar ayuda me dijeron que no le entregarán nada a los que viven cerca del río, porque no se puede hacer casa cerca del río”, indicó la mujer que tiene dos hijas, de nueve y 10 años.

“Yo la levantaré hasta sola si no me quieren ayudar, porque es lo que tengo, el padre de mis hijas se murió y no puedo pagar una casa”, agregó.

De Mota contó que a su casa sólo le faltaba el piso y ahora por Fiona tendrá que hacerla de nuevo desde cero.

Mientras Carolina Cedeño, otra de las perjudicadas, declaró que se refugió en una iglesia junto a otras personas y que regresó a su “casita”, pero no ha recibido ayuda. “Escuché que estaban dando unos colchones, pero no pasaron por aquí y cuando lo vi, es una cosa súper pequeña, que solo cabe una gente, pero yo no tengo nada, no importa”, dijo Cedeño.

Estimaciones

Los daños causados por el huracán Fiona en República Dominicana superarán, según las primeras estimaciones del gobierno, los 20.000 millones de pesos, según indicó el pasado lunes el presidente del país, Luis Abinader.

En una rueda de prensa acompañado de gran parte de su Gobierno, Abinader dijo que el inventario de los daños se hace día a día y consideró que lo más difícil va a ser valorar los estragos provocados en el sector agropecuario, muy afectado por el ciclón.

Abinader pidió al Congreso Nacional, y así fue aprobado, la declaración del estado de emergencia durante 45 días en doce provincias, para asegurar “acciones rápidas” y que las provincias afectadas retornen a la normalidad.

Datos

Fenómeno.

Fiona pasó como un huracán categoría uno por la zona noreste del país, dejando inundaciones, casas destruidas y daños al sistema energético.

Turismo.

El ministro de Turismo, David Collado, reveló el pasado miércoles que unos 40,000 extranjeros dejaron de llegar al país por el huracán Fiona y la suspensión de vuelos, aunque estimó que eso no afectará las proyecciones para el mes.

Esfuerzo. Carolina Cedeño lava algunas piezas de su casa afectadas por el ciclón.

Determinación. Olga Lidia de Mota ya ha comenzado a levantar ella misma su vivienda destruida por Fiona.

Rescatista. Rodolfo Núñez se dedicó a apoyar a sus vecinos durante la tormenta.