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Flora, la travesía de una envejeciente que es cuidada por su hermana de 87 años

En sus años de juventud se dedicó a ser monja y médico

Flora, la travesía de una envejeciente que es cuidada por su hermana de 87 años

Flora, la travesía de una envejeciente que es cuidada por su hermana de 87 años

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Lourdes AponteSanto Domingo, R.D.

Flora Rodríguez Paulino es una envejeciente que padece de la enfermedad Alzheimer y se encuentra bajo los cuidados de su hermana, otra anciana de 87 años de edad, de nombre Mercedes Rodríguez.

De todos los medicamentos que debe tomar a diario, el que menos cuesta tiene un precio de 2,500 pesos, en total Flora se toma más de doce medicamentos al mes, inclusive algunos de estos tienen un valor de 4,500 pesos.

“Ella toma medicinas todos los días, ella es pensionada por el Ministerio de Salud Pública (MSP), yo he tenido que comprársela como puedo, ella no se le puede dejar sus medicamentos, se pone nerviosa y agresiva, yo estoy presente, pero no puedo hacer fuerza o levantarla sola, ella solo se le pueden dar alimentos líquidos, ella no puede masticar”, explicó entre penas Mercedes.

Postrada en una silla de ruedas y con el paso de los años pasándole factura, Flora no tiene memoria de la gran mayoría de actos y vivencias de vidas borrados por la terrible enfermedad.

“Mi hermana no descansaba, eso era cuidando enfermos y hasta yendo a casas a atenderlos, para ella la vocación de ser médico y monja era algo indescriptible”, narró su hermana.

Para traer a Flora desde San Francisco de Macorís ha sido una travesía, ya que antes de perder sus últimos rastros de lucidez, esta no quería salir de su casa, por lo que en el tope del inicio de su enfermedad su familia tuvo que decidir por encima de ella.

“Unas vecinas muy cercanas a ella fueron las que me contaron la situación de ella, como yo vivo aquí en la capital y ella vivía en San Francisco de Macorís, yo comienzo a llamar para la casa, me contacto con una de las vecinas que la visitaba y cuando esta va la encuentra dormida en una mata que estaban cortando fuera de la casa, desde ese momento decidí traérmela para acá, porque ella se resistía a venir aquí”, contó Mercedes Rodríguez.

Flora dedicó su vida al servicio desde los 11 años, a esa corta edad decidió que deseaba ser monja y se unió a las “Hermanas de la Caridad”, a su vez realizaba sus estudios para convertirse en profesional de la medicina, para ambas cosas se dedicó hasta el final de su vida útil, así inició narrando la historia su hermana.

Sor Flora, como era llamada y la fe que refleja su familia, necesita que ahora la sociedad le devuelva todo lo que ella entregó en cuerpo y alma.

Aún con su falta de memoria, sus manos se tocan entre sí haciendo la simulación de rezar el rosario, sus oraciones no suenan con la vitalidad de antes y su propio cerebro la hace perder el hilo de la conversación, esta vuelve y lo recita.

La pensión de doña Flora

A pesar de que antes de sucumbir a la enfermedad le firmó un poder notarial a su sobrina Antonia Paulino de Espinal, el cual se renueva de acorde con lo establecido cada junio, desde hace tres meses no se ha podido cobrar la pensión, pero se le descuenta su seguro de esta.

Otra queja de la familia es que según lo pautado, esta debería tener un monto de 50,000 pesos, ya que está trabajo toda su vida para el Estado, pero solo cobra 19,000 pesos, de los cuales se desprenden montón de responsabilidades, dentro de ellas el pago de personal para que colaboré en las cuestiones del hogar y la salvaguarda de Flora.

Para contacto con su sobrina Dania, llamar al 829-977-0597