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El debate político y la microfísica del poder

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Willians De Jesús SalvadorSanto Domingo, RD

El presidente de la República Luis Abinader, durante la jornada del “Programa de Red de Protección Social”, habló con sentido orgullo de sus logros, en lo referente a la recuperación económica, turismo, salud, transparencia y alimentación en su gestión, que el próximo 16 de agosto cumple dos años, a la que refirió a los que deseen discutir sobre esos datos que lo hagan con los organismos internacionales.

No hay que ir a los organismos internacionales para confirmar de los logros tangibles logrados por este gobierno en la recuperación económica, las estadísticas están disponibles y a la vista de todos, obvio desde la estratósfera del poder se perciben los indicadores macroeconómicos, que debemos señalar que han sido ejemplares en el último cuarto de siglo, cuando el Dr. Joaquín Balaguer le entregó el poder al presidente Leonel Fernández, le entregó el país con un avión lleno de gasolina en la pista listo para despegar, y realmente despegó con sus altibajos, como fue en el último bienio del periodo 2000-2004.

El presidente es el líder de la nación, cuando habla debe hacerlo para sus conciudadanos, no necesariamente para sus contradictores, excepto en las actividades proselitistas en las que está endureciendo el voto de los suyos, atrayendo a los independientes y enfrentando a sus opositores. Esto me hace recordar la “Microfísica del poder” de Michel Foucault, que fue motivo de apasionada discusión en la década del 70 entre académicos, filósofos y politólogos franceses, entre otros Gilles Deleuze, Jacques Ranciére y André Glucksmann, y donde el pensador francés se refiere a las cuestiones del día a día en la disputa política.

A manera de ilustración, la microfísica del poder es muy amplia, Wikipedia de manera sucinta la define: “el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan.”

En la República Dominicana, país eminentemente presidencialista, el presidente es líder de todos, Cualquier información que solicite hasta el ciudadano de a pie, tiene varios caminos institucionales, portales de transparencia, estadísticas de las diferentes instituciones ministeriales, direcciones generales y el Banco Central, esta última prestigiosa y goza de la credibilidad de todos los sectores nacionales. Los indicadores de desarrollo humano, transparencia, derechos humanos, etc. son de público conocimiento en los portales de los organismos internacionales, y contra esas verdades ni gobierno, ni opositores pueden discutir.

En el año 1987 en mis años de Residente de Endocrinología y Nutrición, asistí a una conferencia sobre urgencias endocrinológicas en el Hospital la Princesa de Madrid, y el conferencista habló los primeros 20 minutos de pacientes que por diversas razones se habían complicado. Al terminar la intervención un medicó le preguntó: Profesor usted habló más de sus fracasos que de sus éxitos y el respondió con su acento catalán, en medicina los fracasos nos enseñan más que los finales felices.

Es una verdad incontrovertible, que el actual gobierno ha mantenido los indicadores macroeconómicos y otros transcendentes para el desarrollo nacional, pero todavía hay grandes y esforzadas tareas que el gobierno del cambio debe afrontar, como es mejorar la educación que en el concierto de países de América Latina, no somos los más afortunados y aunque parezca inverosímil República Dominicana tiene una tasa de analfabetismo de la población femenina y masculina de 15 años y más de 6,31% al año 2020. En materia de salud la maternidad neonatal correspondiente al 2019, fue de 19,4 por cada 1000 nacidos vivos en contraste con América Latina que de 9 por cada 1000 nacidos vivos.

No conozco el texto del discurso del presidente en la jornada del “Programa de Red de Protección Social”, solo leí la crónica del Listín Diario, firmada por la periodista Laura Castillo. Ese evento era el escenario ideal para llevar un mensaje a todos los confines del país, sobre la estrategia del gobierno para conjurar los efectos de la inflación que todos estamos conscientes de sus componentes foráneos, producto de la guerra de Ucrania y las perturbaciones en la cadena de distribución, sin eximir los componentes internos como el alto costo de la energía eléctrica, disminución de la producción nacional, y falta de controles de precios. Son efectos palpables entre en los supermercados como en el comercio minorista.

Hay una frase muy gastada en el discurso latinoamericano, los pueblos no comen macroeconomía, y los índices valorados como excelentes para los organismos crediticios, no siempre repercuten en el estado del bienestar. Por la naturaleza de mi profesión interactúo diferentes segmentos de la sociedad, y esto me permite percibir que la clase media y el ciudadano de a pie están viviendo momentos apremiantes.

El país necesita gobernabilidad, estabilidad democrática, hay que poner en marchas las reformas consensuadas en el CES, entre ellas la de seguridad social, la puesta en marcha de la atención primaria, para esto es necesario una tregua política, tirar de las bridas el potro de la reelección, que salió temprano de la gatera y las prematuras actividades de masas de los partidos opositores, faltan dos años para las elecciones y estamos en medio de una crisis internacional, que hasta los más optimistas prevén que el años 2023 será el epicentro de la crisis global.

Reitero dos años en el gobierno en medio una multi crisis global, es muy poco tiempo para evaluar la gestión de un presidente, y el debate político no debe ser enrostrar los incumplimientos de campaña, es un momento en que cada ciudadano debe preguntarse ¿Qué puedo hacer por mi país? Debemos dar lo mejor de si por el bien de nuestro amado país.

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