Gobierno

El Palacio Nacional: Una majestuosa Casa de Gobierno

Historia: La suntuosa edificación, refleja dominio y poder. El baño en el que se suicidó el expresidente Antonio Guzmán guarda el eco de aquel disparo ocurrido el 4 de julio de 1982.

La Alfombra Roja en las escaleras de Palacio.

Anyara SolanoSanto Domingo, RD

Un Palacio Nacional excepcional plasmado en el suelo caribeño, que por décadas encarna un valor histórico y arquitectónico. La orden de construirlo fue iniciativa del déspota Rafael Leónidas Trujillo Molina.

El 27 de febrero de 1944, es la fecha en que se comenzó a erigir la emblemática obra, ocasión en que se conmemora el primer centenario de la Independencia.

El ingeniero italiano Guido D’ Alessandro Lombardi, estuvo a cargo de su diseño y construcción, quien tardó tres años para su terminación en 1947. No es para menos, esta semejante envergadura requería de tiempo para satisfacer las exigencias de “El jefe”.

En los terrenos de la sede presidencial, antiguamente funcionaba la Receptoría General de Aduanas, pero el 6 de enero de 1944, Rafael L. Trujillo, promulgó la Ley número 476, la cual autorizaba la demolición del edificio llamado Mansión Presidencial y anexos, para esbozar en esos terrenos el inmueble actual.

En terrenos ajenos

Como si habitáramos en un país sin inspección o ningún paradigma, es lo que demuestra la situación. Algo inconcebible, los terrenos que albergan la esplendorosa obra del Palacio Nacional, la más trascendental del país, la mayoría están sin títulos, pues se encuentran en un proceso legal por la anomalía que despliegan hasta la fecha.

Para detallar y concebir este inconveniente hay que retroceder a la historia del país en 1907.

Todo esto tuvo preámbulo cuando Pedro Antonio Lluberes Saviñon, un millonario en tierras, donó al Estado dominicano en el año 1907 la porción de terreno conocido como la generala (en el cual se ubica el Palacio Nacional) con la finalidad de que se cimentaran los edificios de la Universidad Santo Tomas de Aquino, hoy Universidad Autónoma Santo Domingo, relató Carlos Lamarche, tataranieto de Pedro Lluberes Saviñon a Listín Diario.

En 1800 a Casimiro de Moya le compraron los terrenos que por un tiempo fueron propiedad de Pedro Saviñon.

Lamarche narró que las tierras de su tatarabuelo tenían tres nombres: La Aguedita que era el centro de propiedad, los amores y la Generala. “Es una propiedad que se llamaba mis amores próximos al Colegio Apostolado, eso eran los potreros donde había caballos y donde está el Palacio Nacional, se llamaba la Generala”, comentó.

Trujillo, un deseo sin plasmar

La causa del donativo no se cumplió, pues nunca se construyó la universidad. En esas tierras se le dio vida a una casa de madera, donde funcionaba la Receptoría General de Aduanas en 1917.

Pero con la juramentación de Horacio Vásquez como presidente de la República (1902- 1903 y 1924-1930), la Receptoría fue utilizada por él y su esposa como instalación gubernamental y residencia familiar, razón por la que se llamó Mansión presidencial.

En 1930 con la llegada de Rafael Leónidas Trujillo al poder también se utilizaba como oficina del Estado. Sin embargo, a partir de 1944 todo cambió.

Aunque 43 mil metros fueron declarados de utilidad pública por el dictador, no existen documentos del pago.

Lamarche considera que sería ilegal que un país democrático, sin pagar un centavo, un gobierno se adueñe de un terreno que no le corresponde. “Tiene que efectuarse un pago simbólico”, resaltó.

También dijo que se mantienen en la búsqueda del decreto de la donación ya que de acuerdo al Código Civil el donativo no está siendo utilizado para los fines concedidos.

Aunque los sucesores han reclamado los derechos de sus terrenos al expresidente Joaquín Balaguer, sin éxito alguno. El pasado 13 de agoto de 2021, tras enterarse de la rueda de prensa ofrecida por la actual administración sobre la situación del Palacio, se retomó el proceso que hoy se encuentra en manos de juristas y agrimensores, a la espera de una solución.

Para Lamarche, el presidente Luis Abinader “tiene la oportunidad de reconocer lo que se relata en la historia, ¿De quién son los terrenos? Y, sobre todo, de resarcir la situación”.

A la vez refirió que tanto él como otros miembros de la familia fueron contactados por el órgano administrativo y sostuvieron una reunión en la que dialogaron sobre el conflicto.

Un día para la historia

Con el distintivo color crema en su extravagante cúpula central, el Palacio Nacional, casa de Gobierno y sede del poder ejecutivo, tiene 74 años de existencia.

De acuerdo a las notas de prensa de la época, el 2 de agosto de 1947 a cargo de Monseñor Eliseo Pérez Sánchez se bendijo la obra. La ceremonia de inauguración terminó en un baile en presencia del dictador Trujillo, el 16 de agosto de 1947 en la que D’ Alessandro no fue invitado.

Según el vespertino “Última hora”, de fecha 6 de julio de 1993, el Estado invirtió en el inmueble US$5 millones.

En sus pasillos prevalece la elegancia, enalteciendo la creatividad de cada uno de los arquitectos e ingenieros que colocaron sus palmas en los paredones del sublime inmueble.

Un patrimonio arquitectónico

El arquitecto José Enrique Delmonte, explicó que impera con un estilo neoclásico ecléctico debido a la mezcla de las distintas piezas para engalanar la edificación. Otros de sus estilos son el victoriano, barroco, el galo Luis XVI.

De su parte, la especialista Mauricia Domínguez apuntó que en términos de jerarquía el elemento más significativo es la cúpula que corona la pieza central, precedida por la escalinata y el pórtico delantero de índole neoclásico.

“Es una obra con materiales de hormigón armado, cuya terminación exterior fue hecha en un pañete de color, hoy en día moteado de otro color. En el interior prevalecen componentes de terminación decorativa como el estucado veneciano, pan de oro, finas terminaciones decorativas en los grandes salones”, dijo Dominguez. Su diseño y geometría cautivan a sus visitantes.

En la entrada se visualiza la escalinata de mármol en la que resaltan dos imponentes leones en bronce. Ajustado con columnas deslumbrantes, resaltan sus tres niveles.

En el primer piso alberga las oficinas de servicios generales. El segundo nivel se encuentra distribuido con el salón del Consejo de Gobierno, así como los despachos del presidente, vicepresidente y funcionarios.

En el tercer volumen se sitúa el salón conocido por todos como las cariátides o los espejos. Con piso en roble americano, rodeado de amplios balcones construidos con caoba centenaria, es el preferido para celebrar espléndidas festividades.

Uno de los más amplios y lujosos elementos decorativos son las 44 cariátides enmarcadas entre 26 espejos. Sobre el salón, está una mini cúpula.

En este nivel también está el salón verde, el cual se dice que fue el único que el arquitecto D’ Alessandro pudo diseñar a su gusto, de color verde como su nombre lo indica, inspirado en uno de los salones del Palacio Real de Milán.

Además de estos resaltan el salón Embajadores donde el mandatario recibe las cartas credenciales de los representantes de otros países. El salón Las Caobas, Orlando Martínez, Hermanas Mirabal, Los Trinitarios.

En el edificio de 18,000 metros cuadrados, tiene una cúpula de 18 metros de diámetro, un mural del artista español Aurelio Oller Crosiet que refleja el tercer viaje de Cristóbal Colón. En él abundan otros detalles en mármol, bronce, oro, acero, yeso y maderas, algunos locales y otros importados.