Educación

Inteligencia artificial: ¿Bendición o maldición?

“Las máquinas no aplican ética, siempre debe haber una persona detrás”.

Idoia Salazar y Richard Benjamins, fueron los expositores en el conversatorio.

Los prejuicios en torno a la incidencia de la Inteligencia Artificial (IA) han sido arraigados desde antaño en el pensamiento social gracias, muchas veces, al papel protagónico en indumentarias del entretenimiento de elementos inteligentes falsos (como robots) que terminan apoderándose de la humanidad o superándolos, así lo explicaron Richard Benjamins e Idoia Salazar.

Durante el conversatorio “Implicaciones Éticas y Sociales de la Inteligencia Artificial” organizado por el Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Iglobal) y la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), los activistas en pro del uso ético de la inteligencia artificial en España, expusieron la manera en la que la humanidad ha abrazado un pensamiento equivocado, martirizándose frente a una fuente tecnológica que carece de una decisión de comportamiento ético propio y, sin embargo, actúa conforme al lenguaje que se le ha inducido.

“Las máquinas no aplican ética, siempre debe haber una persona detrás”, manifestó Salazar durante su exposición.

Según indicaron los españoles, un artefacto inteligente de funcionalidad ficticia es capaz de ser propulsor de los mayores bienes sociales y de significar un impulso importante para el sector empresarial y educativo de un país, entre otros aspectos, pero todo dependerá de los lenguajes instruidos en el algoritmo.

En función de esto, tanto Salazar como Bejamins, consideraron importante señalar que la conducta ética de una IA siempre será consecuencia de los valores de la empresa que le programa, de la misma forma en la que se ven involucrados los factores culturales dependientes del sitio de origen del producto.

Trabajo humano vs IA La idea de que la inteligencia artificial va a suplantar la mano de obra humana es una de las más temidas de frente a un futuro que promete la llegada de avances tan significativos como carros autónomos.

El hecho de que una máquina posea energía inagotable, no presente quejas por mayor realización de servicios, puede realizar varias funciones al mismo tiempo, es programada y por tanto desarrollara sus deberes con un margen de error básicamente nulo (dependiendo de la información suministrada), son algunos de los factores que la sociedad prevé en contra de su propio bienestar socioeconómico y que señala como la causa venidera de sus descensos empresariales.

Sin embargo, el doctor Richard Benjamins asegura que esta preocupación no debe trascender ya que la IA, en su globalización e utilización como sistema prioritario para las labores de trabajo humano que puede cubrir, tiene la mayor intención de dar apertura a la creación de nuevos empleos que signifiquen un punto de inflación en la economía global.

Puestos de trabajo “No se están automatizando puestos de trabajo, sino tareas. Lo que cambia son los tipos de trabajo” alegó. Mantenimiento y cuidado de equipos de inteligencia artificial, activación de comandos y la programación de sistemas de inteligencia artificial, son ejemplos de posibles nuevas fuentes de empleos a raíz de la imposición empresarial de estos sistemas.

IA y sentimientos La preocupación respecto al poder de autonomía de una máquina, es real.

El hecho de que puedan poseer sentimientos funciona como una clave para la fundamentación del pensamiento “los robots van a dominar el mundo”. Sin embargo, en una de sus intervenciones la cofundadora del Observatorio de Impacto Global Social y Ético de la Inteligencia Artificial en España, puso en conocimiento que, a pesar de todos los avances en este tipo de tecnología, todavía no se ha logrado que las máquinas desarrollen sus propios sentimientos, aunque… es una pretensión a futuro.

“Está científicamente comprobado que enamorarse es un procedimiento químico, que el miedo es un procedimiento químico y así otros sentimientos; y si son procedimientos químicos, entonces pueden ser replicados en máquinas”, sostuvo.

Discriminación artificial “Hey Siri, ¿me quieres?”, “Alexa, estoy triste. ¿Quieres ser mi amiga?”, “Google, necesito un abrazo”.

Las mismas preguntas a diferentes asistentes inteligentes resultan con respuestas distintas debido a la intención primaria con la que fue creada y el registro de datos estadísticos que posee como efecto de la misma cuestionante.