Entre Ciudad Juan Bosch, Hoyo de Friusa y la Cumbre de Las Américas
EL FRACASO DE LOS EXPERIMENTOS MIGRATORIOS
Para nadie es un secreto que los “experimentos migratorios” realizados por algunos países, entres ellos Chile y México para citar dos ejemplos, fueron un absoluto fracaso. El comportamiento inicial de numerosos ciudadanos haitianos que fueron acogidos no ha sido satisfactorio de las sociedades que les albergó con hospitalidad y solidaridad, a pesar de tolerarles su idiosincrasia y cultura –muy disímil a la región– definitivamente mostraron algún tipo de resistencia para integrarse socialmente.
Recordemos los violentos episodios entre chilenos y haitianos (2018), en los alrededores del Paseo Estación Central de Santiago de Chile, que originó una desenfrenada trifulca entre vendedores informales que discutían con los extranjeros al sentirse desplazados de los espacios para vender sus productos en la calle, situación que causó pánico entre los transeúntes. Un hecho que provocó una alarma nacional en ese país, y que se viralizó en las redes sociales.
Algo similar aconteció el 20 de abril 2021, en el mercado público de la ciudad mexicana de Tapachula, cuando las autoridades migratorias apresaron a tres haitianos, situación que molestó a una veintena de sus paisanos quienes agredieron a la autoridad y emprendieron a pedradas en contra compradores y comerciantes.
La República Dominicana no escapa al mal comportamiento por parte de esos ciudadanos que conviven entre nosotros, tanto en los sectores marginales y diferentes barrios de nuestra sociedad, del mismo modo que residen ciudadanos sudamericanos, centroamericanos, norteamericanos y europeos, con la diferencia, que los haitianos no se integran ni aceptan las normas de buena convivencia que son generalmente comunes en todos los Estados y sociedades.
El 18 de marzo del presente año, los dominicanos quedamos perplejos ante los videos colgados en las redes sociales, más tarde reseñado como noticia en los principales diarios locales e internacionales, donde se ponía en evidencia cómo un grupo de haitianos –la mayoría ilegales– lanzaban piedras y botellas contra los inspectores del Control Migratorio de la DGM, en ciudad Juan Bosch, quienes cumplían labores de repatriación de indocumentados y debieron abandonar el lugar para proteger sus vidas, mientras hacían esfuerzos para evitar una desgracia, que luego sirviera a la comunidad internacional o las ONGs haitianas como instrumento acusador contra el país.
Al día siguiente, la DGM acudieron al lugar auxiliados de tropas élites policiales y militares, haciendo valer la jurisprudencia en materia migratoria, deteniendo unos 385 haitianos indocumentados, siendo conducidos al centro de detención de Haina, para depuración, registro y repatriación, siempre respetándoles sus derechos humanos.
El pasado 01 de junio, el director de la DGM, Lic. Enrique García ofreció una entrevista en el programa televisivo “La Opción de la Mañana”, que fue reseñada por este prestigioso diario, bajo el título “Director de Migración: El Hoyo de Friusa es la esquina más peligrosa que existe en el país”. De acuerdo con el funcionario, este lugar representa una alerta para el Estado dominicano porque está tomado por los nacionales haitianos.
Ante las preocupaciones e interrogantes de los panelistas, este acotó “nosotros intervenimos El Hoyo de Friusa con más de 150 militares, ese es el sitio más peligroso que existe para inteligencia del Estado”. Señalando, además: “Ahí no puede entrar ni la policía ni migración, tiene que entrar un contingente”
Para colmo, y sin dejar que nuestra capacidad de asombro nos venza, observamos cómo de manera sutil se anuncia la firma de un acuerdo interinstitucional entre el Consulado General haitiano de la ciudad de Santiago y la Asociación de Industriales de Santiago (ACIS), con el propósito de que los trabajadores haitianos puedan optar por los beneficios de la Seguridad Social y así fortalecer el sistema económico, empresarial e industrial de ambas naciones.
En tal sentido, su presidente, Sandy Filpo, explicó que el acuerdo persigue beneficios para empresarios y comerciantes de los dos países y citó como importante para el empresariado criollo, el compromiso de establecer los visados para los socios de las instituciones que pertenecen a ella, que no solo sea de tres meses, sino de un año, para hacer más ágil el proceso.
También se comprometió a impulsar la “regularización del trabajador haitiano” a los fines de que puedan contar con el documento de identidad correspondiente, para que puedan acceder a la Seguridad Social y al Sistema de Pensiones, y estén debidamente regulados acorde con las leyes dominicanas de Seguridad Social y de Migración.
Tanto las declaraciones del funcionario de migración, como el acuerdo suscrito entre ACIS y un cónsul haitiano, implican dos sergas casi de facto. En la primera, prácticamente consentimos la “desnacionalización” de una determinada demarcación del territorio nacional, en la cual el Estado al parecer no tiene autoridad ni jurisprudencia y sus instituciones no tienen control sobre una población determinada. El otro, y no menos importante, pero más que preocupante, pero resulta sumamente peligroso porque una entidad que aglutina un sector empresarial regional se abrogó una especie de “derecho supranacional” actuando por encima del Estado dominicano.
Sin embargo, hemos observado las intenciones, coherencia y la firme voluntad del presidente Luis Abinader con respecto a Haití y su desenfrenada-desbordante problemática migratoria, donde muchos parecen desentonan en cuanto a su intención. Aunque en los casos mencionados, uno corresponde a un funcionario estatal y el otro a un representante civil de una entidad no gubernamental, pero ambos deberían estar centrados en el interés nacional, dejando por de lado el interés personal o grupal del momento.
Entendemos que ninguna entidad, cualquiera que sea, jamás estará por encima del Estado ni de sus instituciones. De ser así, entonces como sociedad estamos colapsando y debemos revisarnos, porque absolutamente nadie está por encima del interés nacional, por bien intencionados que supongamos sean sus propósitos.
El pasado 10 de junio, concluyó la IX Cumbre de Las Américas, con la ausencia de ocho mandatarios, tres no ser invitados por el presidente anfitrión, cuatro no asistieron en protesta a esa decisión, y el octavo padecía de Covid-19. El presidente Abinader aprovechó nuevamente un evento internacional para fijar la posición del Estado y del gobierno dominicano con respecto a Haití, su inestabilidad sociopolítica y el dominio territorial de las bandas criminales en ese país.
El mandatario reclamó a la comunidad internacional que acuda en auxilio de Haití, se deje de retóricas y seminarios para seguir buscando soluciones a la crisis institucional, económica, política, social y de seguridad que acosan al país caribeño, con la correspondiente “advertencia” de que República Dominicana no es ni será una solución al drama haitiano.
Es de suponer, que se tiene previsto en este tipo de reuniones que los temas a discutir se aborden en las plenarias y mesas técnicas, y más el tema migratorio sobre el cual Estados Unidos presentó un documento que involucra a toda América Latina, principalmente para República Dominicana, donde la migración haitiana representa más que un asunto migratorio, es un problema de seguridad nacional.
Finalmente, reconocemos la firme decisión del presidente al no firmar la “Declaración de Los Ángeles”, porque lo referente al tema migratorio corresponde más a un diseño perfilado a respaldar los intereses de Estados Unidos, sin quedar claro lo relativo con la región, principalmente para nuestro país. Aunque el documento habla del compromiso de promover el “desarrollo de los países de origen” para desincentivar la migración, el fin último sería frenar el flujo de indocumentados hacia Estados Unidos, y convertir en destino final a naciones que hoy bregan por expulsar ese tipo de inmigración ilegal.
El hecho de no firmar esta declaración, el presidente Abinader interpretó el sentir del pueblo dominicano, que nunca aceptaría que nadie violente su soberanía o se procure obligarla a ser parte de una solución a la crisis haitiana contraria al sagrado interés nacional.
El autor es miembro fundador del Círculo Delta
Para comunicarse: fuerzadelta@gmail.com