Balaguer, Manuel Corripio, Manuel Pareja y José Luis Corripio Estrada (Pepín)
Balaguer expresó, además, que don Pepín Corripio no dudó en complacerlo y días después sentó el honor de recibir en su despacho a mi amigo Manuel Pareja quien en lo adelante se encargó de imprimir sus publicaciones.
En el transcurso del día 19 de julio de 1995 visité al presidente de Joaquín Balaguer en su despacho del Palacio Nacional. Aquella visita fue con la finalidad de entregarle un ejemplar de la antología de sus poemas traducida del español al francés por Claude Couffon, decano de la Facultad de Letras de la Universidad Sorbonne de París.
Al recibir el texto, el mandatario no ocultó su satisfacción ante el inesperado obsequio. En aquella ocasión, el presidente me preguntó el lugar donde se realizó la impresión, específicamete si se había realizado en París. Se asombró cuando le respondí negativamente y le expresé que la misma había sido editada en la Editora Corripio. Al terminar de palpar la edición, lo que era una costumbre habitual en él, me sorprendió al decirme: «Ah, es que ahí está mi amigo Manuel Pareja, excelente editor».
Esto sirvió para iniciar por un espacio prolongado de tiempo, un intercambio de ideas con tinte casi familiar, debido a que Balaguer reveló que le había solicitado a don Pepín Corripio traer de Barcelona al impresor Manuel Pareja, por considerarlo como uno de los mejores que había conocido.
Balaguer expresó, además, que don Pepín Corripio no dudó en complacerlo y días después sentó el honor de recibir en su despacho a mi amigo Manuel Pareja, quien en lo adelante se encargó también de mis publicaciones.
El presidente Balaguer no escatimó adjetivos calificativos para reconocer la impronta de la familia Corripio, y narró que desde años atrás, mereció la amistad entrañable del padre de don Pepín, a quien veía frecuentemente cuando paseaba por la calle Emilio Prud-Homme del sector San Carlos, en las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX.
Según Balaguer, don Manuel Corripio padre, era un destacado comerciante, con visión de progreso, honesto, emprendedor y hacía culto al valor de la amistad auténtica. Este servidor, escuchó textualmente del Presidente Balaguer estas palabras: «En este país, hay dos presidentes: Uno encargado de la cosa pública, que en tal caso podría ser quien le habla, y el otro, don Pepín Corripio, quien representa a los empresarios».
Al continuar sus referencias, Balaguer también calificó a Pepín Corripio como un conciliador por antonomasia, porque siempre supo limar con inteligencia y sinceridad las asperezas existentes en aquel momento entre Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, así como de otros políticos y empresarios enfrascados en conflictos.
Aquel encuentro fue inolvidable. Se caracterizó porque la conversación sostenida fue interesante y amena. En mi caso, decidí finalizarlo de la misma forma en que comenzó: con la referencia al prólogo de su antología escrita por el célebre traductor francés. Recuerdo que Balaguer se regocijó por los conceptos enunciados sobre su creación poética. Y después de escuchar con suma atención mi lectura de la pieza literaria, su satisacción fue mucho mayor aún.