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Plan Marshall para América Latina

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HUGO GUILLIANI CURYSanto Domingo

Era una bella noche tropical. Soplaba una fría brisa del norte. La mesa tenía unos bellos arreglos. El lugar elegido en el Palacio Nacional había sido el correcto y la cena así como la compañía fue exquisita. Acabábamos de llegar de Washington y le habíamos comunicado al presidente que logramos llegar a un acuerdo con el FMI y el Tesoro Norteamericano. Ese programa nos permitiría estabilizar la economía y renegociar la deuda externa. Esto alegró al presidente de la República, Dr. Salvador Jorge Blanco, quien tenía como invitado de honor a un reputado intelectual, el influyente Dr. Henry Kissinger.

También Kissinger estaba complacido con lo del acuerdo logrado con el FMI y la ayuda que Washington nos daría. Esa noche Kissinger, quien es un gran conversador, nos dijo que era partidario de que Estados Unidos formulará un plan Marshall para la América Latina. Para apuntalar eso, indicó que América Latina había estado logrando hacer oír su voz y que cuando lo hace en forma conjunta se le presta atención. Lo que hicieron en el Consenso de Cartagena fue importante para que obtuvieran cierta flexibilidad en las renegociaciones de la deuda externa. Haciendo énfasis y gesticulando nos dijo “Pero eso no es suficiente”. Con su voz grave también nos indicó que teníamos que ser más ambiciosos e ir más lejos en nuestros planteamientos. Esto así debido a que las democracias latinoamericanas deben rápidamente mejorar el nivel de vida y si no lo hacen se generara un populismo fallido en algunos países y otros se radicalizarán.

Dando énfasis a su argumento y concluyendo dijo “América Latina, debe buscar un plan Marshall”. Ese debe ser el objetivo principal para lograr un nuevo esquema de relaciones económicas y políticas con Estados Unidos. Esa agradable cena ocurrió el 23 de diciembre de 1984.

Kissinger tenía razón. Sus palabras me incentivaron y en conversaciones ulteriores en el Tesoro Norteamericano me apoyé en algunos de esos conceptos para lograr recursos adicionales para el país. Fue así como pudimos suavizar el programa recesivo del FMI y hacer un ajuste con crecimiento pero a la vez flexibilizar los términos de la deuda externa y obtener recursos adicionales del Tesoro Norteamericano.

En la coyuntura actual el tema del plan Marshall debe resurgir. Treinta y ocho años después es vital para Estados Unidos hacer un plan Marshall en América Latina. Lo es por razones militares y económicas. Para nosotros porque necesitamos como dijo Kissinger fortalecer nuestras democracias y lograr tener una región con mayor igualdad económica. La situación actual a nivel mundial nos abre oportunidades que deben ser aprovechadas. En América Latina el CELAC está desmoronándose y esto es una ocasión en que Estados Unidos pueda fortalecer el BID y la OEA que son sus armas regionales a nivel político y económico. A la vez esa nación vive una etapa de inflación y con una economía recesiva; Hay problemas con la cadena de suministros desde China y hay un conflicto con Rusia.

Es cierto lo que esa noche, hace ya 38 años, nos dijo Kissinger. “Cuando los presidentes de los principales países de América Latina hacen oír su voz en forma conjunta, no son ignorados por Estados Unidos”, pero el gran problema del hemisferio es su desunión. Un ejemplo de esto es que hace unas cuantas semanas, México tronó y dijo que la Cumbre de las Américas era para todo el hemisferio occidental. Pero como siempre nuestra América estuvo desunida. Ni Brasil, ni Argentina hicieron lo mismo que México. Quiero ser optimista y si nuestro hemisferio logra unirse en torno a un proyecto común para que Estados Unidos y sus aliados europeos diseñen y apliquen un plan Marshall para el hemisferio occidental, estoy seguro que nuestro llamamiento será escuchado. Nuestro presidente puede hacer este planteamiento.

Estados Unidos tiene que hacer algo con lo que despectivamente ha llamado su patio trasero. Y eso siendo sucinto y concreto me lleva a recomendar al presidente dominicano que formule tres propuestas:

− Que se accione inmediatamente para hacer en Haití un protectorado o un fideicomiso o una alianza para la reconstrucción o como eufemísticamente quieran llamar lo que es lo mismo.

− Que el Congreso Norteamericano apruebe el proyecto “Western Hemisphere Nearshoring Act”.

− Que Estados Unidos y América Latina den inicio a las conversaciones para un plan Marshall.

No hay tiempo que perder.

HUGO GUILLIANI CURY

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