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Deplora faltas de coronel policial

Padre de la pastora asesinada: Hay unos poderes fuertes en la Policía

Puede que esos delitos estén ocultos bajo el motivo por el que fue castigado seis de 12 veces, el coronel de la Policía César Maríñez Lora

Marino Muñoz Concepción, padre de Elisa Muñoz y suegro de Joel Díaz. LEONEL MATEO/LD

Marino Muñoz Concepción, padre de Elisa Muñoz y suegro de Joel Díaz. LEONEL MATEO/LD

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Yadimir CrespoSanto Domingo, RD

“Hay unos poderes fuertes en la Policía, muy grandes, pero yo no me voy a dete­ner por eso, ni voy a dejar de hablar por eso, ni tengo miedo para hablar”, quien se expresa tan confiado es Marino Muñoz, padre de Elisa Muñoz, quien murió en marzo de 2021 en Villa Altagracia atacada a tiros junto a su esposo por poli­cías.

Muñoz no deja de pregun­tarse por qué a quien acu­san de orquestar todo, vio­lando los protocolos de la institución, era parte del cuerpo del orden, como coronel y encargado del Departamento Policial de Villa Altagracia, cuando tiene antecedentes de fal­tas en la Policía Nacional.

“¿Por qué estaba en la institución (…) si robó, lo agarraron preso por llevar­se la droga, tiene antece­dentes penales viejo, por qué?”, inquiere.

El historial de vida po­licial del coronel César Maríñez Lora, al cual pe­riodistas de este diario tu­vieron acceso, no mencio­na ninguno de los actos que Marino Muñoz ha es­cuchado que le atribuyen al que antes de ser apresa­do comandaba un destaca­mento policial desde hacía aproximadamente cinco meses.

No obstante, puede que esos delitos estén ocultos bajo el motivo por el que fue castigado seis de 12 ve­ces: “negligencia y falta de tacto en el desempeño de sus funciones”.

Las otras veces fue por fal­tar a sus responsabilidades e incumplir con reglas de la institución, tales como no haber contestado la radio de comunicaciones, faltar al servicio que tenía asigna­do, permitir o realizar lla­madas al extranjero y ser sorprendido durmiendo en las oficinas de un destaca­mento.

Quien se licencia­ra como abogado en 2014, ingresó a las filas policiales el 1 de mayo de 1986 sin si­quiera haber culminado la educación secundaria y fue en diciembre de ese año que obtuvo su primer cas­tigo. El siguiente en la lista llama la atención. Data de 1997 y señala que fue cas­tigado por 30 días, el máxi­mo de tiempo que puede ser arrestado según la ley institucional que rige a la Policía Nacional, luego de haber sido negligente cuan­do se desempeñaba como comandante en la Dirección Nacional de Control de Dro­gas (DNCD). Aunque no es­tán registrados los cargos que desempeñó, en ese año fue trasladado dos veces an­tes de ser designado como comandante del Destaca­mento de Matanzas, Baní.

Tras su regreso a trabajar con narcóticos, en noviem­bre de 2010 recibió un en­comio o carta de recono­cimiento “por su excelente labor capturando 223.8 gramos de droga”.

No obstante, fue luego de comportarse negligente­mente en cinco ocasiones cuando lo suspenden por primera vez en 2012, mien­tras ocupaba un cargo den­tro de Investigaciones Cri­minales, pero los registros de la Dirección Central de Recursos Humanos de la Policía Nacional no reco­gen cuál fue el detonante que llevó a esa suspensión y tampoco el tiempo que es­tuvo en esta condición.

Sin embargo, en el histo­rial de cargos, se señala que un mes después había sido trasladado y designado a la Dirección Nacional de Se­guridad Preventiva.

Entrevista al coronel Mariñez

Cuando ocurrió el suceso en Villa Altagracia, en entrevis­ta con miembros de Asun­tos Internos de la Policía Nacional, Maríñez dijo que nunca ha sido sometido a la justicia o algún tribunal de justicia policial, en 34 años que tiene en las filas de la Policía Nacional y pese a las faltas señaladas.

Aunque luego dijo que, por asuntos policiales, ha sido entrevistado en an­teriores ocasiones por la Dirección de Asuntos In­ternos. Pero no señaló cuántas veces.

Mientras, Muñoz atribu­ye la permanencia de Marí­ñez en el cuerpo del orden al sistema que, hasta donde conoce, consiste en el tras­lado a otra provincia cuan­do alguno de los altos ran­gos comete un delito.

Traslados del coronel Mariñez

La hoja de Maríñez re­porta casi 40 traslados que, junto a las designa­ciones, ascienden a un total de 77 movimien­tos de dependencias y áreas. Los años 2008 y 2018 son los que más presentan con 7 cada uno y hasta entre 2 y 4 traslados en un mismo mes de esos años.

La narrativa

El padre de Elisa agrade­ce a Dios que los acom­pañantes de su hija y yerno hayan permane­cido vivos pese a que el vehículo recibió 33 im­pactos de bala. Tan­to Claudio Ramírez La­mais como Carlos Pérez Báez, el primero resultó herido y el segundo que­dó ileso de milagro, vi­vieron para contarlo. De no ser así, creen que la narrativa de los agentes fuera otra.

Las investigaciones de los fiscales establecen que el coronel destruyó parte de la escena del crimen para decir que el asesinato de los pastores en Villa Altagracia había sido el resultado de un intercambio de disparos y de una confusión de los agentes actuantes.

Las acusaciones contra el coronel incluyen haber ordenado a una parte de sus agentes llevar la camioneta de la Policía Nacional usada en el operativo hasta orillas del río La Represa, en el kilómetro 40 de la Autopista Duarte, para hacerle dos disparos y así simular el supuesto intercambio de disparos.

Asimismo, los fiscales afirman que el coronel Maríñez eligió quiénes eran los policías que se iban a procesar por el hecho.

Sentimientos de inseguridad

Al acabar las audiencias es casi imposible conversar con las familias de las víctimas debido a la premura con la que se retiran del lugar. La justificación a esa actitud está en la inseguridad que sienten los parientes de Elisa y Joel cuando están, no tan solo en Villa Altagracia, sino en toda la provincia San Cristóbal.

“Yo no me siento seguro en San Cristóbal, eso es terreno de Maríñez”, dice don Marino mientras Emérita Marte, madre de Elisa, agrega que hay oficiales quienes le hacen el saludo a Maríñez cuando el coronel es trasladado a la sala de audiencias.

En llamadas interceptadas por el Ministerio Público mientras se conocía la medida de coerción el año pasado, un testigo de la fiscalía le contó a sus padres que por su participación en el caso iba a tener que mudarse hasta otra provincia, por temor a represalias.

Y al principio del caso, Muñoz Concepción buscó a personas que sirvieran de seguridad para él y su familia, para que sus espaldas fueran custodiadas porque entre los parientes y allegados de los acusados había quienes estaban con puñales y armas, además de miradas y actitudes que buscaban intimidarles.

Incluso, un agente en una de las primeras audiencias le dijo a la esposa de Marino que lo sucedido no era nada más que una confusión de los agentes, “como que no pasó nada”.

Mientras que en sus traslados hasta las audiencias los implicados van escoltados, Marino se pregunta quién los protege a ellos de los allegados y contactos de los agentes apresados.