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Apelar a la caridad, una marea que se extiende sobre ruedas y muletas en la ciudad

Algunos dicen que se han lanzado a las calles por la falta de empleo y las precariedades económicas.

Personas con discapacidades desafían el peligro para pedir ayuda. LEONEL MATOS/LD

Personas con discapacidades desafían el peligro para pedir ayuda. LEONEL MATOS/LD

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Helenny AmparoSanto Domingo, RD

En los semáforos de las ca­lles y avenidas más concu­rridas de la ciudad capital, las inmediaciones de cen­tros hospitalarios y comer­ciales y hasta en las para­das del Metro de Santo Domingo, se desplazan so­bre sillas de ruedas, mule­tas o bastones la necesidad y el desamparo.

En estos lugares es fre­cuente encontrarse con uno que toca la ventana del vehículo en busca de li­mosnas, alguien que te lla­ma con el sonido de unas monedas batiéndose en un envase de plástico y otros que solo se quedan quietos recostados sobre sus propias dificultades.

Se trata de una realidad que han adoptado decenas de personas con discapaci­dad en el país, cuyo deto­nante principal, según al­gunos entrevistados, es la falta de empleo y las con­diciones económicas que arrastran.

Argenis Walker Santana, por ejemplo, contó a Lis­tín Diario que no conoce otra forma de reunir dine­ro que pedirlo en el puen­te flotante que comunica al Distrito Nacional con el mu­nicipio Santo Domingo Es­te.

Para este hombre de 30 años la posibilidad de ga­narse la vida en un empleo formal es una esperanza que se ha borrado casi por completo con el paso del tiempo, por las parálisis que le ocasionó la afección de poliomielitis y sarampión que sufrió cuando solo tenía seis meses de nacido.

“Es una historia demasia­do grande. Yo tenía el cue­llo metío’ para allá (refirién­dose a una desviación) y la mano también. To’ el cuer­po yo no lo movía, era todo el tiempo con el cuerpo tor­cido”, describió.

Mientras fijaba sus ojos co­lorados, por la exposición al poco piadoso sol, en ca­da vehículo que cruzaba el puente, Argenis destacó que con unas terapias pudo recuperar la movilidad de la mano izquierda, la que aho­ra usa para hacer rodar su silla deteriorada por el cli­ma y uso.

Desafío

El joven explicó que “true­ne, llueva o ventee, o como este el día”, sale de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tar­de de su casa en el sector Los Guandules, en el Distri­to Nacional, y hasta el año pasado arrastraba por sí so­lo la silla, pero ahora un ve­cino lo lleva y lo recoge por 500 pesos.

El oriundo de Barahona, que llegó a la capital junto a sus padres, con quienes vi­ve, y sus tres hermanos, en busca de mejorar su condi­ción de salud, contó que co­menzó a pedir en la calle a los 13 años.

“Nosotros no teníamos casa, entonces al ver a mi mamá pagando ca­sa todo el tiempo, yo deci­dí tomar la calle para poder ayudarla a ella, y desde eso, mientras ella trabajaba no­sotros estábamos aquí en la calle”, narró.

Pero a pesar de las incle­mencias que tiene que pa­sar para reunir dinero, dijo sentirse “bien” porque ya la gente lo conoce y con lo que gana él mismo se sostiene.

Tendencia

Como la de Argenis hay otras tantas historias que se replican en diferen­tes puntos del Gran San­to Domingo y otras zonas urbanas del país, áreas que, según los resulta­dos del censo nacional de 2010, albergan la mayo­ría de personas con algún tipo de discapacidad, un 73.44% de ellas, aproxi­madamente.

Los datos censales tam­bién esbozan que la “difi­cultad permanente” que presenta esta población con más frecuencia es la visual, seguida por la di­ficultad para caminar. Las referidas discapacidades junto al menos otras 10 identificadas en el levan­tamiento poblacional, han generado que este grupo sea uno de los de menor ac­ceso a la educación y pro­ducción de conocimiento.

Las referidas discapacidades junto al menos otras 10 identificadas en el levantamiento poblacional, han generado que este grupo sea uno de los de menor acceso a la educación y producción de conocimiento.

Una muestra es el caso de Ariel Soto, de 39 años de edad, quien ronda, apoya­do en sus muletas, la in­tercepción de la Carrete­ra Mella con Avenida San Vicente de Paúl, primero limpiando vidrios y des­pués solo apelando a la ca­ridad de la gente.

Al ser abordado por un equipo del Listín Diario, Ariel explicó que no pudo estudiar y a los 18 años comenzó a limpiar vidrio para generar los ingresos con los que se sostiene él y su madre.

CIFRAS

Discapacidad afectaba al 10%

Censo.

De acuerdo con el cen­so de 2010, el 12.41% de la población total del país vive con algún ti­po de discapacidad, pa­ra un total de 1,160,847 personas.

Vulnerabilidad.

Asimismo, las estadísti­cas levantadas registra­ron que el 54.37% de las personas con diver­sas discapacidades en el país son de hogares so­cioeconómicos “muy ba­jo, bajo o medio bajo”.