La República

Enfoque

Memoria de un fracaso ferial

Ángel LockwardSanto Domingo, RD

La Feria del Libro nacida en 1951 por los esfuerzos del librero, don Julio Postigo, ha tenido varias etapas, alcanzando su mayor esplendor en los gobiernos de Joaquín Balaguer en 1970, cuando se montó la Exposición Mundial del Libro y Festival Internacional de la Cultura y en la primera -1996-2000- y segunda administración de Leonel Fernández – 2004-2008 - cuando, debido a ello, se convirtió en Feria Internacional del Libro; la entrega de este año que varió el recinto ferial de la Plaza de la Cultura – en donde estuvo la residencia de Trujillo- a la zona colonial, ha sido una de las peor organizadas y de participación más pobre de autores y de público.

La orientación ha sido muy escasa, como también lo es la participación de editoras, tanto internacionales como locales, que están en casetas mal montadas y, con gran dificultad para ubicar los lugares de los eventos, excepto la exposición del francomarisano Iván Tobar – el más importante de los pintores dominicanos - que han montado varias instituciones que, es excelente y estará hasta el mes de junio. Es recomendable que todas las familias que puedan, la visiten.

La zona colonial, excelente escenario para un paseo de familia y recreo del turismo, evidentemente que recibe un impulso comercial con la Feria, pero a un costo muy alto para esta, puesto que carece de espacios para la cantidad de parqueos que se requieren, de medios de transportes masivos como el metro y las rutas de guaguas y, ya queda lejos de los centros urbanos, tanto de la ciudad, como para los visitantes del interior: Santo Domingo Este, por ejemplo, queda más cerca en tren a la avenida Máximo Gómez, en donde se celebraron las últimas, que a la zona colonial con la que hace frontera.

Esta triste entrega ni por asomo se asemeja a la mejor feria del libro (1997) con la mayor cantidad de autores, participación internacional de escritores y más de 50 criollos, con numerosos coloquios, con espectáculos artísticos que durante 10 días disfrutaron más de un millón de dominicanos, hace 25 años; después de la Pandemia que impidió su realización continua durante dos años, nuestra principal cita cultural debe ser reinventada porque muchas realidades cambiaron.

La Feria era un evento tan importante cada año que el éxito desvió el propósito y en el tercer periodo de Leonel Fernández, los mejores espacios los ocuparon construcciones faraónicas de instituciones públicas que ninguna relación tenían con el tema libros, algunas tan costosas, como aquella del Ministerio de Educación que en su momento costó RD$ 18 millones de pesos y, no tenía libros; este año, ni siquiera eso tiene la Feria…puros tarantines.

En ese periodo, afectados por el sectarismo, muchos autores dejaron de participar y, el brillo se fue perdiendo hasta que en la Administración de Medina se constituyó en un evento litúrgico que fue muriendo y, que en el último año, por el Covid, no se realizó sin que nadie lo echara de menos: Aunque es indudable que hubo éxitos en otras áreas, la Cultura no fue una prioridad en el periodo 2012-2020.

El pasado año el Presidente Abinader mostró interés en el mundo cultural, en particular sostuvo encuentros con grupos de escritores en el Palacio Nacional, que crearon múltiples expectativas, una de ellas, la publicación de al menos cien libros a cargo del Banco de Reservas y una cantidad similar, a través del Ministerio de Educación, órgano que durante todo el año mantuvo un programa con decenas de escritores visitando las provincias para sostener encuentros con los maestros; otra, el establecimiento de bibliotecas virtuales, iniciativa que había anunciado, varias veces el Ministro de Educación para aprovechar la conectividad de 2.2 millones de computadoras y tablas compradas para los estudiantes y, que nunca se concretó.

En la entrega ferial de este año, con la necesidad social que tenemos los dominicanos, de salir y comunicarnos, después del largo encierro impuesto por los prolongados toques de queda generados por la Pandemia, la Feria ha debido ser un escape cultural excelente… pero en la Feria que vi, junto a Luis Beiro Editor Cultural del Listín Diario, casi solo hay tarantines para comida.

El mundo cultural de hoy, también, ya es en gran medida digital, incluyendo a los lectores, sobre todo a los jóvenes y, la Feria ha debido combinar el libro en su expresión tradicional, en papel, y en versiones digitales que puedan ser accesados por las computadoras y tabletas entregadas, aunque estas sean pocas, pero a ellas se suman los instrumentos de los alumnos de los colegios privados y los de jóvenes que en el exterior, tienen interés cultural por el país: casi todos los dominicanos, si no tienen PC o tableta, tienen teléfono para leer o escuchar.

Eso desde luego, debió ser coordinado con las autoridades del Minerd y, con los escritores para montar encuentros, coloquios y charlas que fueran presenciales y virtuales que, grabadas, pueden ser usadas a lo largo del año. Pero eso desde luego, requiere de coordinación interinstitucional, algo que viene brillando por su ausencia.

Casi no hay libros en la Feria, entre otros motivos porque no se editaron los libros cuyos derechos de edición iban a ceder unos cien escritores, por cien mil pesos cada uno, después de su encuentro con el Presidente Abinader, a través de BanReservas y el Minerd: El costo de ambos programas era de solo RD$ 6.0 millones.

Por otra parte hay, en los almacenes del Minerd más de 1.0 millón de libros de más de 36 autores, valorados en RD $262 millones, desde hace cuatro años, corriendo el riesgo de dañarse por la humedad o la polilla, que no se entregan. Todo un desperdicio.

Espero que para la próxima, el Ministerio de Cultura recuerde que la Feria del Libro es un evento de la cultura literaria, en todas sus manifestaciones, en el cual, todo lo demás cabe: comida, bebida, espectáculos… pero los protagonistas son el libro y los autores.

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