REMINISCENCIAS
La carta que me hiciera llorar
Mi padre, en los umbrales de su muerte en Francia, antes de despedirse de Los Cerrejones del Yuna tan queridos, el día 31 de diciembre del año ´30 hizo pública una carta en que vaciaba su desaliento y desencanto por la suerte de la libertad y el progreso de nuestro pueblo. Cuando la leí, saliendo de la adolescencia, me conmovió hasta el llanto.
Entendí entonces algo que me dijera al oído el eminente ciudadano y médico Dr. Antonio Tejada cuando, en un gesto emocionado en respuesta a mi atrevimiento de dejar de lado el trabajo de composición galardonado en el Día de las Madres, para hacer una improvisación que resultó sorprendente, siendo presidente del Ayuntamiento de mi querido Macorís, se incorporó para hacer un elogio público de mi padre, muerto hacía nueve años.
Era el primer gesto abierto de admiración a mi padre y de respeto a su memoria. El valiente galeno tuvo el arresto de citar esa carta que hoy transcribiré en mi reminiscencia, y con gran ternura me dijo: “Ese era tu papá, pero no se te ocurra mencionarlo en público. No olvides que eres su hijo.”
Comentó la carta con mucha dignidad y explicó las causas tremendas de la decepción de mi padre.
Al cabo del tiempo yo traté al doctor Tejada y admiré siempre su coraje por haberse expuesto tanto al homenajearlo. Años después, en el ´47, apareció ahorcado en fortaleza mi hermano Hostos Pelegrín, “el ser humano más bondadoso y brillante”, según el testimonio de mi madre, y supe cuáles fueron las palabras que dijera para que la siniestra delación lo llevara a la ergástula donde muriera: “Lo que falta en la República es un 26 de julio y un Pelegrín Castillo”; fue cuando comprendí plenamente el consejo del doctor Tejada acerca de mi silencio por ser hijo de aquel rebelde abogado muerto en el destierro.
Desde el principio de mi vida conocí esa recomendación de silencio; mi madre era el barómetro de los peligros que subyacían, luego de la muerte de aquél que había luchado inútilmente advirtiendo a su pueblo de lo que vendría en el año ´30.
Veamos la carta: “Carta de Pelegrín Castillo A mis amigos: En un país como el nuestro, podrido de servilismo, de rufianería y de simulación, donde el partidismo político personalista y el “presupuestarismo” han llegado a oscurecer por completo la visión del bien común, sólo dolores y decepciones puede recoger el hombre de ideales y de principios que comete el grave error de turnar la innoble vida política nuestra. Con esta convicción, y con la no menos dolorosa de que no tenemos ni hombres ni pueblos capaces de coger el simbólico puñado de sal, “!oh damirables indúes de Gandhi!” y aún sabiendo que con mi determinación falto a deberes, he resuelto, amigos y compañeros, cercenarme desde hoy, 31 de diciembre de 1930, a las 12 en punto de la noche, como ciudadano y os anuncio y advierto que me retiro definitivamente de toda actividad política, presente o futura en el país.
Cumplo con una resolución fuerte y única, meditada y tomada en el tranquilo dominio de mi conciencia, y desde esta hora del mundo de mi vida, me condeno voluntariamente a hacer algo menos que un extranjero en mi propia tierra, por lo que respecta a toda actividad política.
Si un día u otro resurgiere en este país un régimen de derecho procuraré, siendo propicia y oportuna la hora, cumplir con el deber de hombre y de humano expresando libremente mis ideas y contribuyendo en fin al bien de mis coterráneos en la medida que me sea dable hacerlo en pro de su cultura y dignificación individual y social, compensando con ello, si cabe, la falta a mi deber como ciudadano de ser pacífico.
Por el temperamento y por educación de mi carácter, no quepo dentro de ningún simulación y por consiguiente, amigos y compañeros, les suplico tomar la debida nota de mi inquebrantable, definitiva, e irrevocable resolución.
Por lo demás, “honni soit qui mal y pense”. Que se avergüence el que mal haya pensado). Pelegrín Castillo. Cerrejones del Yuna, 31 de diciembre de 1930.
En su original figura una expresión final “Finish Polonia”.
Hostos Pelegrín, privado de la vida por haberlo mencionado con aquella expresión que insinuaba la repetición del magnicidio de Heureaux en el ´99, como la única forma de liberarnos, me hizo recrecer la admiración por la entereza de aquel médico eminente.
La frase “Finish Polonia”, que figura en la carta, me aparece nuevamente en la publicación del Ideario de Sánchez, Padre de la Patria, promovida por el Tribunal Constitucional, que al ser fusilado en El Cercado de San Juan, luego de haber pronunciado su discurso inmenso de defensa en favor de sus desventurados compañeros que se levantaran para restaurar la independencia perdida en la abominable anexión a España, estaba en boga para referirse a la derrota de Polonia en la guerra con Rusia en los años ´90 del Siglo XVIII, y significa: “Todo se ha perdido. No hay nada que hacer.”
Sí queda algo por hacer, hoy, morir por la Patria antes de verla caer. Determinarse a hacerlo en estos momentos amenazantes de nuestra independencia es el mayor deber.
Mi reminiscencia de hoy la entrego en la esperanza de que pueda resultar útil leerla. Dios está de nuestra parte y abomina la maldad propuesta.