Concluye novenario al sacerdote Julio Soto, el “alma de Itesa”
La mañana de este viernes concluyó el novenario al sacerdote Julio Soto, un hombre que se ganó el corazón de todos los que lo conocieron, con su alegría, energía, entrega a Dios y su arraigo a las luchas sociales.
La ceremonia católica se realizó nueve días después de su fallecimiento, en el auditorio que lleva su nombre, en el Instituto Técnico Salesiano (Itesa) con la presencia de los alumnos, amigos, maestros, y personalidades del ámbito religioso.
En la celebración eucarística en honor al denominado “padre de los jóvenes”, los presentes agradecieron la vida y trayectoria del sacerdote dominicano. La misma se realizó con mucha alegría y varias canciones donde se proclamó el amor a Dios como él lo hacía.
Su labor diaria en el centro educativo fue otro de los elementos destacados en la misa, donde el catedrático de esa institución, Manuel Ferrer, hizo un recuento de quien era el padre Julio y su diario vivir en los pasillos del Itesa.
“Te veremos en el taller de Artes Gráficas preguntándole a tus jóvenes que se inventan en esta ocasión”, proclamó Ferrer en homenaje al cura.
De su lado, el padre Ronny Stephan, quien presidió el novenario, destacó la necesidad de dar gracias a Dios todo el tiempo por la vida del sacerdote en la tierra, y de igual forma, agradecer porque sigue presente en cada corazón.
Julio Alberto Soto Hernández
Nació el 23 de enero de 1937 en Santo Domingo. Vivió parte de su niñez en el Centro Histórico de la ciudad, y al poco tiempo sus padres y tres hermanos pasaron a la parte alta de la capital, justo por el entorno donde se construía la iglesia San Juan Bosco.
Al culminar el sexto curso en la escuela Don Bosco fue al Seminario Salesiano de Jarabacoa. Y a los 15 años lo enviaron a Guanabacoa, Cuba. Después fue a México, donde hizo el noviciado, la filosofía, y luego el tirocinio en Jarabacoa. Para sus estudios teológicos fue enviado a Turín.
Su ordenación sacerdotal fue el 4 de abril del 1963 en Roma, Italia.