Batalla del 30 de Marzo, lo que se necesitó para lograrse
Una correspondencia del coronel Francisco Caba señala el ron entre las solicitudes de útiles para la guerra
Unos 11 días después de la batalla del 19 de marzo de 1844, las armas dominicanas se volvieron a vestir de gloria al derrotar los ejércitos haitianos que invadían por el norte, bajo el mando de Jean Louis Pierrot.
El combate, que tuvo lugar en Santiago de los Caballeros, conmemora este miércoles su 178 aniversario. Fue la segunda gran batalla lograda para consolidar la Independencia Nacional, proclamada el 27 de febrero de 1844.
Fueron necesarios alrededor de cinco ataques contra los tres fuertes militares: “Dios”, “Patria” y “Libertad”, cada uno identificado con una de las palabras del lema que cita el escudo nacional, antes de culminar la guerra.
Pese a que era menos y estaba peor preparado, el glorioso ejército dominicano (compuesto por macheteros y fusileros) logró acabar con los pelotones haitianos sin sufrir pérdidas de sus hombres.
Cinco horas de intensa lucha hizo que los haitianos pidieran un cese al fuego para poder recoger los cadáveres y combatientes heridos. Fue entonces cuando se les informó la muerte hacía unos días de su presidente Charles Hérard, en la batalla del 19 de marzo.
El plan inicial era que si ambos generales haitianos, tanto Hérard como Pierrot, ganaban los enfrentamiento contra los dominicanos, se iban a unir en el camino para juntos luchar y reconquistar Santo Domingo.
Sin embargo, Pierrot, quien comandaba las tropas del país vecino por el norte, vio en el fallecimiento de su líder la oportunidad de ser el nuevo jefe de Estado de esa nación, pues era el candidato natural a la presidencia de ese país. Por ello, pidió al general José María Imbert, por el contrario, que le brindara protección para retirar sus tropas de nuevo a su lado correspondiente de la isla.
Además de Imbert, también lideraron las acciones los oficiales Francisco A. Salcedo, Ramón Santana, Pelletier, José Ma. López, Franco Bidó, Achille, entre otros. Y se destacó de una manera especial una mujer de demostrada valentía, oriunda de La Vega, Juana de la Merced Trinidad, apodada Juana Saltitopa o La Coronela.
El dinero y el ron fueron clave
La tropas dominicanas mucho menores en número y peor armadas, usaron el ron como “arma para levantar la moral de los combatientes”.
El libro Diario de la Independencia, autoría de Adriano Miguel Tejada, recoge que una correspondencia del coronel Francisco Caba señala el ron entre las solicitudes de útiles para la guerra.
“Y si se puede UNA CARGA DE ROMO, que eso es muy bueno para animar la gente en caso de pelea", decía la misiva dirigida a la municipalidad de San José de las Matas, fechada en Cañafístol, el 28 de marzo de 1844.
Pero además, la correspondencia, solicitaba "sustancia" (haciendo alusión a dinero) "para la tropa que se me está quejando". También dice que pidió tambores y fusiles, juntamente con municiones.
De igual forma, semanas antes del ataque, el patricio Mella junto a Pedro Mena recaudaron importantes sumas de dinero entre colaboradores de la ciudad de Santo Domingo y de Santiago para la compra de armamento y municiones.
El preaviso de un inglés: Theodore Stanley
Theodore Stanley Heneken, un comerciante inglés, fue quien avisó a los dominicanos de los planes de invasión haitiana a Santiago.
Stanley se encontraba de paso en Cabo Haitiano, reseña el libro Diario de la Independencia, y por el temor de perder su vida tomó un bote a Montecristi para luego desplazarse hasta Santiago.
En la hoy llamada “ciudad corazón”, se reunió con el general Matías Ramón Mella, quien era delegado de Junta Central Gubernativa y le detalló los planes haitianos, además de recomendarles las tácticas más adecuadas para ganar según lo que observó de los aprestos haitiano.
Entre sus recomendaciones estuvo que los haitianos fuera atraídos lejos de sus fuentes de abastecimiento por caminos donde se fatigaran y así llegaran agotados a la zona del enfrentamiento. De igual forma, sugirió que empezaran a reclutar hombres para defender la ciudad, durante el periodo de tiempo que se le tomaba a los haitianos llegar a Santiago.
El general José María Imbert, corregidor de la común de Moca, fue designado Comandante del Distrito de Santiago, para que organice la defensa contra las tropas haitianas y se esperaba que tomara en cuenta las observaciones de Stanley.
La designación llenó de esperanza a la desolada ciudad de Santiago, descrita por el escritor Adriano Miguel Tejada como una de las regiones más afectada por invasiones.