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Los negocios innovaron a la llegada del Covid

Daños colaterales. La economía de servicios fue duramente afectada por la pandemia.

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Cándida AcostaSanto Domingo, RD

En los dos últimos años el mundo cambió. La pandemia puso a pruebas toda clase de actividad sanitaria y económica y a eso no escapó República Dominicana, un país que desde hace mucho tiempo ha centrado su base económica en la industria de servicios, sustentada en importaciones de insumos y bienes intermedios, y también de bienes finales prácticamente impensables.

En diciembre 2019 se habló, por primera vez, del coronavirus Covid-19. No muchos le dieron importancia. Wuhan, la provincia de la República Popular de China está geográficamente muy lejos, decían algunos, ignorando que el mundo se ha globalizado y que el cruce de un lado a otro surge de manera muy rápida en esta era.

El mal no tardó mucho en tocar tierras europeas, estadounidenses, canadienses, londinenses y, otros territorios, que se hicieron cercanos por el tráfico marítimo y aéreo hasta llegar al país y afectar a todos los estratos de la economía.

El cierre de aeropuertos hizo sucumbir el turismo dominicano en el 2020, un año de retroceso y dolor, con pérdida de vidas, cierre de importantes negocios, quiebras de microempresas y, lo que es peor, cientos de miles de familias retrocedieron a la extrema pobreza sin empleos y con la esperanza perdida porque el mal estaba en todas partes.

Ante ese panorama, República Dominicana asumió una estrategia valorada por otras naciones y organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al aplicar una serie de medidas que contribuyeron a paliar las dificultades.

La principal medida fue la compra masiva de vacunas contra la enfermedad de la Covid-19, aún al costo de elevar la deuda pública. Solo al 27 de julio de 202, los gastos para mitigar el impacto del coronavirus llegaron a RD$189,153 millones. El Gobierno enarboló la consigna de priorizar la salud ante los estragos de la pandemia. Hubo momentos que los grandes complejos hoteleros y las grandes ciudades lucían fantasmagóricos y con poca voluntad de abrir o temor frente a los anuncios de nuevas medidas para la recuperación gradual a la que posteriormente se llamó en aras de dar impulso a la maltrecha economía.

El Banco Central y la Junta Moneta ria hicieron su papel. Políticas monetarias laxas facilitaron al sector de intermediación financiera dominicano disponer recursos del encaje legal para sectores productivos y para amortiguar las deudas de las familias, pero esta última medida también tuvo sus bemoles y en ocasiones la Superintendencia de Bancos intercedió a favor de los deudores a través de ProUsuario (Protección al Usuario).

Actividades El sector de la construcción que, según los agentes económicos y las autoridades, es un gran dinamizador de empleos fue fundamental con el impulso de proyectos privados; el comercio, la salud, con la fabricación y exportación de materiales e instrumentos médicos fabricados en zonas francas, incluyendo la transformación de algunas textiles al incursionar en la fabricación de mascarillas, y la banca, fueron los grandes beneficiados.

En cambio, la microempresa, sobre todo, la que no está directamente relacionada con rubros alimenticios como las tiendas artesanales “gift shop”, de comida rápida, vendedores ambulantes, salones de belleza, peluquerías, entre otras fueron duramente afectadas. En agosto 2020, el presidente de la Federación de Comerciantes (FDC), Iván de Jesús García, dio cuenta de que 18,750 tiendas “gift shop” cerraron por impacto de la pandemia en el comercio organizado.

Los cierres se dieron en zonas turísticas de la Altagracia, Samaná, Puerto Plata, Bávaro y La Romana,.Los negocios de bares y restaurantes, de ventas de muebles y electrodomésticos también fueron afectados.No fue hasta pasado el segundo semestre de 2021 cuando el crecimiento de las actividades colaterales comenzaron a mostrar el potencial de la economía, tras las medidas de política monetaria expansivas, y la apertura de las actividades económicas en el país y el mundo y que trajeron la recuperación.

No obstante, a pesar del crecimiento de la economía la alta dependencia de materias primas básicas y de productos terminados manifiestan debilidad estructural. El país es el mayor consumidor de petróleo crudo y sus derivados de toda la región de Cenroamérica, es un importador de un 90% de los insumos de la agropecuaria, y a sabiendas de que debe producir alimentos básicos para los 10.5 millones de habitantes, los migrantes residentes, los millones de turistas que viajan a este destino y los 12 millones de vecinos haitianos el país sigue importando productos que antes exportaba y otros ha dejado de producirlos. En el caso del arroz, la industria arrocera mecanizada produce más a menos costo, pero requiere de grandes inversiones en maquinarias que pudiesen ser canalizadas por el Estado a tasa baja y mediante cooperativas. O, en todo caso, cumplir el reclamo de los arroceros para que se construyan las presas de Guaguí; y la de Ámina.

PRECIOS La carestía venía desde antes de 2019 y se agudizó con la pandemia

Los precios de alimentos comenzaron a subir en el mercado local desde el momento en que el comercio internacional comenzó a sufrir los problemas de logística y de baja demanda, situación que hizo que muchos dueños de buques los desmantelaran. Esa situación venía de arrastre del conflicto de Estados Unidos y China y encareció el costo de los fletes marítimos junto a problemas de clima que crearon cuellos de botella, por la escasez de contenedores. A esto se sumó el alza de precios del petróleo y fertilizantes e insumos y la pandemia.