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“Cuando te intuban, tú te vas... no sientes nada, luego tienes que aprender todo como si fueras un niño”

Enriquillo Arias estuvo cinco días intubado por el virus y llegó hasta a tener alucinaciones después del procedimiento.

Enriquillo Arias narra su experiencia tras superar la variante Delta del Covid-19.

Enriquillo Arias narra su experiencia tras superar la variante Delta del Covid-19.

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Deyanira PolancoBaní, Peravia, RD

“Cuando te intuban tú no sientes nada, tú te vas, no sueñas, no sientes nada…el trauma viene después que despierta y te quitan el aparato”, así comienza a relatar Enriquillo Arias el milagro de sobrevivir a la variante Delta del Covid en septiembre pasado.

Cinco días intubado en Cedimat, la persona que menos tiempo duró conectada al ventilador en ese centro, en el año y medio que tenía la pandemia, le dijo uno de los médicos que le asistió.

Sentado en una butaca, en la sala de su casa, en Baní, pausado y con detalles, este dirigente comunitario y político da a conocer su vivencia con el coronavirus.

Entró caminado junto a su esposa y dieron la anuencia para que lo conectaran al ventilador. “Yo estaba positivo que de ahí saldría con la campanita”, esa que en diferentes hospitales con áreas covid tocaban cuando les daban el alta a los pacientes que superaban la enfermedad.

Su decisión de ir a un centro privado de Bani fue por la dificultad para respirar, tras permanecer unos 12 días en su casa con un proceso que pensaba era gripe, acompañada de pérdida del apetito, decaimiento y sudoración.

Primero se hizo una prueba rápida y dio negativo, retornó a su casa y al otro día acudió al médico. La neumóloga al ver una tomografía de tórax le preguntó ¿cómo es que tú estás de pie? por la afección pulmonar que observó y, ante la falta de espacio para nuevos ingresos, lo refirió a Santo Domingo y casualmente llegaron a Cedimat.

“Inmediatamente me ingresan por emergencia y me suministran oxígeno para ver la reacción, Después me lo cambiaron a otro más concentrado y al otro día llamaron a mi esposa y nos dijeron que tenían que intubarme, yo dije que sí, que hicieran lo que tenían que hacer, mi esposa también”, recordó.

Enriquillo dice que “no sabía que cuando te intuban tú no sientes nada, tú te vas, no sueña, no sientes nada”.

No tenía noción de lo que pasó, pero temía que lo intubaran otra vez.

“Cuando desperté le di gloria a Dios y dije estoy vivo, aunque pensé que solo fue un día que duré intubado…Mi trauma vino después que yo desperté, porque yo estaba en una sala. Yo creía que los médicos me iban a intubar de nuevo. Yo no me dormía, ellos me querían sedar para que yo descansara y yo creía que era para intubarme de nuevo. Ahí ya pensaba que no iba a sobrevivir, y los médicos me decían que ese tipo de trauma era normal”, explicó.

Alucinaciones

Arias dijo que a partir de ese momento comienza el delirio y las alucinaciones, al negarse a que suministren los medicamentos, no cerraba los ojos, y todo lo que hablaban en la sala de intensivos creía que era para él.

Revela haber visto personas que nunca estuvieron allí, porque no dejaban entrar a nadie a esa área. Entre ellos su suegra, amigos, “yo lo veía que pasaban, yo pensaba que ellos iban a despedirse”.

También pidió hablar con su madre que había fallecido en 1989, y esto preocupó a su pareja y hermanos.

En la sala UCI había más pacientes, muchos aparatos y el panel iba marcando unos números que para Enriquillo eran los minutos que le quedaban de vida.

Después que te quitan el tubo es como nacer de nuevo

Tiene que aprender a orinar de nuevo, a defecar. No tenía movilidad. Mi esposa tenía que suministrar los alimentos. Cuando intentaba sentarme me mareaba. Hay que comenzar todo de nuevo.

Una dificultad latente es la falta de sueño, èl no podía dormir en su casa y ha ido poco a poco recobrando la normalidad.

Ve la vida de otra manera

“Ya yo veo la vida de otra manera, porque uno a veces tiene los ojos vendados y después que uno ve la realidad aprende que hay que valorarla vida. Cuando veía que me falta oxigeno decía, pero Dios nos está suministrando gratis el oxígeno, hay que valorar que respiramos, muchos fallecen por un poco le falta aire. Hay que querer a las personas como si fuera el ultimo día, decirle al otro lo que uno siente. La vida me ha cambiado, gracias a Dios y a toda la gente que oraron. Fue algo maravilloso, un verdadero milagro”.

Aunque no presenta complicaciones de salud, salvo calambres en una pierna, a cinco meses de esa pesadilla sale poco a la calle por temor a contraer el virus de nuevo.

Mantiene un chequeo constante con su neumólogo y a todas las personas le recomienda que se vacunen.

La gravedad la atribuye a la irresponsabilidad de no vacunarse

Admite que fue una irresponsabilidad el no vacunarse, porque se expuso él y a su familia, ay que sus dos hijas menores de edad contrajeron el virus. Su pareja tenía las tres dosis.

Siempre tuvo la fe de que superaría la enfermedad.