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La industria del tabaco, un elaborado y delicado placer

Maestros y artesanos ponen su mayor esmero para que el producto final resulte de la más alta calidad.

Cada vez más mujeres se integran a la elaboración de puros.

El placer personal de fumar un puro tiene un costo y un precio que se extiende más allá del momento de inha­lar una bocanada, porque detrás de todo esto se efec­túa un delicado proceso agrícola industrial en el que se invierten muchas horas de trabajo que, en el caso de la Republica Dominicana, la coloca en un lugar de pri­macía dentro del mercado mundial de los cigarros.

Durante el proceso de elaboración de puros, expe­rimentados maestros y ar­tesanos ponen su mayor es­mero para que el producto final resulte de la más alta calidad, a fin de satisfacer, tanto en el país como alre­dedor del mundo, los gus­tos de los consumidores.

El mercado, tanto aquí como en los países de des­tino del cigarro domini­cano, es cada vez más exigente, siendo este un factor que obliga a la in­dustria a ser vigilante de los procesos, para que el producto final sea de la mejor calidad, asegura el presidente de Tabacalera A. Fuente, Ciro Cascella, durante una visita guiada en las instalaciones de esa empresa, ubicada en la zo­na franca de Santiago.

Cascella, tras conside­rar que la aportación de la industria del tabaco a la economía nacional no es un tema casual, puntua­liza que sí es “el fruto del esfuerzo de grandes y pe­queños productores, em­presarios del sector”, igual que de las autoridades que han aunado compro­miso para que el produc­to llegue a cada uno de sus destinos, con calidad de primera.

En 2021, un año pan­démico, las exportaciones de tabaco de la República Dominicana superaron los 1,230 millones de dólares, un treinta por ciento supe­rior a 2019, de acuerdo con los registros oficiales.

Producción Tabacalera A. Fuente pro­duce más de 30 millones de puros que son exportados a distintas partes del mundo, principalmente al mercado de Estados Unidos, que con­sume alrededor del 92 por ciento de su producción en la fábrica de la zona franca de Santiago.

Su producción es mayori­tariamente de manos feme­ninas: las mujeres son el 60 por ciento en la nómina de sus recursos humanos.

Por el momento, según Cascella, se encamina un pro­ceso de expansión a otros mercados, como es el caso de Suramérica, adonde el año pasado exportaron más de un millón de cigarros.

Raíces cubanas Un recorrido por las insta­laciones de la fábrica termi­na en una experiencia para las visitas guiadas de perso­nas interesadas en conocer a profundidad el mundo de los puros.

El visitante, al penetrar a cada área de trabajo, au­menta su carga de impre­sión en estas instalaciones donde se consuma un pro­ceso industrial de tanto va­lor, elegancia y prestigio, como la elaboración de ci­garros.

Tan solo citar una de es­tas áreas, La Catedral, para delinear una pauta: se tra­ta de un gran salón con bal­cones donde se ubican es­pecies de escritorios, y allí artesanas y artesanos, al compás de música cubana, trabajan la hoja del tabaco con semejante delicadeza que se podría creer se trata de la confección de un fino vestido de seda.

El ritmo de la guaracha de cantantes cubanos vie­ne a recordar la ascenden­cia de la familia Fuente, aunque aquellos que lle­garon a República Domi­nicana en 1980 vinieron desde Tampa, Florida, Es­tados Unidos, tiempo que establece marca de 42 años desde que don Carlos Fuente se instaló aquí.

Además de los espacios de añejamiento de la hoja de tabaco que llega desde las fincas, tras haber ago­tado un período de madu­rez, la fábrica cuenta con 18 cuartos fríos (neveras) pa­ra el envejecimiento de las variedades de puros, donde permanecen a temperatu­ras controladas de entre 15 y 21 grados Celsius.

Antes de este proceso, son sometidos a una tempe­ratura menor a los 30 gra­dos, para garantizar la ino­cuidad.

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