Barberías al aire libre, la vía para alcanzar metas
Un espejo, un abejón, una mesa y una silla se han convertido en todo lo que necesitan Antonio, Jonatan, Luis y Johnny para dejar de lado las excusas y la escasez de oportunidades laborales, para lograr avanzar y generar ingresos que hoy les permiten sostener sus hogares.
Las mismas calles que antes recorrían buscando un empleo se han convertido en el escenario donde estos cuatro padres de familia, unidos por el deseo de echar pa’ lante y el trabajo que realizan, han instalado sus barberías al aire libre.
Con el corazón “No hay que hacer lo malo para buscarse lo de uno”, es el pensar de Antonio Leonel Feliz, uno de estos cuatro emprendedores, que en la calle Cinco del sector 27 de Febrero, recorta, hace cerquillo y hasta limpia las cejas por entre 150 y 200 pesos.
Antonio, de 24 años, solo tiene tres meses con el negocio, pero asegura que está “trabajando con el corazón, bien bacano”, para buscar “una clientela fuerte”.
“Los muchachos vienen y ayudan a uno, y me dicen que bueno que me quite de la calle y como les trabajo bien me dan mis 150”, expresó.
La idea de dedicarse a la peluquería le surgió luego de que el pasado año 2021 se le dificultara conseguir trabajo.
“El año pasado yo me la pase empleándome, mal pasando y tú sabes, yo con tatuaje y arete… es difícil”, argumentó.
El padre de dos niñas, de tres y cuatro años, no se rindió y con las herramientas mínimas comenzó su barbería para aplicar el conocimiento empírico que ya tenía desde hace seis años.
“Yo dije que tenía que ponerme pa’ lo mío y sembrar, porque hay que sembrar para poder cosechar los frutos”, resaltó.
Bajo mata de tamarindo Otro que tomó el mismo camino fue Luis Vásquez, un peluquero que desde tempranas horas de la mañana se le puede ver próximo a la intercepción de las avenidas 27 de Febrero y Juan Pablo Duarte.
Pero fue bajo “una mata de tamarindo” en Santiago donde comenzó su historia, alentado por la intención de ayudar a sus padres a reunir el dinero de la comida.
Don Luis tomó sus primeras tijeras a los 14 años y sin saber muy bien lo que hacía, logró aprender y llegar a la capital en busca de mejores oportunidades.
“La barbería de la Duarte” como algunas ya la conocen está en funcionamiento desde 1978 y le ha permitido a Don Luis criar a sus tres hijos.
“Mi casa yo la hice de aquí, y a mis hijos les di el tamaño con esto”, señaló.
El longevo espacio habilitado con una mesa de madera, espejos que se cuelgan y descuelgan diariamente de la pared del negocio, no solo es el sustento de Luis.
El señor de 62 años explicó que con el tiempo ha enseñado a todo el que va y le pide ayuda, para que también puedan progresar.
Johnny Bautista es uno de los alumnos de Luis y asegura que ahora la peluquería “es una profesión” que seguirá realizando.
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Salario. En el caso de Jonatan Peña, sí tiene un trabajo formal en una clínica, pero la insuficiencia de su salario lo empujó a buscar otras alternativas.
A domicilio. Así llegó a convertirse en el peluquero a domicilio de Santo Domingo Savio, donde reside desde sus ocho años. “A mí me llaman y yo busco mi bulto y me voy de una vez”, dijo, tras precisar el sacrificio que hizo de comprar un maletín donde tiene todo organizado.
Actitud. A la intemperie o donde lo llamen, los cuatro apuestan a la formación (empírica o académica) y la voluntad como base de su progreso.
“Nunca es tarde para uno ejercer lo que uno quiere hacer de corazón. Uno tiene que lanzarse, siempre con Dios, siempre hablar con Dios en su mente y su corazón”, aconsejó Antonio, mientras que Jonatan resaltó que “no es solamente la calle, si uno se dispone puede lograr muchas cosas. Por lo menos yo tengo la barbería y me ha dado para vivir honradamente”
De su lado, Johnny propuso a los jóvenes a “que luchen por hacer su curso, darle amor a las cosas para que echen pa’ lante, para que no estén atracando en la calle, y ánimo, que cuando uno está joven es que tiene que esforzarse por trabajar”.