Despiden otra víctima de Chiapas
Luis Emilio Roa Chalas; chófer, agricultor y comerciante, de 59 años de edad, es la víctima número 12 de la tragedia de México, cuyos restos llegaron a suelo dominicano el pasado jueves en la noche.
A su comunidad, El Paso de Los Hierros, en el Cruce se Arroyo Hondo, donde residía, sus restos llegaron pasadas las 11:00 de la noche.
Tiene un hijo de crianza de 36 años de edad y se había separado de su esposa hacía unos 10 meses, según refieren familiares cercanos.
Aunque los reportes indicaban que había 11 dominicanos fallecidos por el vuelco del tráiler en Chipas, México, el pasado 9 de diciembre, el cadáver de Roa Chalas, fue traslado en el avión de la Fuerza Área Mexicana este jueves, junto a los de Reymi Brito, de Las 20 Casitas, y el de Alfredo Brito, de Fundación de Peravia, pero no llegó el apodado “Bacalao”, el segundo oriundo de Las 20 Casitas.
Según familiares, el cadáver de Bacalao no ha sido identificado oficialmente por las autoridades mexicanas, que recibieron sus huellas dactilares el domingo pasado según indican aquí familiares del fenecido inmigrante dominicano.
Mientras el cuerpo sin vida de Luis Chalas, la víctima número 12 de la tragedia, y la nueve de Baní, fue velado la mañana de este viernes en su casa materna, en el sitio conocido como El Paso de Los Hierros, en el Cruce de Arroyo Hondo, una comunidad rural ubicada al Suroeste de esta provincia Peravia.
Hubo llanto y mucho dolor en este sepelio donde lloraron desconsoladamente hermanas, hermanos, sobrinos, amigos y vecinos, mientras los rezos a su eterno descanso se hacen en la pequeña salita de la casa, alrededor del féretro rodeado de madera color caoba, rodeado de coronas de flores, que ocupa el centro de la sala.
Su madre Tina, una señora de casi 90 años, no está en el velatorio de su hijo, porque sus familiares no han querido exponerla por sus delicadas condiciones de salud;, ya que es diabética, hipertensa y padece arritmia cardíaca, entro otros males, explican miembros de la familia.
Esa pobre madre se ha consumido desde que supo la noticia de la tragedia, dijo con pesar una de sus sobrinas, presente en el sepelio.
Trabajador Su hermano Julio César y su sobrina Yulissa lo describen como hombre de trabajo, sin hambre, que todo el mundo quería en la familia y en el vecindario.
“Mira, ese hombre era tan bueno, que él vendía plátanos y cuando llegaba la tarde los que no había vendido se los regalaba al vecindario”, afirma con entusiasmo y orgullo, su sobrina Yulissa.
Los restos de Luis Chalas serían sepultados ayer viernes a las 12:00 del día en el cementerio de Quijá Quieta.
A Roa Chalas, también lo describen amigos y vecinos, como un hombre que movía el peso, pues era buen comerciante, chófer, “que sabía buscarse bien aquí”, afirman.
Para hacer el viaje, según se afirma en el vecindario, que le costaría más de un millón de pesos, vendió su casa, un vehículo y dos solares.
SEPA MÁS
Posesiones. Se dice su comunidad, incluso, que Luis Emilio Roa Chalas era dueño de más de un vehículo, varios solares y otras posesiones.
Con alegría. Los restos de Chalas, serán despedidos a ritmo de bachata y tragos. “Lo haremos así porque él era un hombre bueno y alegre y lo queremos despedir así como era él”, explicaron vecinos y amigos.