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Jean Victor Geneus: Una posible jugada maestra de la diplomacia haitiana

Rafael G. Guzmán FermínSanto Domingo, RD

En un movimiento estratégico, sorpresivo y audaz sobre el confuso tablero de ajedrez político haitiano, el primer ministro Ariel Henry ha realizado cambios importantes en su gobierno, en el cual sobresalen figuras de la oposición, en una aparente búsqueda de garantizar la necesaria estabilidad política, y entre ellas cabe destacar a sustitución del polémico Claude Joseph como canciller, por el intelectual Jean Victor Geneus.

Para tener una perspectiva sobre sobre los probables cursos de acción que tomarán las nuevas relaciones bilaterales entre nuestros Estados, se hace necesario analizar profundamente la biografía del recién designado canciller, un veterano diplomático nada parecido al inmaduro, ambicioso e irrespetuoso excanciller Joseph, muy por el contrario, por lo que sugerimos al Estado dominicano tener cautela con este destacado personaje de la diplomacia haitiana.

En tal sentido, el señor Jean Victor Geneus es un renombrado escritor, investigador e historiador, con una larga trayectoria diplomática de la que podemos destacar: embajador adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores de Haití, cónsul general de Haití en Boston, embajador en Argentina, Cuba y Bahamas.

Depositario de un conocimiento amplio de la psiquis caribeña, especialmente de la dominicana por sus profundos estudios de investigación y análisis históricos para su prolífera obra literaria, entre las que podemos resaltar: “Los aportes de la revolución haitiana a los Estados Unidos, Venezuela, México, Cuba y República Dominicana”. También es un gran activista medioambiental y apasionado de las artes, especialmente de la pintura.

Ante la favorable receptividad en Jamaica y sus escritos sobre las relaciones entre Haití y el Caribe, es muy respetado por los países miembros del CARICOM y de la influyente diáspora haitiana en los Estados Unidos.

Durante su estancia diplomática en Cuba logró cultivar fuertes lazos intelectuales con el régimen de Fidel Castro, llegando a realizar intercambios sobre política internacional ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), al punto de influir para que Cuba fuera elegida como presidente pro tempore 2013-2014; y durante el terremoto del año 2010 que devastó a Haití, logró que el presidente Raúl Castro enviara ayuda humanitaria a su nación, compuesta por una brigada de 450 médicos cubanos.

El gobierno dominicano debe de tener en cuenta que el nuevo canciller haitiano es un influyente defensor de los derechos humanos, de la cultura y el arte afrodescendiente, que lo coloca en una posición de primacía y de alto poder para movilizar este tema tan delicado ante la comunidad internacional en una eventual campaña de acusaciones contra la República Dominicana, de que en el país abría discriminación racial y violación a los derechos humanos de los inmigrantes ilegales.

Es preciso señalar que, debido a sus amplios conocimientos históricos, sus estrechas relaciones caribeñas y estadounidenses lo sitúan como una FIGURA CLAVE ante los enormes desafíos que representan las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias en Haití, especialmente bajo las constantes amenazas e intereses de grupos parapoliciales y bandas criminales, que disputan el poder al Estado haitiano. En cuanto a las relaciones y política bilateral, el Gobierno dominicano tiene que tener muy en cuenta y analizar reflexivamente el tema del río Dajabón (Masacre), el sensible tema migratorio y los derechos de repatriación de mujeres embarazadas (no parturientas) a la luz de la matriz histórica entre ambas naciones y los antecedentes del pleno apoyo de los Estados afroinsulares, y que el nuevo canciller haitiano conoce muy bien las debilidades que tiene República Dominicana ante el CARICOM y otros países que han apoyado a Haití.

Aunque sea duro decirlo, es de conocimiento internacional, el descrédito que ha sufrido el Ministerio de Relaciones Exteriores del país, por los polémicos embajadores, la apertura de misiones y consulados innecesarios, el nombramiento de un cuerpo diplomático no capacitado profesionalmente o saturado de plazas en los organismos internacionales como ONU y OEA, así como viceministros sin el conocimiento sobre las nuevas tendencias de la diplomacia internacional, la carencia de lobistas y negociadores de alto nivel y comportamiento errático respecto a sus homólogos extranjeros calificados.

Ante este panorama y la inteligente jugada del Gobierno haitiano, con su nuevo arfil adiciona un plus a la conocida alta capacidad, habilidad y firmeza de su diplomacia, el Gobierno dominicano debería sopesar la posibilidad de colocar en nuestra Cancillería a un digno homólogo con un perfil de alto conocimiento en la administración pública, de la historia e idiosincrasia haitiana y con amplias relaciones políticas. En este tenor, el país cuenta con personalidades poseedoras de estos talentos y que pudieran conformar un excelente equipo con la debida estructura funcional de nuestra Cancillería y tener una maquinaria de relaciones exteriores capaz de jugar el nuevo ajedrez diplomático. Figuras como el general José Miguel Soto Jiménez, escritor, historiador, político, estratega e ideólogo militar y diplomático con amplios conocimientos de inteligencia y asuntos haitianos; la historiadora, ensayista, analista, politóloga y académica Mu-Kien Sang Ben, quien como catedrática audaz está en condiciones de desmontar cualquier distorsión histórica entre las relaciones bilaterales Haití- RD; o el Dr. Manuel Núñez, escritor, historiador y conocedor de la idiosincrasia y cultura haitiana.

Además del uso necesario de la “inteligencia en diplomacia” fundamentada sobre la seguridad e inteligencia consular y diplomática, con tesis en Colombia, tenemos a la analista y especialista en administración de la seguridad Yelandra Sánchez Carbobell, quien participó en la creación de la Dirección de Análisis Estratégicos del Ministerio de Relaciones Exteriores junto a mi distinguido profesor de sociología en INTEC, Fernando Ferrán.

Creo que nuestro país necesita prepararse para responder con inteligencia y habilidad ante esta jugada maestra de Haití, especialmente por las características y particularidades de la nueva visión norteamericana frente a esta nación, y por la velocidad de la diplomacia y dinámica internacional, pues sería perjudicial y hasta contradictorio que la diplomacia de un Estado en crisis y evidentemente desestructurado, imponga sus criterios e intereses a una nación que se camina desde hace más de 50 años por la ruta del progreso y la estabilidad en democracia.

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