Educación

Del aula a la comunidad: un paso contra la desigualdad

Hoy es el Día Internacional del Estudiante, fecha en que se recuerda la lucha de la juventud para conseguir una educación libre y justa.

Los estudiantes dominicanos de escuelas públicas provienen de los sectores históricamente más desfavorecidos de la sociedad dominicana. SAIURY CALCAÑO /LD.

SAIURY CALCAÑOSanto Domingo, RD

Abre sus ojos verdes claro que se ven más definidos por los rayos de sol que entran desde la puerta de su vivienda. Crisleidy se acomoda en la silla del comedor con el cuadernillo en la mano, y una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro.

Tiene 9 años y cursa 4to grado de la primaria. Se mudó hace varios meses con su abuela para no perder el año escolar.

“Yo estaba viviendo con mi mamá en Haina, iba a perder el año escolar porque ella no pudo inscribirme, y me trajo donde mis abuelos para que estudiara. Tenía mucho miedo de no pasar de curso”.

El año escolar pasado se levantaba, se cepillaba, desayunaba, y con lápiz y cuadernos en mano prendía la televisión. Cuando no era por esta vía, abría YouTube, el cual le resultaba mejor porque aquí podía detener la clase si no lograba entender, y si todavía no comprendía del todo, le preguntaba a su profesora por WhatsApp.

Prefiere ir a la escuela, dice, allí se siente libre, puede compartir con sus compañeros y aprende mucho más. Su materia favorita es ciencias naturales, cuando crezca quiere ser ingeniera industrial.

Desde la sociología El sociólogo Juan Miguel Pérez explica que la inmensa mayoría de estudiantes dominicanos de escuelas públicas provienen de los sectores históricamente más desfavorecidos de la sociedad dominicana.

A esas condiciones precarias y vulnerables de vida, se agrega el agravamiento de las mismas como consecuencia de la pandemia.

Expone que, en comparación con el día a día que se vive en los barrios dominicanos, la escuela (su recinto, organización y atención) representan para los estudiantes un lugar estructurado: con sus horarios y rutinas, con sus uniformes, y cuidado institucional, sus dinámicas colectivas y actividades curriculares y extras.

A eso, se le añade los programas sociales (desayuno, merienda y comida), “además es un lugar de sociabilidad que le imprime a la vida de los estudiantes un lugar de amparo y de esparcimiento que suele ser mejor que el de sus casas”. Explica que está el tema de las condiciones propias de los hogares dominicanos: hacinamiento (densidad poblacional, incluyendo dentro del propio espacio doméstico), contaminación sonora, condiciones climáticas, entre otras.

El tema del equipamiento (conectividad y suministro energía eléctrica, dispositivos), la atención tutoral para acompañar los procesos de aprendizaje, para mantener la disciplina del tiempo, para guiar los procesos de auto-aprendizaje, la inadecuación de métodos a distancia y las disposiciones de aprendizaje de los niños y niñas, son parte de las calamidades que trajo en el plano educativo esta pandemia, fundamentalmente para los escolares de orígenes humildes, cuyos padres debían trabajar (o salir a buscárselas) o no tenían todos la disposición o los conocimientos para asistir al niño en sus trabajos de cultura escolar.

El involucramiento colectivo El sociólogo enfatiza que la pandemia fue un buen momento para llevar la escuela a las comunidades.

“Las escuelas públicas dominicanas padecen, en sus métodos y contenidos, de un gran distanciamiento social en relación a las condiciones que viven sus estudiantes y sus familias. La pandemia era un buen momento para volcar a los profesores hacia las comunidades para que se impregnaran del saber social, para mejor conocer a las familias y condiciones de vida de sus estudiantes, para conectarse entre sí”.

María Teresa Cabrera, ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), coincide con este planteamiento: “Pienso que las autoridades hicieron un gran esfuerzo para mantener el funcionando el sistema educativo, pero creo que hay dificultades que no se pueden resolver con dinero, y sí se pueden resolver con la participación de la gente en los territorios”.

Sostiene que se debió animar la creación de redes de solidaridad con los niños y niñas que por diferentes razones no podían ser acompañados por las familias, esto habría conseguido que una parte de los que desertaron se mantuvieran en el proceso educativo. Además de una participación más activa de los docentes en la definición y elaboración de los recursos didácticos a utilizar, habría evitado algunas dificultades.

La educación ideal para superar los retrasos de la pandemia, es un proceso que inicia en casa, involucra la escuela y la comunidad.

ESTUDIO La investigación sobre la opinión de padres, madres y tutores respecto de la educación en medio de la pandemia del COVID-19 realizado por Acción Empresarial por la Educación (Educa), reveló que:

1 de cada 3 familias reportaron que sus hijos o menores a cargo estaban experimentando problemas en sus estados de ánimo desde que comenzó la pandemia.

55.7% de los padres encuestados percibían que sus hijos no aprendían tomando clases virtuales, o aprendían menos.

Deserción escolar El coronavirus aumentó el riesgo de deserción escolar.

La deserción escolar aumenta el riesgo de trabajo infantil, embarazo no deseado, drogadicción y delincuencia.