Casa Mora: por siempre en el corazón de los veganos

La tienda, que tiene alrededor de 60 años de antigüedad, hoy se resume en cenizas

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María Tejada y Ashley Ann PresinalLa Vega, RD

Trabajo duro, responsabilidad y disciplina son algunos de los pilares que llevaron a “Casa Mora” a posicionarse como una de las tiendas más reconocidas de La Vega.

Todavía, a más de una semana del incendio que consumió el edificio el pasado 27 de octubre, el siniestro dejó marcas en el corazón de quienes la consideraban “parte emblemática de su pueblo”.

“La Casa Mora no es mía, sino de La Vega”, fueron las palabras de Ismaela Pichardo, mejor conocida como “Irma Mora”, propietaria del local quien expresó al medio su agradecimiento a los bomberos de ciudades aledañas por tratar de “salvar” su establecimiento.

“Gracias a todos los bomberos, a mis empleados por su amabilidad y respaldo y al pueblo de La Vega por todo su apoyo durante tanto tiempo”, enfatizó.

Así inició Casa Mora

Con una sonrisa, Ismaela relató sus inicios en la industria textil. Desde niña aprendió a coser y al perfeccionarse en el área comenzó a cobrar y tener clientes.

Empezó como modista, vendía zippers e hilos, forraba botones y elaboraba ropas al estilo de los años 50. Poco a poco ganaba más clientela y servía de abastecimiento para los colegas que iban a comprarle insumos para realizar su trabajo.

A pesar de los pocos recursos que disponía, fue justamente con un presupuesto de RD$70 pesos que le compró a un señor “todo lo que necesitaba para surtir su tienda”. En ese entonces sólo tenía una máquina de coser.

Tiempo después consiguió que le vendieran un local en el mercado de La Vega por RD$600 pesos.

Con su negocio establecido Ismaela decidió ponerle “Mora”, en honor el apellido de su esposo e hijos. Era un “símbolo de su amor” por ellos.

El inicio fue una etapa muy difícil, el escaso presupuesto la obligó a ser multifacética dentro de su empresa. No sólo era la dueña, sino que también trabajaba como cajera, vendía telas, cosía y cobraba.

Relató que su negocio fue creciendo poco a poco y que actualmente tiene alrededor de 60 años, logrando ser más que una tienda: parte de la cultura vegana.

Destacó que su responsabilidad de pagar a tiempo a entidades financieras fue “clave” de su progreso, ya que se le presentaron nuevas oportunidades de crecimiento y múltiples préstamos.

“No pensaba en dinero, sólo en levantarme temprano y trabajar”

Su agradecimiento a Dios es infinito, pues con orgullo comentó lo bien que le ha ido “gracias a su esfuerzo y arduo trabajo por al menos 20 horas diarias”.

“No pensaba en dinero, sólo en levantarme temprano y trabajar. El ser cumplidora, honesta y disciplinada me ha servido para crecer en todos los campos, tanto en la crianza de mis hijos y en mi matrimonio, como en los negocios”, afirmó Ismaela.

Considera además que el éxito que ha cultivado se debe a la disciplina y al trabajo duro, razón por la que todavía a sus 83 años continúa en labores.

El siniestro: un profundo dolor

Las pena salía a flote al hablar del siniestro ocurrido el pasado mes de octubre.

El dolor de Ismaela por la muerte de los bomberos Juan María Concepción “Junior”, Olvis Baría y José Luis Mojica es palpable.

Más que los vestigios de Casa Mora, “el trabajo de su vida entera”, la pérdida humana es irreparable.

Con tristeza señaló que a pesar de los años en funcionamiento de la tienda, el establecimiento no contaba con seguro, por lo que no será retribuido en ningún punto nada de lo que fue consumido por las llamas.

Confesó que desconoce si va a reconstruir o no la Casa Mora, pues con el paso de los días dice que “su padre celestial” le dirá qué hacer.

Su positivismo, fe y creencia en la Biblia la ha llevado a nunca derrumbarse ante las adversidades de la vida, manteniéndola fuerte y con la frente en alto.

“Este acontecimiento estaba escrito en mi vida, lo importante es saber que de todo fracaso viene una lección, cada causa tiene su efecto y todo lo negativo que me ha pasado me ha florecido”, dijo esbozando una sonrisa.

La Vega enterró a tres héroes

Dos días más tarde de la tragedia, la tarde del 29 de octubre, La Vega dio el último adiós a los tres bomberos fallecidos mientras intentaban contener el incendio que consumió a Casa Mora.

Alrededor de las 4:30 de la tarde se realizaron las honras fúnebres del mayor Juan María Concepción, de 51 años; el segundo teniente Olvi Farías, de 22, y el sargento mayor José Luis Mojica, de 59 años, cuyos cuerpos fueron traslados a bordo de un camión de bomberos.

Miradas tristes y perdidas vieron partir a los “héroes nacionales”, quienes sacrificaron sus vidas por salvar otras 83.