Enfoque
El Cambio Climático, en un punto de no retorno
A principio de la semana pasada dio inicio en Glasgow, Escocia, la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CUP26), en la que participan más de 190 países, lideres de las principales potencias económicas mundiales, científicos y ambientalistas preocupados por los efectos del calentamiento global de la tierra, resultado de las emisiones de gases de invernadero. En esta cumbre se busca negociar nuevos acuerdos y ratificar los ya acordados en anteriores eventos, con el objetivo de limitar el calentamiento del planeta a una temperatura por debajo 1.5 grados centígrados al final del presente siglo, y reducir en un 45% las emisiones al 2030, como paso previo y garantía de llegar a cero emisiones netas de gases de invernadero en el año 2050.
Cabe recordar que los esfuerzos de la ONU, para lograr una solución global a los problemas del cambio climático, data de largos años. Comenzando en el 1992 con la Cumbre de la Tierra en Rio, la Cumbre de Kioto sobre el Cambio Climático, 1997 y la de Paris en el 2015, en esas cumbres las principales potencias económicas, responsables de las mayores emisión de gases de invernadero, se negaron a comprometerse con los acuerdos aprobados por la mayoría de los países participantes.
En Rio la nota disidente la puso Estados Unidos, en Kioto lo hizo China y en París, en el que todos los países firmaron el acta de compromiso, los Estados Unidos se retiró posteriormente del acuerdo. En cada caso esos retiros obedecieron a los intereses económicos y políticos de esos países.
Como se observa, la actitud asumida por estas potencias para enfrentar el problema ha sido determinante en la generación de la crisis climática que hoy afecta al mundo, pues además de su poder económico y liderazgo a nivel mundial, ambas son responsables de la emisión de casi el 50% de los gases de invernadero que se emiten a la atmosfera.
Los retrasos en la implementación de las medidas destinadas a detener el calentamiento del planeta, dada la falta de consenso y apoyo de los principales actores del problema, ha incidido para llegar al punto en que nos encontramos hoy abocados a una crisis climática de inimaginables consecuencias.
Por eso la CUP 26, se celebra en un ambiente de preocupación mundial generalizado, en la que el Secretario General Antonio Guterres ha elevado su voz de alarma al expresar “Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos, con carbono, basta de tratar a la naturaleza como una letrina y cavar nuestra propia tumba”, teniendo como sustentación estas palabras apocalípticas, el informe científico presentado a la ONU, por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que evaluó como el calentamiento global impactara el clima mundial en las próximas décadas de continuar las emisiones de gases de invernadero en los niveles actuales, lo que podrían quebrar el límite clave de la temperatura global en menos de diez años, y provocar cambios irreversibles en los océanos, la atmosfera, la biodiversidad y el hábitat de humano en sentido general, alcanzando el planeta un punto de no retorno.
Para que se tenga una dimensión del impacto, en los actuales momentos, con un incremento de la temperatura media mundial de 1.1 grados centígrados en promedio con relación a la época pre industrial, se observa el derretimiento acelerado y sostenido de los glaciares y el deshielo del Ártico, con el consiguiente aumento de los niveles del mar y algunas inundaciones de zonas costeras bajas, incremento de la temperatura de los océanos y degradación de los ecosistemas marinos, formación de huracanes y tormentas tropicales con intensidades, frecuencia y en época del año jamás esperadas, ocurrencia de inundaciones en regiones nunca vistas, cambios del patrón del clima y el ciclo hidrológico mundial, sequias, olas de calor que alcanzan en algunas ciudades de la India los 50 grados centígrados, frecuentes incendios forestales de grandes proporciones e incontrolables. En el marco de este panorama, el Panel de expertos de la ONU, proyecta que de continuar el incremento de la temperatura media mundial, estos fenómenos se intensificarían y tendrían consecuencias catastróficos e irreversibles para el planeta, con la consiguiente pérdida de vidas humanas, desaparición o alteración de la biodiversidad, destrucción de las infraestructuras productivas y la sostenibilidad de las economías y los recursos naturales de los países, principalmente los mas pobres.
La República Dominicana y las demás islas de la región del Caribe, situadas geográficamente en la ruta de los huracanes tropicales, están categorizadas como de alto riesgo para sufrir los mayores impactos generados por el cambio climático. Cada año y cada vez más con mayor frecuencia e intensidad, la región se ve amenazada o azotada por estos fenómenos climáticos, sembrando muertes y destrucción. Aun está fresca en la memoria de los caribeños, y en especial de los Puertorriqueños, el mortífero huracán María que devastó en el 2017, las Islas Vírgenes, Dominica y Puerto Rico, esta última isla todavía no se recupera de la secuela de daños en sus infraestructuras y una parte de su población tuvo que irse a residir en los Estados Unidos. En el caso de nuestro país, República Dominicana, el cambio climático representa, y está representando, una seria amenaza por la condición de vulnerabilidad de una parte importante de la población que vive en casas construidas prácticamente en los lechos de los ríos y cañadas, las cuales son arrastradas cuando se producen inundaciones, en los recursos costeros y marinos que sustentan la industria turística, de la que depende en gran medida nuestra economía, se observa cierto deterioro en los arecifes coralino y las playas están siendo invadidas y ensuciadas por los sargazos arrastrados al Mar Caribe por las corrientes marinas, desde el Océano Atlántico por efecto del incremento de las temperaturas de sus aguas.
La infraestructura productiva está sometida a los embates de las intensas lluvias que arrastran los fenómenos meteorológicos como huracanes y tormentas que nos azotan frecuentemente, lo cual conlleva destrucción e inundaciones y, en consecuencia, la realización de inversiones para reparar los daños. El panorama descrito lleva a reflexionar que de continuar elevándose la temperatura media mundial pondría poner en riesgo la existencia de nuestro país.
No en vano los funcionarios del gobierno Dominicano, que asisten a la COP26, a sabiendas de esta amenaza, llevan una posición firme y clara de exigir o reclamar a las potencias mundiales que se ponegan de acuerdo y asuman su responsabilidad como principales causantes del problema, no con declaraciones y discursos políticos, sino con acciones concretas, para lograr un acuerdo destinado a cumplir sin retraso los objetivos de la cumbre.
Ante el panorama descrito, existe la manifiesta preocupación de los gobiernos participantes en la CUP26, en buscar una solución definitiva al problema del cambio climático que se está evidenciando en declaraciones en las que manifiestan la seria intención de establecer compromisos duraderos para revertir el cambio climático. En este contexto, ya 100 países, entre los que se incluye China, Rusia, Colombia, el Congo, Indonesia y Brasil, se han comprometido a crear un fondo de US$ 19,000 millones destinados a frenar la deforestación y a revertir ese proceso para el 2030. El gobierno de Rusia anuncio que espera alcanzar la meta de cero emisiones en el año 2060 y la India proyecta lograrla en el ano 2070, entre otras noticias alentadoras, que se irán conociendo en la medida que avancen las discusiones y negociaciones en la CUP26.
Debemos estar esperanzado en que en esta ocasión, los compromisos se cumplirán y ejecutaran, incluyendo los establecidos en las anteriores cumbres, sin demora y en esta misma década, esto si queremos salvar el planeta. Está en juego nuestra existencia, como lo expreso el presidente Joe Biden, al inicio de esta cumbre.