Enfoque

Valdez, la estabilidad y el crecimiento económico

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Jaime Aristy EscuderSanto Domingo, RD

La decisión del presidente Luis Abinader de posponer la aprobación y ejecución de la reforma tributaria aumenta la im­portancia del crecimiento económico. El primer man­datario señaló que su go­bierno se enfocará en pro­mover la expansión de las actividades productivas, que constituyen la base de los ingresos tributarios. Para alcanzar ese objetivo es im­prescindible mantener la estabilidad macroeconó­mica. En ese contexto, se coloca nuevamente el pe­so de la política económi­ca sobre las columnas del Banco Central.

Héctor Valdez Albizu ha sido el Gobernador más exi­toso en la historia del or­ganismo emisor. Hay que reconocer que ha sido el funcionario que mejores y más eficaces medidas mo­netarias ha tomado, en la magnitud y el momento oportuno, para enfrentar exitosamente diversos cho­ques externos.

La crisis financiera asiáti­ca (1997), el huracán Geor­ges (1998), el desplaza­miento de la industria textil de zonas francas domini­canas por la industria chi­na (2007), la Gran Recesión (2008) y un precio del ba­rril de petróleo a 140 dóla­res (2008) son algunos de los choques externos que Valdez supo amortiguar de manera magistral, manteniendo la estabilidad macroeconómica y la confianza en el peso do­minicano.

En base a sus 22 años de gobernación, se estima que el valor esperado de la inflación cuando Valdez es el jefe de la política monetaria es 5%. Sin embargo, si se calcula des­de 1966, cuando no es Valdez el Gobernador la tasa de infla­ción promedio es 15%. Y, si se calcula desde los años ochen­ta, el valor esperado de la infla­ción es 25%. Los datos hablan por sí solos: Valdez es sinónimo de credibilidad en el peso.

Choque brutal En 2020, las medidas adop­tadas para enfrentar el co­vid-19 provocaron el peor choque macroeconómico re­gistrado a nivel global. Los diversos episodios de cua­rentena y el cierre de las ac­tividades productivas eleva­ron de manera súbita la tasa de desocupación, deterioran­do la capacidad de los agen­tes económicos de generar ingresos y cumplir oportuna­mente sus compromisos fi­nancieros.

Ante ese brutal choque de oferta y demanda, las auto­ridades monetarias y fisca­les de la mayoría de los paí­ses reaccionaron mediante la adopción de políticas muy expansivas. Los organismos internacionales, encabeza­dos por el Fondo Monetario Internacional, recomenda­ron la ejecución de progra­mas fiscales de ayuda a los segmentos más vulnerables, al mismo tiempo que se in­yectaba liquidez y se redu­cían las tasas de interés. En ese momento la prioridad pasó a ser la actividad econó­mica, aun cuando esto pro­vocase un aumento -transito­rio- de la tasa de inflación.

La reacción de Valdez fue rápida y contundente. En marzo de 2020, el mismo mes que llegó el covid-19 al país, el organismo emisor flexibilizó los agregados mo­netarios inyectando la liqui­dez requerida por los agentes económicos para minimizar la contracción de la activi­dad económica y, sobre todo, evitar el deterioro de la car­tera de los intermediarios fi­nancieros. Específicamente, se otorgó la suma de 215 mil millones de pesos mediante la aprobación de 92 mil prés­tamos a empresas y hogares a tasas de interés histórica­mente bajas.

Al comparar con los de­más países de la región la­tinoamericana se puede afirmar que esa estrategia monetaria fue exitosa, pues la recuperación económica ha sido mucho más rápida de lo proyectado inicialmente. Este año se estima que el PIB se expandirá por encima del 10%, siendo el país con ma­yor ritmo de crecimiento de la región y una de las pocas naciones que supere en más de 3% el nivel de PIB real promedio pre-pandémico.

La inflación acumulada a septiembre se encuentra, al igual que otros países, por en­cima de la meta. No obstan­te, tal como indicó reciente­mente el gobernador Valdez Albizu la inflación actual no se originó por factores mo­netarios o fiscales. A diciem­bre de 2019, antes de que co­menzara el covid-19 a hacer estragos a nivel internacio­nal, la tasa de inflación inte­ranual dominicana fue de 3.7%. Si no hubiese ocurrido ese choque macroeconómico es altamente probable que, en 2020, la tasa de inflación hubiese quedado dentro del rango meta que es 4%±1%, pues, a pesar de la inyección monetaria que se realizó des­de marzo de ese año y la ac­tiva política de ayudas socia­les, la tasa de inflación de ese año cerró en 5.6%.

El problema inflaciona­rio comenzó a ser notorio en 2021. La mayor parte de la inflación de este año se expli­ca por factores exógenos. El choque internacional de ofer­ta, la disrupción de la cadena de suministro a nivel global, el vertiginoso incremento de los fletes y el aumento expo­nencial en los precios de los combustibles han incremen­tado los costos locales de pro­ducción y elevado los precios de un importante conjunto de bienes intermedios y fina­les importados. Afortunada­mente, la apreciación del pe­so dominicano de un 3.4%, registrada en los primeros nueve meses del presente año, amortiguó un poco la in­flación importada.

Confianza en el peso Después de llegar a un máxi­mo de 10.5% en mayo de 2021, la tasa de inflación muestra una tendencia des­cendente, colocándose en septiembre en 7.7%. Dado que las expectativas se en­cuentran ancladas en el en­torno del objetivo de infla­ción, y vista la confianza que tienen los agentes económi­cos en el peso dominicano, es muy probable que para fi­nales de 2022 la variación anual del IPC converja al 4%. Por ese motivo, el Banco Central, que tiene el arsenal necesario para reducir la in­flación de manera más acele­rada, prefirió otorgar mayor importancia a la recupera­ción económica y la creación de empleo, dejando que la inflación se mueva hacia aba­jo en función de la mejora del entorno internacional.

La rapidez de la conver­gencia dependerá del grado de transitoriedad de la tasa de inflación a nivel interna­cional. Si la inflación resulta ser un fenómeno transitorio, como piensan Jerome Powell y Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal y secre­taria del Tesoro de los Esta­dos Unidos, respectivamen­te, entonces se registrará en los primeros meses de 2022 un descenso más acentuado de la inflación en el país, en particular desde que se corri­jan los cuellos de botella que existen por el lado de la ofer­ta a nivel global.

Evitó el colapso Cuando esa convergencia de la inflación se registre el año próximo, y se manten­ga el ritmo de crecimiento del PIB por encima de 5%, se confirmará que el gober­nador Valdez evitó el colap­so económico, una vez más. Y aseguró la estabilidad eco­nómica que necesita el sec­tor privado para seguir ex­pandiéndose, tal como lo ha hecho por más de dos décadas bajo su mandato monetario. Ese crecimiento será la clave para que aumenten las recau­daciones tributarias y mejore la posición fiscal del gobierno; resultado que será bien recibi­do por las calificadoras de ries­go, los organismos financieros internacionales y los tenedores de bonos.

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