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Enfoque

No es fácil revertir la inseguridad, pero es factible

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RAFAEL NÚÑEZSanto Domingo, RD

El tema de la seguridad pública alcanza niveles de deterioro tales que ha puesto de rodillas a todas las estructuras gubernamentales, llevándose de encuentro a las que por la Constitución y la Ley tienen que afrontar ese flagelo local y global: el Ministerio de Interior y Policía, órgano rector de las políticas públicas de prevención y fiscalización y la propia Policía Nacional garante de proteger la vida y los bienes de los ciudadanos.

La reversión de los niveles de inseguridad que vivimos por décadas no es fácil de logar, pero es posible siguiendo un riguroso esquema de trabajo que, de acuerdo a la experiencia que adquirí en el Estado, necesita una buena gerencia para impedir que la sociedad dominicana se convierta en inhabitable en poco tiempo, tanto para nosotros y el turista, renglón este último que en los meses del año de recuperación, 2021, alcanzó poco más de 9 mil millones de dólares de ingresos.

La inseguridad pública es la otra pandemia que pudiera dar al traste no solo con renglones vitales de la economía generadores de divisas, sino con la paz y el sosiego que necesita cualquier nación para avanzar, de manera que su acometida pasa por un tamiz que es obligatorio a los fines de ir quitando las piedras del camino. Hay que integrar a toda la sociedad en este plan, darle participación a los comunitarios, sacerdotes y pastores. Veamos.

1 Para la aplicación de esa política pública- como para cualquier otra- es necesario que las principales figuras del gabinete, encabezada por el presidente de la República tengan voluntad política.

Este factor tiene que ir más allá de la prédica, pues el liderazgo del primer mandatario pesa y envía una señal a los demás funcionarios en el sentido de para dónde es que navega el barco. El presidente Luis Abinader ha dado señales en ese sentido.

2 La administración que define claramente enfrentar con determinación este flagelo deberá disponer en la Ley de Ingresos y Gastos Públicos los recursos necesarios para que el Ministerio de Interior y la Policía Nacional tengan consignadas partidas conforme a sus necesidades. Si se quiere transformar esta última institución, sus miembros no pueden andar por ahí de limosna, de tal forma que podamos exigirles honradez en sus labores diarias.

El modelo de institución que debemos forjar como Policía está ahí: Autoridad Metropolitana de Transporte, ahora Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESET), pero mejorada.

3 Capacidad de Gestión. El gobierno ha dicho en múltiples ocasiones que tiene un Plan Integral de Seguridad Ciudadana. Ese el principal instrumento de ejecución de una política pública de seguridad.

No obstante, para su ejecución es importante definir los perfiles de todo el personal que se involucrará. Esto así porque los niveles depenetración del crimen organizado y la delincuencia común son tan poderosos que sus tentáculos permearon a toda la sociedad.

Los perfiles del ministro de Interior, del director de la Policía, de los fiscales y todos aquellos que tienen que ver con perseguir el crimen deben adecuarse a una serie de principios y valores que servirán de muralla a la podredumbre que corroe nuestras instituciones.

En gobierno de Álvaro Uribe Vélez es un paradigma de que cuando se quiere, se puede.

Tuvo que enfrentar en Colombia más retos que República Dominicana: a)guerrilla de más de 50 años; b) el crimen transnacional con el tráfico de drogas a gran escala como cabecilla; c) la delincuencia común fruto de este último y d) los paramilitares.

La mezquindad política no se lo quiere reconocer, pero después de él para ir a Colombia solo se corría un riesgo: quererse quedar.

Aplicó un Plan de Seguridad Democrática e hizo lo que tenía que hacer, lo quecontinuó el presidente Juan Manuel Santos, que fue su ministro de Defensa.

4 El país está obligado a llevar a cabo alianzas regionales con Estados Unidos, Puerto Rico y los países europeos a los cuales llegan los cargamentos de drogas procedentes del territorio, que hace años fue tomado por los carteles de las drogas como puente. Otra cantidad de sustancias controladas se queda en el territorio como peaje, pero tenemos la debilidad que en este momento ninguna entidad pública está encargándose de combatir el microtráfico. La Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), que es la llamada a hacerlo, no tiene capacidad de acometer esa tarea, pues carece de la logística operativa. Los puntos de drogas superan en demasía a esta, y la Policía fue desvinculada de ese rol. Es el tráfico y consumo de drogas lo que mayor violencia genera en los barrios y comunidades rurales, por lo que debemos enfrentarlos.

5El nivel de auge del crimen organizado y la delincuencia común ha ido más rápido que la capacidad del Estado de adecuarse para enfrentarlo.

En este momento, es necesario tomar el bisturí para hacer transformaciones profundas en nuestro ordenamiento jurídico, tanto del Ministerio de Interior como de la propia Policía y el Ministerio Público, que es el que gobierna a los fiscales. Si no contamos con legislaciones fuertes y la voluntad política para aplicarlas, no importa que su rigurosidad en cumplirlas se lleve por delante a ciertos actores que están en el deber de respetar, estaremos fracasando nuevamente.

Los integrantes de la Policía, los fiscales y los funcionarios del Ministerio de Interior deben ser evaluados en su desempeño, que es lo que garantiza fiel cumplimiento de las normas para que vayamos alcanzado las metas trazadas.

El país puede tener y necesita un Plan Integral de Seguridad Pública que preserve nuestra democracia y la libertad de los dominicanos y dominicanas.

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