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24 horas cuidando la frontera

La dura misión de ser guardia fronterizo

El Cesfront no le quita el ojo a las verjas perimetrales

Dos miembros del Centro Especializado en Seguridad Fronteriza(Cesfront) en máximo estado de atención y vigilancia a un costado de la verja perimetral erigida en Jimaní, cubriendo una extensión de 2 kilómetros y 275 metros. Estas fuerzas, bajo el mando del coronel Erick Ramírez, trabajan 24 horas, sin interrupción. RAÚL ASENCIO/LISTEIN DIARIO

Dos miembros del Centro Especializado en Seguridad Fronteriza(Cesfront) en máximo estado de atención y vigilancia a un costado de la verja perimetral erigida en Jimaní, cubriendo una extensión de 2 kilómetros y 275 metros. Estas fuerzas, bajo el mando del coronel Erick Ramírez, trabajan 24 horas, sin interrupción. RAÚL ASENCIO/LISTEIN DIARIO

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Guillermo PérezMontecristi, RD

Mientras el país tra­baja, des­cansa o duerme espacioso en toda la an­chura del espacio nacional, una legión de hombres ves­tidos de camuflaje y bien pertrechados hace de cen­tinela, día y noche, en el extremo lejano que marca el final del territorio domi­nicano.

Bastante lejos, pero allí co­rresponde estar a los solda­dos que protegen los 391 kilómetros, 654 metros y 46 centímetros de lindes fronterizos con Haití.

Estos son los hombres de armas más sacrificados y expuestos a riesgos, siem­pre resistiendo, como un armazón de concreto, las más rigurosas condiciones de vida en estos agrestes y remotos contornos.

Comprometidos con unas normas de disciplina in­violables, esos centinelas no sólo obedecen y cum­plen la misión que les enco­miendan sus mandos.

No se quejan de sus caren­cias, aunque sufren muchas vicisitudes y cumplen con lealtad al país.

Muchos se alejan de sus ho­gares y dejan sus familias a distancia. Mientras laboran sufren cansancio y sed, tie­nen que lidiar con ilegales, contrabandistas y ladrones, pero pesa tanto su discipli­na que no aspiran siquiera a una queja.

Esto es lo que implica su des­pliegue en un terreno ex­tenso y peligroso, aparte de los infortunios de sus movi­mientos constantes a través de un suelo físico abrupto y variable.

Son capaces de mantener resistencia y dominio del ambiente en estos espacios.

El fardo pesado que carga la fuerza militar desplegada en la frontera es ignorado por la mayoría de los dominicanos.

No son nada más que perso­nal uniformado, en postura erguida, armados, observan­do pasivos hacia la parte que fija los límites del país.

Mejores salarios Los soldados fronterizos nece­sitan una mejoría en sus suel­dos y estímulos adicionales para motivarles a una mayor entrega en su espinosa labor.

Están también integrados en puestos interagenciales, don­de tienen presencia funcio­narios de varios ministerios y organismos públicos que centralizan, en un lugar úni­co, los controles fronterizos, aduaneros, seguridad, vigi­lancia antidroga, sanitaria y medioambiental.

Cesfront y EN vigilantes La línea fronteriza tiene 391 kilómetros, 654 metros y 46 centímetros, una medición que está registrada en la So­ciedad de Naciones desde el 7 de agosto de 1930.

En todo ese trayecto, el Ejér­cito y el Cuerpo Especializa­do en Seguridad Fronteri­za (Cesfront) mantienen, en conjunto, una presencia de más de 9,000 miembros, con tareas específicas asignadas a cada uno de estos componen­tes.

En este duro esfuerzo, poco comprendido e ignorado por muchos, ellos se agitan y ago­tan. Tienen que lidiar en zonas con pronunciadas curvas mon­tañosas, de altas y bajas precipi­taciones, elevaciones de hasta 2,000 metros, y zonas climáti­cas árida y húmeda.

Un rasgo distinguido entre estas unidades armadas es la colaboración, asistencia y orientación a los ciudadanos, y sus gestiones para brindar­les buen trato y protección.

Cuando Listín Diario contac­tó a oficiales de los puestos in­teragenciales de Pedernales, que fue el punto de arranque del recorrido por toda la línea fronteriza, la recepción de los soldados del Cesfront fue de agrado.

El coronel Luis Manuel Hidal­do Brito, comandante intera­gencial del cuerpo operativo, y el teniente coronel Carlos Antonio Veras Martínez, co­mandante de operaciones, orientaron sobre la marcha del trabajo en esa demarca­ción.

En Jimaní, el joven coronel Erick Ramírez mostró el pa­trullaje en la verja perimetral de 2 kilómetros y 250 metros de extensión.

En Comendador, de Elías Pi­na, donde el Cesfront vigila la verja de 3 kilómetros y 500 metros, el coronel Luis Ernes­to Díaz De Oleo, coordinador fronterizo, también facilitó personal para colaborar con el trabajo de este diario.

La demostración del cambio que se registra en la mentali­dad del soldado dominicano quedó patente en la actitud de los soldados de la portentosa fortaleza de piedra Primer Te­niente Justiniano del Rosario, en Bánica, que tras prevenir al equipo de trabajo de este dia­rio sobre problemas de segu­ridad en el tramo hacia Da­jabón, enviaron una patrulla para protegerle hasta una sa­lida segura.

El “no” de Migración Sólo hubo dificultad en Peder­nales, en la oficina de Migra­ción, incapaz de dar un dato de dominio púbico, como la entrada y salida de haitianos por el paso de Anse-á-Pitre. Guacanagarix Tri­nidad y Trinidad, su encarga­do, estaba en una reunión en Santo Domingo, pero no pu­do impartir no accedió a im­partir la orden para conseguir el dato. En el caso del Ces­front, sus hombres son res­ponsables de la vigilancia en la verja perimetral, una tarea que cumplen 24 horas dia­rias, toda la noche, hasta el amanecer, haciendo rondas de varios kilómetros,, ampa­rados por el método de rele­vó, pero sin pausas.

Cuando cae la noche, la oscu­ridad alcanza su intensidad, haciendo más complicado su desempeño, pero la llegada de la tecnología a la frontera ha puesto en los cielos unos dispositivos voladores, con un zumbido de abejón, de cuatro extremidades y héli­ces giratorias: son los drones, asistentes de soldados, echan­do un ojo por ellos. Disponen de una flota de vehículos livia­nos y pesadas, en condicio­nes óptimas, y otros pertre­chos para cumplir su encargo.

La pate de la frontera más ac­tiva, donde la presencia de soldados es más fuerte, la comprenden Montecristi, Da­jabón, Elías Piña, Indepen­dencia y Pedernales, las cua­tro provincias lindantes.

Esta es una región de preca­rias condiciones, con ausencia de barreras en el más amplio espacio fronterizo.

Ante Haití, República Do­minicana lleva la parte per­dedora, porque ese país no muestra ningún empeñó en reforzar su vigilancia.