24 horas cuidando la frontera
La dura misión de ser guardia fronterizo
El Cesfront no le quita el ojo a las verjas perimetrales
Mientras el país trabaja, descansa o duerme espacioso en toda la anchura del espacio nacional, una legión de hombres vestidos de camuflaje y bien pertrechados hace de centinela, día y noche, en el extremo lejano que marca el final del territorio dominicano.
Bastante lejos, pero allí corresponde estar a los soldados que protegen los 391 kilómetros, 654 metros y 46 centímetros de lindes fronterizos con Haití.
Estos son los hombres de armas más sacrificados y expuestos a riesgos, siempre resistiendo, como un armazón de concreto, las más rigurosas condiciones de vida en estos agrestes y remotos contornos.
Comprometidos con unas normas de disciplina inviolables, esos centinelas no sólo obedecen y cumplen la misión que les encomiendan sus mandos.
No se quejan de sus carencias, aunque sufren muchas vicisitudes y cumplen con lealtad al país.
Muchos se alejan de sus hogares y dejan sus familias a distancia. Mientras laboran sufren cansancio y sed, tienen que lidiar con ilegales, contrabandistas y ladrones, pero pesa tanto su disciplina que no aspiran siquiera a una queja.
Esto es lo que implica su despliegue en un terreno extenso y peligroso, aparte de los infortunios de sus movimientos constantes a través de un suelo físico abrupto y variable.
Son capaces de mantener resistencia y dominio del ambiente en estos espacios.
El fardo pesado que carga la fuerza militar desplegada en la frontera es ignorado por la mayoría de los dominicanos.
No son nada más que personal uniformado, en postura erguida, armados, observando pasivos hacia la parte que fija los límites del país.
Mejores salarios Los soldados fronterizos necesitan una mejoría en sus sueldos y estímulos adicionales para motivarles a una mayor entrega en su espinosa labor.
Están también integrados en puestos interagenciales, donde tienen presencia funcionarios de varios ministerios y organismos públicos que centralizan, en un lugar único, los controles fronterizos, aduaneros, seguridad, vigilancia antidroga, sanitaria y medioambiental.
Cesfront y EN vigilantes La línea fronteriza tiene 391 kilómetros, 654 metros y 46 centímetros, una medición que está registrada en la Sociedad de Naciones desde el 7 de agosto de 1930.
En todo ese trayecto, el Ejército y el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza (Cesfront) mantienen, en conjunto, una presencia de más de 9,000 miembros, con tareas específicas asignadas a cada uno de estos componentes.
En este duro esfuerzo, poco comprendido e ignorado por muchos, ellos se agitan y agotan. Tienen que lidiar en zonas con pronunciadas curvas montañosas, de altas y bajas precipitaciones, elevaciones de hasta 2,000 metros, y zonas climáticas árida y húmeda.
Un rasgo distinguido entre estas unidades armadas es la colaboración, asistencia y orientación a los ciudadanos, y sus gestiones para brindarles buen trato y protección.
Cuando Listín Diario contactó a oficiales de los puestos interagenciales de Pedernales, que fue el punto de arranque del recorrido por toda la línea fronteriza, la recepción de los soldados del Cesfront fue de agrado.
El coronel Luis Manuel Hidaldo Brito, comandante interagencial del cuerpo operativo, y el teniente coronel Carlos Antonio Veras Martínez, comandante de operaciones, orientaron sobre la marcha del trabajo en esa demarcación.
En Jimaní, el joven coronel Erick Ramírez mostró el patrullaje en la verja perimetral de 2 kilómetros y 250 metros de extensión.
En Comendador, de Elías Pina, donde el Cesfront vigila la verja de 3 kilómetros y 500 metros, el coronel Luis Ernesto Díaz De Oleo, coordinador fronterizo, también facilitó personal para colaborar con el trabajo de este diario.
La demostración del cambio que se registra en la mentalidad del soldado dominicano quedó patente en la actitud de los soldados de la portentosa fortaleza de piedra Primer Teniente Justiniano del Rosario, en Bánica, que tras prevenir al equipo de trabajo de este diario sobre problemas de seguridad en el tramo hacia Dajabón, enviaron una patrulla para protegerle hasta una salida segura.
El “no” de Migración Sólo hubo dificultad en Pedernales, en la oficina de Migración, incapaz de dar un dato de dominio púbico, como la entrada y salida de haitianos por el paso de Anse-á-Pitre. Guacanagarix Trinidad y Trinidad, su encargado, estaba en una reunión en Santo Domingo, pero no pudo impartir no accedió a impartir la orden para conseguir el dato. En el caso del Cesfront, sus hombres son responsables de la vigilancia en la verja perimetral, una tarea que cumplen 24 horas diarias, toda la noche, hasta el amanecer, haciendo rondas de varios kilómetros,, amparados por el método de relevó, pero sin pausas.
Cuando cae la noche, la oscuridad alcanza su intensidad, haciendo más complicado su desempeño, pero la llegada de la tecnología a la frontera ha puesto en los cielos unos dispositivos voladores, con un zumbido de abejón, de cuatro extremidades y hélices giratorias: son los drones, asistentes de soldados, echando un ojo por ellos. Disponen de una flota de vehículos livianos y pesadas, en condiciones óptimas, y otros pertrechos para cumplir su encargo.
La pate de la frontera más activa, donde la presencia de soldados es más fuerte, la comprenden Montecristi, Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales, las cuatro provincias lindantes.
Esta es una región de precarias condiciones, con ausencia de barreras en el más amplio espacio fronterizo.
Ante Haití, República Dominicana lleva la parte perdedora, porque ese país no muestra ningún empeñó en reforzar su vigilancia.