Migración

La frontera está llena de agujeros

“Esto no lo aguanta nadie, ya son demasiados (viajeros) por estos lados”, dijo Sebastián D’Óleo.

Mientras se edifica la verja, soldados extreman la vigilancia en la frontera. RAÚL ASENCIO

Guillermo PérezElías Piña, RD

Después de tanto silencio acumulado, las poblacio­nes fronterizas parecen es­tar llegando a ver realidad sus viejos temores: Creen sus pueblos están siendo cercados, poco a poco, por una migración ilegal hai­tiana que empuja sin con­trol hasta sus vecindarios.

No son voces de políti­cos ni aspirantes a oportu­nistas. Se trata de ciudada­nos comunes, indiferentes a la xenofobia, la antipatía o el racismo.

Tienen miedo La reconfiguración que ob­servan cada día en sus co­munidades urbanas y al­deas rurales se los revela con claridad.

En calles, negocios, ba­rrios, residenciales y en to­dos los vecindarios fron­terizos hay una masa de haitianos que sigue expan­diéndose sin cesar, y siguen llegando.

Y no hay manera de pa­rar este problema. La fron­tera que los separa de Haití está llena de agujeros, a dis­tancias extensas en muchos casos.

Por estos resquicios en­tran, sin problemas, familias haitianas enteras que luego se asientan tierra adentro, y los más decididos se que­dan en las comarcas más cercanas.

Las fuerzas de control fronterizas hacen sacrifi­cios enormes para prote­ger la franja divisoria, pero la frontera es tan extensa y accidentada que no pue­den abarcarla toda.

Por eso, los 25 kilóme­tros de verja perimetral construidos ya entre los pasos de Jimaní y Elías Pi­ña, para controlar las olea­das de ilegales, contra­bando, tráfico de armas, drogas, robo de vehículos y de ganado, tiene apoyo de los pobladores.

Las 313 pirámides Esta frontera tiene 313 pi­rámides a lo largo de sus 391 kilómetros, 172 de es­tos compuestos de ríos y lagos, 219 de terreno co­mún, seis puentes fronte­rizos, cuatro pasos forma­les: Jimaní, Pedernales, Elías Piña, Dajabón, más de 40 kilómetros de ca­rretera internacional y 14 mercados binacionales.

Por cualquiera de esos espacios pueden entrar masas de indocumenta­dos. Pagando o haciéndo­lo por cuenta propia, todo para entrar aquí, no les im­portan los riesgos.

Un equipo de Listín Dia­rio viajó a lo largo de la frontera, desde Pedernales hasta Elías Pina, adentrán­dose en Sierra Bahoruco, a decenas de kilómetros por la carrera internacional, topándose con haitianos que salían de entre mon­tes, o subían por colinas, caminando por rutas pe­dregosas, o a bordo de mo­tocicletas.

Según un censo de 2013 preparado por el Cesfront, 12,642 personas, un 98% de estas de manera ilegal, estaban asentadas a lo lar­go de 15 kilómetros del borde limítrofe en las cin­co provincias dominicanas fronterizas con Haití.

Según la Encuesta Na­cional de Inmigrantes de 2012, en algunos pueblos de la Sierra de Bahoruco, entre estos Los Arroyos, Ávila y Aguas Negras, la población haitiana supera a la dominicana en más de un 90%.

La verja fronteriza Los ciudadanos muestran apoyo a la verja en la fron­tera y esperan que esta les dará más seguridad.

Elizabeth Díaz, una jo­ven mulata local, dijo no te­ner antipatía contra los hai­tianos, “pero no me siento bien cerca de muchos de ellos; son problemáticos”.

Sebastián D’ Óleo, un hombre desempleado que descansaba en el parque cen­tral local, cree que dentro de poco “esto no lo aguanta na­die, ya son demasiados por estos lados”. Los espacios donde hay verja perimetral, bajo el resguardo del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Ces­front) y el Ejército, son los más afianzados contra la va­riedad de ilícitos, por el mo­mento, en la franja divisoria.

La verja El tramo más extenso arranca en el lago Azuei, en Jimaní, desde donde serpentea a través de las áridas colinas que bordean la ciudad.

La verja, de cuatro metros de altura, se asienta sobre una pared de blocks de cemento, y en su tope final una espiral de alambre con cuchillas. Tiene 3 kilómetros y 275 metros de extensión, y su custodia, patrullajes y operativos constantes está a cargo de 16 soldados del Cesfront, cuyo personal labora 24 horas diarias, mientras el Ejército cumple también su misión en esto. La verja empieza en la pirámide 251, a partir del lago Azuei, en Malpaso, y llega hasta Las 40.

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