Enfoque
La próxima gran crisis, ¿cuán cerca está y cómo nos afectará?
Es frecuente que me pegunten ¿Malkun, viene en camino otra crisis económica mundial? Les respondo “consulten con Nostradamus”.
Pero ciertamente, esa nueva crisis, post crisis, parece inevitable porque el costo de la pandemia, que sigue tragando dinero, hay que pagarlo y nadie lo quiere hacer. Los fallidos intentos de reformas fiscales en varios países lo ponen en evidencia. Hay un verdadero tranque que he bautizado efecto PAREDIM (pandemia, recuperación economía, deuda e impuestos).
Muchos dirán ¿Y quién soy yo para estar presumiendo de predictólogo trancado en mi casa y viendo el bosque desde mi ventana?
En efecto, muchas crisis han sido advertidas por gente que ve el bosque desde afuera. Porque los que están dentro solo ven algunos árboles florecidos que les rodean. Un terrible error.
La astronómica deuda de Estados Unidos es un grave peligro. Moody’s señala que los mercados financieros aún no muestran señales de temor por la deuda, pensando que el Congreso norteamericano tomará medidas eventualmente (reforma fiscal).
Pero el presidente Joe Biden le está pidiendo al Congreso subir el tope de la deuda para financiar el presupuesto del 2022. Deuda que ya ronda el 108% del PIB.
Lo mismo sucede en Europa, que ha incrementado la deuda en un 35% y en casi todos los países ya supera el 100% del PIB y en algunos el 200%. ¿Y los tributos para pagarla, dónde están? Los expertos hablan de dos años para que todo explote.
China está sumida en una ola de apagones sin precedentes. La escasez de medios de transporte y los conflictos comerciales con occidente ha ralentizado el comercio mundial, con fletes impagables. Y desde China, los rayos y truenos se expanden al resto de Asia.
Rusia, ahogada por las sanciones, no logra salir del círculo vicioso de bajo crecimiento, poca inversión y mayor pobreza. Y la India y Brasil se retuercen de dolor por la alta factura del COVID-19.
¿Y nosotros qué? Podemos salir ilesos de cualquier crisis siempre que manejemos con prudencia la deuda, impulsemos las reformas económicas, sociales y políticas en carpeta y mejoremos la transparencia, la calidad del gasto, la competitividad y seguridad ciudadana. Con esas conquistas, la inversión privada extranjera encontrará en nuestro país un refugio seguro para escapar de los torbellinos que se avecinan.
Solo con los problemas de China, en cinco años, nuestra zona franca podría estar empleando más de 600 mil personas.
Confiemos en los cambios.