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Enfoque

Y, sin embargo, se mueve

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Edgar LantiguaPuerto Plata, RD

Eppur si muo­ve, y, sin em­bargo, se mueve, es la frase que se atribuye a Galileo Galilei ante el tribunal de la in­quisición, luego de haber adjurado de la teoría he­liocéntrica, que establece lo que hoy es una verdad irrefutable, que la tierra y los demás planetas del sis­tema giran alrededor del sol. La veracidad de la fra­se ha sido puesta en duda por historiadores y eruditos, pero la misma sigue siendo hoy sinónimo de las verdades que se pretenden negar.

Cuando el Listín publicó la semana pasada la estimación del costo de las vacunas com­pradas demás por la Repúbli­ca Dominicana, el péndulo se movió entre la simple nega­ción de la compra excesiva, hasta la justificación de esta.

El argumento más sensa­to lo presentó el mismo pre­sidente de la República, al afirmar que la decisión estu­vo motivada por el retraso en la llegada de las vacunas de las firmas contratadas inicial­mente. Decía el jefe del Esta­do que la generalidad de los países ha contratado vacu­nas más allá de sus necesida­des inmediatas, toda vez que tendremos que convivir con el virus, probablemente por mucho tiempo.

No faltó un cómico que ca­lificara de “pendejadas”, los cuestionamientos sobre las compras en exceso, llegando a la olímpica afirmación de que lo importante es el éxito del programa de vacunación y punto.

Negar el esfuerzo del go­bierno en garantizar la efecti­va vacunación del pueblo se­ría ocioso, indiscutiblemente las autoridades han hecho un loable esfuerzo en ese sentido.

Lo que no se puede es pre­tender que, porque ese es­fuerzo loable haya sido posi­tivo, no se puedan cuestionar aspectos que son fundamen­tales en la gestión de la cri­sis, como es la pertinencia de comprar entre 10 y 15 millo­nes de dosis más allá de las ne­cesidades reales del país, aun en el escenario de tres dosis por persona.

Una de las divisas funda­mentales de la actual gestión es el manejo escrupuloso de los recursos, evitar el dispen­dio y el gasto excesivo en todas las áreas.

Ahí está la cuestión.

Las compras de vacunas contravienen ese principio car­dinal de la visión de las nuevas autoridades.

Al fin y al cabo 5 o 9 mil mi­llones de pesos, no son “paja de coco”, por muchos cocos que haya en la isla.

El anuncio de la donación de 405 mil vacunas a Guate­mala y Honduras es una sim­ple muestra de que el país tie­ne vacunas más allá de sus necesidades, esas muestras de solidaridad e internacio­nalismo no hacen más que demostrar que lo dicho es la “puritita” verdad.

Lo mismo que el afán por aplicar la tercera dosis al mes de la segunda, en contraste con la recomendación de las propias farmacéuticas que en­tienden que la misma debe aplicarse a los 6 o 9 meses ni qué decir de las recomenda­ciones de la OMS.

Si en un momento de pá­nico el país contrató vacunas demás, ante el temor de no tenerlas a tiempo, esto no le resta valor al peso que esa de­cisión, esa mala gestión admi­nistrativa tendrá en las finan­zas públicas de un país, al que no parecen sobrarle esos re­cursos.

Cualquiera que vea hoy las necesidades de nuestros hos­pitales, sus carencias de su­ministros esenciales, la in­capacidad de garantizar los medicamentos básicos a los pacientes del sector público sa­be que no estamos en condi­ciones de gastar en exceso ci­fras como esas.

Se podrá argumentar que los problemas de los hospita­les vienen de lejos y es verdad, pues con más razón, para ser prudentes en la compra de va­cunas. Los hechos recientes no hacen más que demostrar que con relación a las vacu­nas y las compras en exceso, se puede decir como Galileo, “y, sin embargo, se mueve”.

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