Enfoque
Y, sin embargo, se mueve
Eppur si muove, y, sin embargo, se mueve, es la frase que se atribuye a Galileo Galilei ante el tribunal de la inquisición, luego de haber adjurado de la teoría heliocéntrica, que establece lo que hoy es una verdad irrefutable, que la tierra y los demás planetas del sistema giran alrededor del sol. La veracidad de la frase ha sido puesta en duda por historiadores y eruditos, pero la misma sigue siendo hoy sinónimo de las verdades que se pretenden negar.
Cuando el Listín publicó la semana pasada la estimación del costo de las vacunas compradas demás por la República Dominicana, el péndulo se movió entre la simple negación de la compra excesiva, hasta la justificación de esta.
El argumento más sensato lo presentó el mismo presidente de la República, al afirmar que la decisión estuvo motivada por el retraso en la llegada de las vacunas de las firmas contratadas inicialmente. Decía el jefe del Estado que la generalidad de los países ha contratado vacunas más allá de sus necesidades inmediatas, toda vez que tendremos que convivir con el virus, probablemente por mucho tiempo.
No faltó un cómico que calificara de “pendejadas”, los cuestionamientos sobre las compras en exceso, llegando a la olímpica afirmación de que lo importante es el éxito del programa de vacunación y punto.
Negar el esfuerzo del gobierno en garantizar la efectiva vacunación del pueblo sería ocioso, indiscutiblemente las autoridades han hecho un loable esfuerzo en ese sentido.
Lo que no se puede es pretender que, porque ese esfuerzo loable haya sido positivo, no se puedan cuestionar aspectos que son fundamentales en la gestión de la crisis, como es la pertinencia de comprar entre 10 y 15 millones de dosis más allá de las necesidades reales del país, aun en el escenario de tres dosis por persona.
Una de las divisas fundamentales de la actual gestión es el manejo escrupuloso de los recursos, evitar el dispendio y el gasto excesivo en todas las áreas.
Ahí está la cuestión.
Las compras de vacunas contravienen ese principio cardinal de la visión de las nuevas autoridades.
Al fin y al cabo 5 o 9 mil millones de pesos, no son “paja de coco”, por muchos cocos que haya en la isla.
El anuncio de la donación de 405 mil vacunas a Guatemala y Honduras es una simple muestra de que el país tiene vacunas más allá de sus necesidades, esas muestras de solidaridad e internacionalismo no hacen más que demostrar que lo dicho es la “puritita” verdad.
Lo mismo que el afán por aplicar la tercera dosis al mes de la segunda, en contraste con la recomendación de las propias farmacéuticas que entienden que la misma debe aplicarse a los 6 o 9 meses ni qué decir de las recomendaciones de la OMS.
Si en un momento de pánico el país contrató vacunas demás, ante el temor de no tenerlas a tiempo, esto no le resta valor al peso que esa decisión, esa mala gestión administrativa tendrá en las finanzas públicas de un país, al que no parecen sobrarle esos recursos.
Cualquiera que vea hoy las necesidades de nuestros hospitales, sus carencias de suministros esenciales, la incapacidad de garantizar los medicamentos básicos a los pacientes del sector público sabe que no estamos en condiciones de gastar en exceso cifras como esas.
Se podrá argumentar que los problemas de los hospitales vienen de lejos y es verdad, pues con más razón, para ser prudentes en la compra de vacunas. Los hechos recientes no hacen más que demostrar que con relación a las vacunas y las compras en exceso, se puede decir como Galileo, “y, sin embargo, se mueve”.