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En Guajimía la vida pasa entre el riesgo y la pobreza

La zona en los alrededores de la cañada de Guajimía donde han sido levantadas viviendas es considerada de alto riesgo por las autoridades. JA MALDONADO/LISTÍN DIARIO

Helenny AmparoSanto Domingo, R. D.

Hace aproximadamente cinco años aparecieron las primeras construcciones de uno de los asentamientos poblacionales que bordean la cañada de Guajimía, en Santo Domingo Oeste, desde entonces sus habitantes han desafiado los derrumbes, inundaciones y todos los tipos de riesgos que supone vivir al lado de un desfiladero.

Sin embargo, la ilusión de un techo propio, de zinc, tabla, cemento o lo que encuentren para cobijarse, ha mantenido a las familias “a la vera de Guajimía”.

Alexandra Jiménez es madre de seis y llegó a la “La Chinola”, nombre con que fue bautizada una de esas pequeñas comunidades, hace cinco años, luego de que uno de “los invasores”, como ella dice, le vendiera un pedazo de tierra.

Y aunque Alexandra reconoce que fue de las primeras en ocupar de manera irregular la zona, aseguró que no lo hizo por elección.

“Nosotros no estamos aquí porque queremos, es que no es fácil pagar una casa alquilada. Hoy tú la pagas y mañana la debes, además tu puedes vivir en una casa alquilada por 30 años y cuando el dueño la quiere, te saca y ya”, narró la ama de casa.

Para la madre, que comercializa “dulces y papitas” y a veces le arregla el pelo a cualquier vecina que aparezca para aligerar la carga económica de su pareja que labora como chofer en una ruta de carros de conchos, lo más difícil es ver como los derrumbes se aproximan cada vez más de prisa hacia el terreno en que se encuentra su casa.

Alexandra explicó que detrás de su residencia había otras dos casas y hasta un colmado, lo que a simple vista parece imposible debido a que donde ella señala que estaban construidas, hoy solo existe un enorme socavón.

La morada de Luis Zabala también tuvo este destino, tras las recientes lluvias provocadas por los fenómenos naturales Fred y Grace, su hogar casi les cae encima cuando tanto él, como su esposa y sus dos hijos pasaban el día en la vivienda.

“Desde que lo sentimos agarramos a los muchachos y salimos corriendo”, recuerda Luis, mientras mostraba al equipo de Listín Diario los trozos de los bloques de cemento y las varillas que aún quedan atascadas en la tierra, recordándole cada día el lugar en el que vivió junto a sus seres queridos por dos años.

Luego de perderlo “casi todo”, Luis tuvo que enviar a Puerto Plata con algunos familiares a sus niños, de nueve y cinco años, almacenar en casa de un vecino los artículos del hogar que pudo recuperar y alojarse temporalmente en el domicilio de otro.

Solo en “La Chinola” hay más de un centenar de viviendas que se comunican a través de estrechos caminos que los mismos residentes han ido moldeando al correr de los años con diferentes tipos de materiales.

“Nosotros somos de los primeros por aquí, nosotros hicimos esto por aquí. Cuando llegamos aquí no habían ni casas. El trabajo que pasamos nosotros aquí no fue chiquito, haciendo calle, haciendo to ' la cosa. Esto era un monte”, detalló Elena Sánchez, quien tiene cinco años en el lugar.

Elena es una de las residentes más antiguas y aseguró no sentir temor por los recientes deslizamientos que han dejado a la intemperie a más de uno.

“Eso es por mala construcción. Hacen casas debajo de otras casas. Donde sea que se vea una casa así que estén hoyando por debajo, como sea se va a caer”, indicó.

Colapso el sábado

El pasado sábado, corría el mediodía cuando las vibraciones en una de las viviendas del área interrumpieron la paz de una familia que por temor a que se tratara de un terremoto salió de prisa hacia la calle.

Era la casa de Juana Marte, y mientras ella lavaba su ropa y la de los hijos con los que vive, bajo sus pies se desplomaban las columnas que por dos años sostuvieron su hogar.

Con sus hijos de nueve, 15 y 19 años de edad Juana conforma una de las tantas familias que habitan en los terrenos calificados por las autoridades como "área de riesgo", y en los que se han producido múltiples derrumbes desde la semana pasada.

Víctima mortal

El intendente general del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo Oeste, coronel Gregorio Candelario, aseguró a este medio que en los deslizamientos anteriores no habían encontrado heridos ni fallecidos, este fin de semana fue la excepción.

Un hombre, identificado como Sanil Decembrel de 47 años y de nacionalidad haitiana, perdió la vida luego de que una de las paredes de la casa de Juana se desplomara sobre él.

Decembrel se encontraba junto a otros cuatro hombres realizando una construcción a orillas de la cañada y justo debajo de la vivienda de la madre soltera, según indicaron los lugareños.

Candelario explicó que las casas de la zona se levantaron sobre un relleno y que están trabajando para desplazar a los residentes de por lo menos seis viviendas.

"Hay casas que realmente están por la mitad y no son habitables", resaltó.

Desalojos

De su lado, el alcalde de Santo Domingo Oeste, José Andújar, manifestó mientras inspeccionaba la trágica escena que tomarán medidas para trasladar a los cientos de familias que se han establecido.

“Los próximos días nosotros vamos a desalojar a todo aquel que esté en esta zona vulnerable”, advirtió Andújar, al tiempo que sentenció: “el lunes venimos con mano dura”.

En ese sentido, el titular del gobierno municipal informó que se pondrán en contacto con el presidente Luis Abinader, para exponer la situación y “mejorar la condición de vida de los munícipes”.

Para la intervención del sábado acudieron un aproximado de 55 servidores pertenecientes a la Defensa Civil, el Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo Oeste, el Sistema de Emergencia 911 y la Policía Nacional, en una jornada que se ejecutó durante más de dos horas.

En detalle

Cantidad

En el barrio “La Chinola” se han levantado más de 100 viviendas y, según el intendente general del Cuerpo de Bomberos de la delimitación, en una misma construcción es habitada por más de una familia.

Origen

La barriada comenzó a formarse hace, aproximadamente, cinco años y desde entonces las construcciones en cualquier pedazo de tierra no han parado.

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