Enfoque
General Gregorio Luperón, libertad y periodismo
Uno de los tantos actos execrables contra el liderazgo liberal independentista perpetrado por el déspota Pedro Santana Familia fue la orden de fusilar a Francisco del Rosario Sánchez, capturado en El Cercado -por donde había entrado desde Haití- junto a un grupo de patriotas para combatir el proyecto de anexión a España.
Sánchez y sus compañeros fueron trasladados de El Cercado a San Juan donde fueron fusilados el 4 de julio de 1861, hecho del que se cumplieron 140 años. Agosto es el mes de la Restauración y el 8 de septiembre próximo se celebra el 162 aniversario del nacimiento del general Gregorio Luperón Duval.
El compromiso ideológico y militar del general Luperón Duval tiene sus orígenes en la influencia que el pensamiento independentista de “Los Trinitarios” irradió en la juventud de aquellos tiempos.
Cuando el déspota Pedro Santana Familia da la orden de fusilar a Sánchez y a sus compañeros de lucha en San Juan, Gregorio Luperón se encontraba en Jamao, hoy municipio perteneciente a la provincia Espaillat, en la propiedad de Pedro Eduardo Dubocq, un hacendado de Puerto Plata, de gran arraigo social y político, que sirvió de apoyo a los líderes de la primera independencia.
Luperón era entonces un jovenzuelo cortador de leña, con apenas 22 años de edad, cuyas primeras acciones políticas estuvieron influenciadas por lo que le transmitía su patrón, Pedro Eduardo Dubocq, que junto a otros ilustres puertoplateños, igual que Luperón, formaban parte de una célula de la sociedad secreta “La Trinitaria”.
Como otras destacadas figuras dominicanas, el general Luperón Duval galvanizó con acero sus ideales patrióticos, que habían sido azotados por hombres que, en principio, sirvieron con gallardía al país, como el propio Santana Familia.
Por todo el territorio nacional había corrido la fama de Santana Familia de ser el principal baluarte contra las invasiones haitianas, pero también circuló profusamente su inclinación despótica y abusiva.
Fusilamientos El denominado “Marqués de las Carreras” fue el responsable del fusilamiento y destierro de un puñado de líderes y fundadores de la nacionalidad dominicana.
En el primer aniversario de la independencia dominicana, 27 de febrero de 1845, cometió el primer crimen político en la historia de la joven nación: fueron fusilados María Trinidad Sánchez, tía del patricio Sánchez, Andrés Sánchez, sobrino de la heroína y José del Carmen Figueroa.
En su historia de sangre, Santana Familia fusilaría a Tomás de la Concha, Juan María Imbert, José Contreras, José Joaquín y Gavino Puello, Pedro de Castro, Manuel Trinidad Blanco. A los Puello, de Castro y Blanco ordenó matarlos en víspera de Nochebuena.
En su cruzada de convertirse de libertador en verdugo, Santana Familia instruyó el fusilamiento de un minusválido, Aniceto Freites, así como a Bonifacio Paredes, un pobre hombre que entró a su finca y se apropió de un racimo de plátanos. El hurto en su propiedad le costó ser fusilado.
Así como corrieron por campos, valles y montañas las hazañas heroicas de Santana Familia, también se hicieron populares sus abusos y despotismo contra quienes habían creado el proyecto emancipador. En los censos parroquiales de los que hacen referencia los historiadores se estima una población de 207 mil 700 personas en 1863, dos años después de declarada la Anexión.
El general Gregorio Luperón Duval sabía de las indignidades de Santana Familia y de Buenaventura Báez.
Desde que toma partido directamente en la lucha por la segunda independencia, atendiendo a un llamado que mediante misiva del 25 de marzo de 1861, le hicieran llegar a Jamao compueblanos suyos, aquel hombre que luego se convertiría en la “Espada de la Restauración”, cambió el hacha para empuñar la espada libertadora.
Luperón Duval, como los demás restauradores con mayor rango que él en la guerra, sabía de la traición y los abusos de Santana Familia, que claudicó para entregar la soberanía en manos de España.
Con apenas 22 años cuando recibió aquella comunicación, el general Luperón Duval ya era un hombre preclaro acerca de las figuras que al interior de la República había que enfrentarse:
“Santana, parricida, mata la República”, escribe entonces el general Luperón Duval, para agregar:
“Después de la titánica lucha por la restauración, viene Báez al poder, y este hizo cuanto pudo para exterminarla, fusilando y asesinando a la mayor parte de los libertadores. Actualmente, el salvaje general Heureaux, hace mil veces peor que el uno y el otro para acabar con el país y para cumplir su deseo de bárbara venganza, como descendiente que es de Haití”. (Notas “Autobiográficas y Apuntes Históricos, págs. 33)
El general Luperón Duval tenía una visión clara de dónde estaban los enemigos dentro y fuera del territorio. Las luchas fratricidas, por un lado, y aquellas embestidas azuzadas desde Haití por aquellos gobernantes haitianos que intentaron restablecer el dominio sobre la parte este, encontraron en el general Luperón Duval el hombre de temple, sacrificado, comprometido con el ideal de Juan Pablo Duarte, de Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.
Libertad sinónimo de periodismo Luperón, el general restaurador, sin que su formación tuviera la base académica de los letrados de su época, comprendió plenamente el concepto de libertad. Escribió que …“Son estas luchas el producto de la crueldad de sus tiranos, siempre enemigos de la libertad, por lo cual cifran su seguridad en la ignorancia y en la mentira”.
La libertad como ideal supremo de los pueblos debido a la influencia que en América había despertado la Revolución Francesa de 1789, no solo tocó la patria de Toussaint Louverture, sino que hizo vibrar las fibras patrióticas de la descendencia española, llamados luego dominicanos.
Los tiranos criollos y del vecino país de los exesclavos no tenían la fuerza suficiente para detener el ímpetu de libertad.
“La libertad-escribe Luperón Duval- se realiza en todos los pueblos, sin que los tiranos puedan impedir que se cumpla”.
El rol que juegan los medios de comunicación y los periodistas en la construcción de un Estado donde se respeten las libertades públicas y los derechos de los ciudadanos, rondaba en las cabezas de los líderes del proyecto restaurador, como lo recogió el general Luperón Duval en sus notas.
“Su eco (el de la libertad) se expresa en el periodismo que hace conocer día por día, hora por hora, todos los sucesos del globo; aquí una batalla, allí un asedio, por aquí un tratado, por allá un congreso; las acaloradas discusiones de una asamblea popular; concluye con los consejos secretos; denuncia los manejos de diplomacias oscuras y las maquinaciones hipócritas; saca partido de todas las luces, se enriquece con todos los descubrimientos…”
Valor Como refirió el general Luperón Duval, los dominicanos demostraron siempre un valor inaudito para desprenderse de las cadenas opresoras.
“Varias veces, ciudadanos determinados han roto en mil pedazos las argollas de sus pies y las cadenas de sus manos, y han escrito con letras de fuego y de sangre las ideas redentoras, abriendo un respiro a la libertad de prensa libre, a la palabra humana y al derecho de reunión pública, contra el aire apestado de despotismo…”
El concepto claro sobre la libertad y los resortes sobre lo que tiene que sostenerse un país que quiera garantizar ese precepto, ya estaban definidos en la mente de “La Espada de la Restauración”.
Sobre el tipo de gobierno que inspiraba todo ese esfuerzo y sacrificio de los restauradores y cuáles alianzas tenían que hacer los futuros gobernantes, Luperón Duval lo plasmó en sus apuntes: “Los gobiernos progresistas encontrarán siempre su mejor apoyo en la ciencia, en la justicia, en la verdad, en el progreso y en la libertad”.
Para el insigne general Gregorio Luperón Duval la tiranía, que encarnaron hombres como Buenaventura Báez, Pedro Santana Familia, Ulises Heureaux (Lilís) entre otros, fue un “pavoroso problema que va llegando a su término, y no produce más que profundo desprecio y grandes peligros para los tiranos.
Las palabras del general Gregorio Luperón Duval fueron lapidarias. Como otros tiranos, “Pedro Santana Familia, primero redentor, luego verdugo”, murió un 15 de junio de 1864 sin poder, sin dinero, enfermo y bajo la sombra de la tristeza. Tuvo que ser enterrado en la Fortaleza Ozama para que los familiares de aquellos que fusiló y desterró no profanaran su tumba. Así terminan los traidores y desleales.