¿Qué ha pasado con los venezolanos que no iniciaron la regularización en RD?
La falta de dinero no ha sido el único obstáculo que se le presenta a los originarios de la tierra de Simón Bolívar, sino también la falta de documentos
La diáspora venezolana en el país está constituida por más de 100,000 venezolanos, de los cuales sólo 43,452 se registró para solicitar la prórroga de estadía de 60 días como parte de la primera etapa del plan de normalización de estatus migratorio, ¿Qué ha pasado con el resto de ellos?
A pesar de que los encargados de este programa que la jornada ha sido un éxito, la cifra no alcanza siquiera la mitad de la cantidad de nacionales venezolanos que se estiman se encuentran viviendo en el país actualmente.
¿Qué ha pasado con el resto de ellos?
Miguel Márquez Martínez llegó al país el 26 de noviembre de 2016, trabajó durante tres años y medio en una empresa que le abrió las puertas sin portar documentación. Los efectos de la pandemia hicieron que fuera uno de los tantos que han perdido su fuente de sustento económico.
Casi cinco años después de su entrada a la media isla caribeña, estando actualmente desempleado, una empresa vidriera le ofreció una gran oportunidad de trabajo, pero para poder tomarla cuenta que necesita una residencia o visa de trabajador temporero.
Para conseguir la primera opción era necesario agotar un proceso de casi RD $50,000, y como Miguel no podía costearse tal monto sus empleadores estaban interesados en ayudarle económicamente, pero al ser una cantidad muy alta no pudieron seguir con él.
Lamentablemente para Miguel la empresa le notificó que no podría ayudarle luego de que había acabado el periodo de solicitud de prórroga para solicitar el documento.
Ha sido justamente la falta de dinero y el temor a no contar con la suficiente cantidad para agotar el proceso el principal obstáculo para que cientos, quizás miles de venezolanos se cohibieran de iniciar la normalización de sus estatus migratorios.
“Mucho miedo que hubo el primer mes debido a los pagos y por eso no acudieron muchas personas; por ejemplo, llegaban familias múltiples que tienen más de tres hijos y solamente se inscribían mamá y papá por miedo a no poder pagar a los hijos”, contó a este diario Sachi Durán, venezolana que ha estado a cargo de la ventanilla de soporte y asesorías ubicada en Boca Chica.
Durán agregó que el precio para visa de estudiantes, a las que comúnmente aplican los menores de edad, era igual al de un adulto (RD $6,500), pero Migración redujo la cuota a RD $2,000, medida que ayudó a muchos, pero aun así quedaron otros más fuera del plan.
“Por más que uno insistía en que se registraran, no lo quisieron realizar. Veo mucha gente que se quedó por fuera por no tener el dinero para hacer el proceso, porque implica varios costos, creo que por miedo a eso (…) más del 50% de la población no se registró”, agregó Durán.
La falta de dinero no ha sido el único obstáculo que se le presenta a los originarios de la tierra de Simón Bolívar, sino también la falta de documentos.
Por extravío o robo e incluso el empeño de pasaportes que no han podido ser recuperados, los venezolanos han tenido la dificultad para proceder.
En una primera fase, algunos lo hacían con copias, pero para poder entregar la visa es necesario el documento original y en físico, explicó Guadalupe Vargas, asesora legal de la diáspora venezolana.
Quienes saben eso prefirieron no registrarse para evitar pagar el monto requerido, puesto que no iban a poder continuar con el proceso sin el documento de identidad y solicitar uno nuevo podría tardar hasta más de un año, además de que resultaría muy costoso.
Aún no acaban los motivos. Otra de las razones, según Miguel Otaiza, presidente de la ONG "Fundación Colonia de Venezuela en República Dominicana" (Funcoverd), es que muchos desconfiaban del proceso; mientras que Vargas, la asesora legal de la diáspora venezolana en el país, incluye además que algunos no lo agotan porque carecen de dispositivos electrónicos o equipos inteligentes. Otros se enteraron del proceso después de culminada la jornada.
“Se inscribieron tan pocos venezolanos, primero porque solamente hay siete ventanillas en todo el país y no todos los venezolanos tienen acceso a estas, ya que muchos solamente tienen un trabajo informal y los recursos económicos que tienen no les alcanzan para poder trasladarse hasta otro sitio”, añadió Vargas.
Realidad
República Dominicana alberga el mayor número emigrantes de la subregión con un aproximado de 114,000 venezolanos, cifra que se espera que eleve a 120,944 para finales de 2021, así lo afirma la plataforma de coordinación interagencial para refugiados y migrantes, Response for Venezuelans (R4V).
Precario o nulo acceso a servicios básicos, a algunos servicios de salud, a instituciones financieras o educación superior y la inaccesibilidad a empleos formales son algunas realidades y barreras que enfrenta esta comunidad de inmigrantes.
Pero esperan que esto esté cada vez más cerca de cambiar.
El pasado 12 de abril, la Dirección General de Migración (DGM), en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores (Mirex) y varias organizaciones de venezolanos en el país, inició el proceso de normalización de estatus migratorio para estos extranjeros.
Hasta abril de este año la institución rectora de la migración en el país estimaba que de los miles de venezolanos que hacen vida en República Dominicana, el 89.7% tiene un estatus migratorio irregular.
Al 13 de mayo, ya finalizado el proceso, un total de 43,452 ciudadanos venezolanos en situación irregular se habían acogido al Plan de Normalización de Estatus ejecutado por la Dirección General de Migración y los ministerios de Relaciones Exteriores y de Interior y Policía.
De esos 29,778 completaron la solicitud y 13,674 estaban en proceso de completar. De las solicitudes finalizadas, el 56% corresponde a mujeres mientras que el 44 % a hombres. Asimismo, 4,321 son solicitudes de menores, segmento que aplica a la visa de estudiantes.
Respecto a la distribución geográfica, el mayor número de solicitudes provino de la provincia Santo Domingo con 9,237, seguida por el Distrito Nacional con 9,115, y de la provincia La Altagracia con 3,901.
Las provincias de Santiago con 3,011 y La Romana con 946, están en cuarto y quinto lugar respectivamente. Cabe señalar que la región Sur del país es la que menos venezolanos ha registrado.
Más tiempo
Si en algo coinciden la mayoría de encargados de ventanillas consultados es que un mes no fue suficiente para el registro de los más de 100,000 venezolanos que la data registra en el país, por lo que consideran que requieren de más tiempo para impactar a la mayor cantidad posible.
Para los venezolanos que no cuentan con suficiente dinero para agotar el proceso, hay organizaciones y compatriotas que les están ayudando a cubrir al menos una parte del monto.
Pese a esto, Sachi Durán sugiere una extensión de al menos un mes más para retomar la primera fase, ya que ahora las personas saben que no es necesario pagar inmediatamente se registran lo que les permite ir ahorrando.
“Por ello le pedimos a Migración una prórroga de este proceso”.
Migración aún no ha respondido pero tienen esperanzas de que sea concedida, ya que hasta ahora, dice Vargas, “las instituciones encargadas se han mostrado muy abiertas para ayudar a los venezolanos en República Dominicana”.
Se trata de un tipo de “residencia temporal” que será renovable. De acuerdo a Otaiza, con el permiso que se les otorgará los ciudadanos venezolanos tendrán la oportunidad de acceder al sistema bancario, al sistema de salud y obtener empleos formales.
Esperanzas
Miguel Márquez, quien tiene una importante oportunidad de trabajo pausada por falta de visa de trabajo, espera que la DGM abra nuevamente la primera fase y confía que pronto podrá iniciar el proceso “porque para Dios nada es imposible”.
De igual forma tienen esperanzas de registrarse Edilio Peralta y Rosbely Molina, quienes por equivocación de procedimiento y falta de documentos, respectivamente, forman parte del listado de personas que han quedado fuera del proceso y han sido registrados por los voluntarios de la ventanilla de Sambil con la esperanza puesta en que se abra un nuevo proceso en el que puedan participar.