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CON EL SUDOR DE SU FRENTE

Vive de vender flores como lo hizo su madre por 50 años

La marchanta Isabel Mercedes sueña con tener un local, aunque sea pequeño, cerca de su casa para estar tranquila. Todos los días se traslada desde San Cristobal a vender en la zona universitaria, detrás del Supermercado Nacional. PATRIA REYES RODRÍGUEZ

La marchanta Isabel Mercedes sueña con tener un local, aunque sea pequeño, cerca de su casa para estar tranquila. Todos los días se traslada desde San Cristobal a vender en la zona universitaria, detrás del Supermercado Nacional. PATRIA REYES RODRÍGUEZ

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Patria Reyes RodríguezSanto Domingo, RD

Ella era la típica niña que, con el sueño en su carita, salía de madrugada acompañar a su madre a vender flores en la Máximo Gómez. Creció ayudando a su progenitora, tanto en el negocio como a criar a sus 14 hermanos, y de ella heredó el oficio con que, desde hace 23 años, consigue el dinero para sobrevivir y mantener su familia.

Llegan de todos los lugares, a pie y en vehículos, a comprarle a Isabel Mercedes, a quien sin saber su nombre, muchos llaman “Morena” por su color de piel o “marchanta” por la esencia de su trabajo. Sonríe de buenas ganas cuando llega alguien a comprar y siempre se dispone a ofrecer lo mejor que tiene en la mesa.

Desde hace más de 23 años, Isabel Mercedes vende flores para ganarse la vida en la calle Desiderio Valverde esquina Ramón Santana, en el sector de Gazcue del Distrito Nacional, justo detrás del Supermercado Nacional. Sale en las mañanas temprano desde San Cristobal a ganar su sustento

Habla de su madre, como si fuera su heroína “a todos nos crió vendiendo flores ahí, ella duró 50 años vendiendo frente al supermercado, que en ese tiempo era Supermercado Dominicano”, expone Isabel sentada en banquito cerca de la mesa de las flores donde descansa en lo que llegan sus clientes, donde además come y conversa con quienes comparte el día a día.

Sus estudios fueron limitados porque siempre tenía que ayudar a su madre, cuando no era acompañandola a vender, cuidando a sus hermanas y hermanos.

Isabel dice que nunca soñó con ser profesional y lo atribuye con que antes los padres solo se preocupaban por tener hijos pero no se ocupaban de que fueran a la escuela. Señala que ni siquieran lo declaraban. “Yo me declaré yo misma, ya grande, con 15 años”.

Se casó como a los 18 años, se separó y volvió a casarse a los 25 años enviudó antes de tener su primera hija. Aunque no lo dice, Isabel deja sentir en su voz la pena de que su hija no logró conocer a su papá y aunque años despues volvió a casarse no tuvo más hijos.

La pandemia la agarró sin “cuarto” En el tipico lenguaje que utilizan quienes viven en el Sur, Isabel cuenta que la pandemia la agarró sin “cuarto”, o sea, sin dinero para sostenerse y sin ningún tipo de ahorro. Dice que fue muy dificil para ella sobrevivir en aquellos meses cuando tuvo que durar tres meses sin poder regresar a vender.

“Me agarró, muchacha, sin cuarto, porque eso fue una cosa de sorpresa”, expresa la peculiar marchanta recordando esos duros momentos en que el Gobierno cerró las actividades comerciales.

Narra que en esos meses logró sobrellevar la situación con la ayuda que daban en las escuelas y el aporte que el daba el Gobierno a través del programa Pa’Ti, con el que le ayudaban a pagar un préstamo que tenía.

Dice con claridad y certeza que el que no tiene una profesión tiene que salir para la calle a buscar su sustento y es poco lo que puede ahorrar.

PREOCUPACIÓN

Critica al ADN. Cuando le preguntó a Isabel cuándo dinero hace diariamente, dice “uno consigue para su comida” y de inmediato vierte una crítica al Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) “aveces ellos creen que el que vende en la calle es un perro”, señala que por tiempo la ponen en zozobra, ya que su puesto esta en la acera.

“El que tiene hijo tiene que salir para la calle obligao, porque tu sabes lo que es uno estar en la casa sin encontrar que darle de comer a los muchachos”, expresa esta joven mujer que herredó de su madre no solo la venta de flores, sino la carga failiar y las limitaciones para alcanzar mejor calidad de vida.

Dice con claridad y certeza que el que no tiene una profesión tiene que salir para la calle a buscar su sustento.

Isabel ha tenido que cuidarse de ladroncitos que de noche le robaban para luego vender en los semáforos.

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