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PANORAMA POLÍTICO

País sigue indemne sobre pesquisas del magnicidio

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Guarionex RosaSanto Domingo, RD

La República Dominicana y el gobierno del presidente Abinader al parecer salen bastante limpios de acuerdo a como avanzan las investigaciones que Haití, Estados Unidos y Colombia llevan adelante sobre el magnicidio del presidente Jovenel Moïse.

Es obvio que Colombia está de cuerpo entero en ese acontecimiento que en el menor de los casos tenía el propósito de secuestrar al malogrado gobernante para poner en el puesto a un adversario que complotó desde el extranjero sin tener en cuenta las consecuencias.

Las gangas y veteranos colombianos han estado envueltos en los tejemanejes de Haití desde hace 40 años. Recuerdo haber llegado a Puerto Príncipe en un vuelo lleno de colombianos desde Medellín, y quienes se hospedarían en el entonces famoso Habitacion Leclerc.

La falta de controles para el ingreso de colombianos a ese país y a la República Dominicana, y las relaciones que se han forjado entre gente de la clase acomodada de los dos países, alentó el maridaje, aunque Haití, guardando las apariencias, mantuvo el visado para viajeros desde Colombia.

La República Dominicana tenía esa política de visado pero un gobierno que al parecer se preocupa demasiado por alentar el turismo, liberó a los colombianos del requerimiento de la visa dominicana, lo que fue en su momento un error señalado en un análisis político. Quieren embarrar a RD Quienes han seguido el largo culebrón del magnicidio han visto el nombre de RD en muchos despachos e investigaciones periodísticas, hasta que hace un par de días se publicó que la reunión para finiquitar el complot no tuvo lugar aquí como se había divulgado.

Al parecer en busca de embarrar a RD, cuando estaba claro que el eje era Colombia-Haití-Miami. el fin de semana pasado las autoridades de Haití anunciaron que el supuesto autor intelectual del magnicidio era el médico haitiano retirado en La Florida, Christian Sanon.

El jefe de la policía haitiana, León Charles, al citar el nombre de Sanon dijo que el motivo del crimen había sido político, aseveración distante de la del político y ex presidente dominicano, Leonel Fernández, a quien le parecía “personal”.

Con una extensa nota publicada el viernes por The Washington Post, la parte dominicana queda liberada de una responsabilidad terrible como haber acogido en su territorio una reunión donde se planificaría algo tan grave contra un gobernante amigo.

Si alguna crítica será inevitable es que en caso de la treintena de colombianos que viajaron varias veces entre Bogotá, Panamá, Santo Domingo y Ecuador, los que entraron por la capital dominicana lo hicieron con tarjeta de turista, algo insólito porque algunos eran oficiales retirados del Ejército de Colombia, cuyo país reconoce que eran mercenarios. Que se sepa, los servicios de seguridad dominicanos no siguieron pistas.

Es importante que la parte dominicana quede al final completamente libre de sospechas que se quisieran lanzar para que los haitianos puedan entender la buena voluntad del presidente Abinader, de su régimen y del canciller Roberto Álvarez, quienes han ofrecido ayudar.

El doctor Álvarez y el primer ministro en funciones y canciller Claude Joseph, han estado en contacto desde antes de la tragedia de Moïse para tratar diversos asuntos comunes como la represa del río Masacre que se lleva a cabo del otro lado de la frontera sin que se sepa si obedece a decisiones del Estado haitiano o de particulares. Quitar a Joseph A Joseph han querido quitarlo del medio, cuando se le consideraba un hombre de confianza de Moïse, que lo había tenido como primer ministro hasta horas antes del magnicidio y canciller, posiblemente por los temas de política externa que maneja.

La ambición entre los políticos haitianos ha sido tan febril que el Senado con solamente 10 miembros porque la totalidad está en receso, nombró presidente a Joseph Lambert, quien dirigía de manera inorgánica el cuerpo. Horas antes del magnicidio, Moïse designó al doctor Ariel Henry como primer ministro pero no llegó a juramentarse.

Joseph parece tener las mayores posibilidades de quedarse en el puesto y aunque algunas informaciones son contradictorias luciría que los Estados Unidos, los llamados “países amigos de Haití” y los organismos internacionales le mantendrían su apoyo. A la República Dominicana le conviene que Joseph se quede como premier sobre todo si no se anima a lanzar su candidatura, que podría ser un salto al vacío. Su juventud y terminar bien el proceso en que está envuelto le daría chances para postularse en el futuro.

Parece previsible que nada ocurra antes de fin de mes cuando se producirán los funerales del extinto presidente, que tendrán lugar lejos de la capital haitiana, una decisión familiar que busca quitar el protagonismo a la Arquidiócesis de Puerto Príncipe, donde hay muchos opositores y llevar los restos a su lugar de nacimiento, Trou-du-Nord, cerca del Cabo.

Hasta el traslado, los restos reposan en cámara frigorífica en la funeraria Pax Village.

Joseph ha propuesto como su principal meta celebrar elecciones municipales, de Congreso y Presidencial de aquí a septiembre, que parece una ilusión dado la carta de ruta que procede llevar a cabo y la desorganización. El presidente Biden, quien ha evitado comprometerse con intervenir en Haití, quisiera que las elecciones fueran pacíficas.

La creencia general en Haití es que el complot y el magnicidio pudieron costar a los organizadores sobre US$30 millones si se toma en consideración el tiempo que duró, los gastos de viajes por varios países, los alquileres y pagar la vida muy cara en Puerto Príncipe.

No se explicaría de otra forma que tanto dinero fuera gastado sin la espera de grandes compensaciones futuras, quizás por negociaciones con empresas como las eléctricas o futuros yacimientos minerales y de petróleo que tendría el país y de lo cual se habla con frecuencia.

Algo muy importante en cuanto a la valoración actual del finado presidente Moïse es que días antes del crimen nadie daba nada en su favor, al punto que se atribuye a algunos de sus edecanes participar en la trama. Ahora los haitianos ven el magnicidio como un atentado a ellos mismos y al país por lo que piden justicia.

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