Enfoque

Los partidos políticos ante sus nuevos desafíos

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Rafael G. Guzmán FermínSanto Domingo, RD

En las últimas décadas la ciencia política ha sido sometida a grandes desafíos promovidos por la influencia cada vez más poderosa de las redes sociales que, a su vez, han impulsado el “movimientismo” social y político, que se traduce en un nuevo paradigma que confronta la manera tradicional de hacer política.

El denominado “movimientismo” socio-político no es más que la pretensión de grupos heterogéneos de dirigir la vida política mediante una especie de “bypass” a las estructuras partidarias tradicionales; conceptualización derivada de observar cómo una nueva manera de participación política emergente se está desarrollando por medio de movimientos multisectoriales, los cuales poseen una dialéctica antiinstitucional y un razonamiento contrario al sistema de partidos, aprovechando el descrédito y colapso de las ideologías.

Tales son los efectos de este “movimientismo”, que ha logrado mediante el uso de las redes sociales aglutinar a miles de personas de diferentes partidos políticos que, a pesar de tener distintas ideologías y desiguales clases sociales, poseen intereses comunes, y que lo único que les faltaría es la carismática figura de un líder que logre unificar esa multiplicidad de intereses que han encontrado un denominador común.

Este “virus” se ha expandido por toda América Latina, en donde con frecuencia vemos germinar nuevas “cepas” con una carga más virulenta de la sociedad civil, quienes intentan constantemente desplazar a los sistemas políticos tradicionales, ante el disgusto, desaliento y escepticismo de las masas de votantes.

Lo que antes en las organizaciones políticas era la norma, actualmente es la segmentación de posiciones radicalizadas, perdiendo la perspectiva del “centro” político para la búsqueda de consenso, viendo frecuentemente este fenómeno en los escenarios que acaban de ocurrir en Ecuador y Perú, donde los resultados electorales fueron muy cerrados entre dos fuerzas antagónicas y polarizadas.

En este contexto, la penetración de plataformas tales como Facebook, Twitter y TikTok, no solo han agregado más velocidad a la política, sino también, ofrecen el libre acceso a los ciudadanos a “opinar” de todo; esta libertad permite difundir información chatarra y “fake news”, exponiendo al escrutinio público temas que antes eran vedados en la política clásica, lo que contribuye a aumentar la presión mediática a los políticos.

En tal razón, los medios de comunicación tradicionales han perdido el poder del llamado “sesgo mediático” que normalmente respondían a los intereses político-económicos vinculados al medio en cuestión, sino que ahora existe una comunicación directa entre el elector-votante y el candidato.

El mensaje sale directo al receptor tal cual lo piensa al instante. Los militantes de antes, pasaron a ser “fans” de este nuevo tipo de líder.

Hoy, en la juventud no existe el idealismo del pasado, sino que predominan las emociones instantáneas, donde no caben las ideologías, sino las causas a seguir. La existencia de youtubers que fidelizan millones de seguidores en poco tiempo sin contar con una preparación académica, en contraposición de aquellos políticos tradicionales con doctorados y subidos en un pódium.

Ahora la fiebre radica en buscar la mayor cantidad de “likes” y de llegar a ser más bien un “influencer”, que imitar a los políticos actuales, un ejemplo es el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.

Una realidad de esta nueva modalidad comunicacional podemos observarla en el uso del “zoom” por efectos de la pandemia, la cual llegó para quedarse. Hoy se habla de teletrabajo.

Los médicos, escuelas y universidades gestionan por vía remora sus consultas médicas y educativas. La política actual también inaugura la modalidad para que sus militantes sean “virtuales”, pues su mundo está a la mano de una laptop o celular inteligente.

Un ejemplo claro de este fenómeno es el partido Fuerza del Pueblo, que ha sido la primera organización política en el mundo en celebrar un congreso ordinario en la que participaron 7,740 delegados mediante 17 mesas temáticas, donde se utilizaron 17 cuentas de zoom durante 6 meses, generándose debates de ideas que fortalecieron los principios democráticos de sus miembros.

El auge del “movimientismo” moderno encuentra el terreno fértil en la falta de credibilidad en el sistema electoral, la corrupción política, la crisis de representación de las organizaciones políticas, la grosera manipulación de las leyes que regulan la participación democrática a lo interno de los partidos y los intentos de violación a la Constitución de la República con el solo objeto de perpetuarse en el poder, son parte de los factores inductivos de la crisis de credibilidad que sufren actualmente los partidos tradicionales.

No obstante, en mi humilde opinión, entiendo que el “movimientismo” político- social jamás llegará a suplantar a las organizaciones partidarias, por la razón fundamental de que los partidos políticos constituyen las estructuras que sustentan las corrientes del pensamiento lógico y racional, los cuales tenderán a prevalecer ante la rapidez e inmediatez de la descontextualización de estos grupos que carecen de una visión sistémica coordinada.

Finalmente, todo esto servirá de lección aprendida ante los errores del pasado, para definitivamente emprender la carpintería y construcción de la reconfiguración del sistema de partidos y renovación de su liderazgo, dando cabida a espacios más amplios a los movimientos sociales modernos y la utilización de las nuevas tecnologías para obtener una innovadora organización partidaria que responda a las expectativas de una juventud que ha inaugurado una nueva era, para juntos afrontar los nuevos desafíos en virtud de continuar fortaleciendo el sistema democrático y el Estado social de derecho, imperante en la República Dominicana.

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